DEBEMOS EJERCITAR LA SABIDURÍA PARA QUE
LA PALABRA DEL SEÑOR HAGA SU HOGAR EN NOSOTROS
Todos amamos al Señor y estamos dispuestos a permitirle hacer Su hogar en nosotros. Sin embargo, Él no puede sentirse cómodo en nosotros, es decir, no puede hacer Su hogar en nosotros cómodamente. Él camina en cierta dirección y se golpea con la puerta; luego va hacia otro lado y se golpea la cabeza. A veces le causamos este problema sin querer, pero otras veces se debe a nuestra falta de sabiduría. En Colosenses 3:16 Pablo dice “en toda sabiduría”. Uno debe prestarle mucha atención al diseño de una casa. Debe usar una regla y un metro para medir si cierto espacio será cómodo y apropiado. Por lo tanto, uno debe ejercitar la sabiduría para medir una casa a fin de ver si la puede usar. Por ejemplo, en un lugar donde estuve hospedado, los hermanos me recibieron con mucho amor y me dieron alojamiento en la mejor casa. Pero el clóset era demasiado grande, pues tenía dos puertas corredizas que eran tan grandes que parecían las puertas de una ciudad. Cuando abrí la puerta para colgar mi ropa, me golpeé la cabeza, y después que terminé de colgar la ropa en el clóset, la puerta no cerró con facilidad. En otra ocasión, me hospedaron en una casa donde había un escalón en la entrada principal y otro antes de entrar al baño. Puesto que soy un anciano, tenía miedo de caerme, así que estuve con temor y temblor durante toda mi estancia allí.
Sin embargo, cuando me quedo en mi casa, no tengo ese tipo de problemas, pues toda mi casa está en un mismo nivel, y no tiene escalones. Incluso puedo caminar por toda la casa con los ojos cerrados porque yo mismo la diseñé con mucho cuidado. Yo medí todos los rincones con una cinta métrica y también utilicé otras casas como punto de referencia. Así que, medí la casa muchas veces, y luego la probé e hice varios ajustes. Al preparar un lugar adecuado para vivir, los ancianos tienen sus propios problemas, debilidades y complicaciones. Nuestro Señor Jesús también tiene Sus propias complicaciones. El Señor Jesús no es tan sencillo. Nosotros podemos decirle: “Señor, te amo. Pasa, haz Tu hogar en mi corazón”. Pero después que Él entra, solamente le cedemos un cuarto grande, pero los demás cuartos pequeños permanecen cerrados bajo llave. En esas condiciones, ¿cómo podría Él sentirse a gusto? Si usted desea prepararle al Señor una buena morada, debe ejercitar la sabiduría para hacerlo sentirse cómodo en todas partes. Sólo entonces Él podrá morar ricamente.
(Reunirnos para hablar la Palabra de Dios, capítulo 3, por Witness Lee)