Carácter, por Witness Lee

EL EJEMPLO DEL CARÁCTER DEL SEÑOR

De los cuatro Evangelios, el Evangelio de Marcos es el que especialmente nos muestra cómo el Señor Jesús sirvió a Dios. Todos los que estudian la Biblia pueden percibir en este evangelio el carácter del Siervo de Dios. Al leer el Evangelio de Juan podemos entender la vida que estaba en Jesucristo: la vida del Hijo de Dios. Al estudiar el Evangelio de Lucas podemos ver la manera de ser perfecta que se encontraba dentro de este Hombre perfecto. Si estudiamos el Evangelio de Mateo podemos testificar cómo se condujo el Rey del reino de los cielos. Cuando leemos el Evangelio de Marcos podemos notar el carácter del Siervo de Dios. El Señor Jesús en el Evangelio de Juan nos mostró, por medio de Su vivir en la tierra, la vida que estaba dentro de Él. En el Evangelio de Lucas el Señor nos revela cuan humana era Su manera de ser al vivir como un hombre sobre la tierra. Su manera de ser como Hombre fue perfecta y hermosa. Sin embargo, en el Evangelio de Marcos se ve al Señor como un siervo. Allí Él no exhibió Su vida ni Su manera de ser sino Su carácter.

Cuando alguien busca un amigo, a menudo busca en la otra persona una manera de ser agradable, pero no necesariamente busca un carácter apropiado. Usualmente se preocupa por su manera de ser y no de su carácter. Por ejemplo, una persona no tiene que ser madrugadora para que sea su amigo. Puede que esa persona regularmente se levante y se acueste a tiempo, pero si su manera de ser no es agradable, usted no querrá tener amistad con ella. Por tanto, al hacer amigos a lo primero que uno presta atención es la manera de ser de la persona. Sin embargo, cuando contrata a alguien para hacer un trabajo en la casa, ¿acaso se preocupa de su personalidad? De ninguna manera. Puede que sea gentil, paciente, amoroso y moderado, pero si es perezoso, descuidado, lento y olvidadizo, ¿lo contrataría? Al considerar darle un empleo a alguien, no sólo consideramos su manera de ser, sino también su carácter. La gentileza y la amabilidad se encuentran en su manera de ser. Pero también es necesario que sea diligente, presto en su trabajo y uno que ocupa su lugar en todo momento, los cuales son rasgos que se necesitan en su carácter.

Si podemos distinguir entre la manera de ser y el carácter, entonces veremos que el Evangelio de Lucas nos muestra la manera de ser, y el Evangelio de Marcos, el carácter. El Evangelio de Lucas revela la manera de ser de un Hombre perfecto. El Evangelio de Marcos revela el carácter del Siervo de Dios. Tengo buenas razones para decir esto. Por ejemplo, Marcos nos indica, por lo menos en dos ocasiones que el Señor ni siquiera tuvo tiempo para comer. Esto no se registra en Lucas, Juan ni Mateo. Mateo habla del Señor como el Rey del reino de los cielos; para lo cual, si el Rey comía o no, no tiene importancia. Este asunto solamente se relata en Marcos. En el Evangelio de Marcos están estas palabras: “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba”. El Señor estaba tan ocupado sirviendo a otros que no se preocupó por comer y dio la impresión a la gente de que estaba loco. Cuando vio la multitud, no tuvo el corazón de despedirlos por temor a que desfallecieran en el camino. Así que les dio pan y pescado para satisfacerlos. Incluso pidió a sus discípulos que recogieran las sobras, y después que despidió a la gente se fue. ¿No creen que es significativo que el Espíritu Santo registre estas cosas? El libro de Marcos nos muestra que Dios encontró a una Persona en la tierra cuyo carácter era apto para el servicio de Dios. En otras palabras, este libro nos muestra el carácter del Señor Jesús como el Siervo de Dios. Debido a que tuvo tal carácter fue útil en la mano de Dios, en Su servicio a Dios y al hombre.

En cada capítulo y cada párrafo del libro de Marcos se puede observar el carácter del Señor Jesús como el Siervo de Dios. Aunque un día Él sanó a muchos enfermos, echó fuera muchos demonios, trabajó mucho y se acostó tarde, aun así, se levantó muy de mañana para orar. Tal era Su diligencia. Cuando estaba ocupado, se preocupaba solamente por las necesidades de otros y no por Su propia hambre. Éste es el carácter que debe poseer uno que sirve al Señor. Cuando las multitudes se reunían en el desierto y era tarde, Él no podía soportar despedirlos por temor a que desfallecieran por falta de comida. Aunque este incidente fue registrado en forma breve en los otros evangelios, el Evangelio de Marcos lo registra con gran detalle. Este relato nos muestra que Él no sólo se preocupaba por la multitud, sino que discernía y entendía cabalmente la situación. Además de eso, sabía cómo manejar todos los asuntos. Él calmadamente le pidió a la gente que se sentaran fila por fila, y tomó el pan y el pescado, los bendijo y los distribuyó fila por fila. Cuando todos fueron saciados, los discípulos recogieron lo que sobró y lo pusieron en cestas. Luego despidió a la gente y llevó a los discípulos a otro lugar. ¿Creen que esto describe un milagro del Señor? ¿Nos revela la vida del Señor? ¿Nos presenta la manera de ser del Señor? No. Esto nos muestra Su carácter. Él era diligente, considerado, perceptivo, compasivo y se preocupaba por los demás y nunca evadió Su responsabilidad. Sin el carácter en el Evangelio de Marcos, la vida del Evangelio de Juan no podría ser impartida. Para que sea impartida la vida que se encuentra en el Evangelio de Juan se necesita el carácter que vemos en el Evangelio de Marcos. La vida en Juan es la comida; el carácter en Marcos es el recipiente.

Hoy carecemos de esta clase de carácter. He notado que a menudo algunos hermanos son derrochadores en su servicio. Ser derrochador es un asunto pequeño, pero temo que habrán almas que se pierdan cuando estos hermanos sirvan al Señor. Esto es un problema serio. ¿Creen que el Señor atesoraba estas doce cestas de pedazos? No, el Señor quería mostrar a Sus discípulos que uno que trabaja para Dios debe hacer las cosas de esta manera en su servicio a Él. El Señor entrenó a Sus discípulos y los guió para que también tuvieran esta clase de carácter. Tenemos que ver que en esto de servir al Señor y de ser un siervo de Dios, lo único indispensable es un carácter apropiado. No podemos servir al Señor sin un buen carácter.

(Carácter, capítulo 3, por Witness Lee)