Exhortación amorosa a los colaboradores, ancianos y los que aman y buscan al Señor, Una, por Witness Lee

DEBEMOS TENER CUIDADO AL SEGUIR A ALGUN COLABORADOR A QUIEN APRECIAMOS Y QUE NOS ATRAE

En segundo lugar, tenemos que ser rectos al seguir a otros. El capítulo 1 de 1 Corintios se escribió para corregir las divisiones que habían surgido en la iglesia de Corinto. Los versículos del 10 al 12 dicen: “Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer. Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de la casa de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo”. El versículo 10 dice que debemos expresar lo mismo. ¿Cómo podemos hablar todos de lo mismo? Pablo le dijo a Timoteo, en 1 Timoteo 1:3-4, que se quedase en Efeso para que mandase a algunos que no enseñaran cosas diferentes, sino que proclamasen lo mismo, que es la economía de Dios. Esta economía es lo único que podemos y debemos anunciar de la misma manera. Toda la primera epístola a los Corintios revela la economía de Dios. La segunda parte del capítulo uno dice que Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios (vs. 26-31). Cristo lo es todo para nosotros; en esto consiste la economía de Dios, y éste es nuestro único tema.

Algunos de los que estaban en Corinto decían que eran de Pablo (v. 12). O sea que preferían a Pablo. Este sabiamente se censuró a sí mismo. Es como si hubiese dicho: “¿Tú dices que me sigues a mí, que me pertenecen? Pero yo rechazo y condeno esto”. Al final del capítulo tres dijo que él era de ellos (v. 22). Puede ser que hoy alguien diga: “Hermano Lee, yo soy suyo”. Yo debería estar contento porque he ganado un seguidor, uno que está de mi lado. Sin embargo, esto no es correcto. A algunos les gustaba seguir a Apolos, y a otros les agradaba seguir a Cefas. Otros eran orgullosos y decían: “Tú eres de Pablo, tú de Apolos y tú de Cefas, pero eso es incorrecto. Yo no pertenezco a Pablo ni a Apolos ni a Cefas. Yo pertenezco a Cristo; soy sólo de Cristo”. Decir “soy de Cristo” de manera tendenciosa era hacerse diferente, y sentirse superior. Pablo también condenó estas palabras. Preguntó: “¿Está Cristo dividido?” (1:13) Esto nos muestra que tenemos que ser rectos al seguir a otros. No podemos evitar que muchos de nosotros estemos juntos, especialmente hoy cuando las comodidades modernas hacen que el globo terráqueo sea reducido. Sin reunirnos, ¿dónde estaría la vida del Cuerpo y la práctica de la iglesia? Debemos reunirnos. Pero, tenemos muchas personas diferentes, con muchos pasados y culturas; así que debemos tener cuidado. Si siguen a la persona equivocada, se harán daño a ustedes mismos y perjudicarán a esa persona. Seguir a una persona de manera equivocada la destruirá.

Tienen que cuidarse de seguir a cualquier colaborador que admiren y a quien sean atraídos. Si uno no estima a una persona, no la seguirá. Uno primero aprecia a alguien, y luego es atraído a él. He visto esto aquí en Estados Unidos. A esta clase de hermanos les he exhortado con amor directamente, y les he advertido que no hagan esta clase de obra. A donde vayan, pueden llegar a ocupar el primer lugar. Tal vez sean muy competentes; no hay nada malo en eso. Pueden tener una capacidad mayor que la de los demás. Sin embargo, deben evitar hacer una obra para atraer a otros o para producir seguidores. Todos debemos estar alerta al respecto. Aquel que hace una labor para atraer a otros a sí mismo ya está equivocado, y si ustedes son atraídos a seguirlo, le ayudan a reforzar su problema. Se destruyen a sí mismos y también lo destruyen a él. He visto esto en muchas ocasiones. Se lo advertí a una persona más de cinco veces. Le dije: “Hermano, no debes hacer eso”. Se lo advertí en privado, pero ahora lo digo públicamente. Les he hablado públicamente porque es muy peligroso mostrar aprecio por ciertas personas. No me agrada oír que me aprecien a mí, que piensen que tengo razón ni que me sigan. Si aprecian las verdades que presento, le doy gracias al Señor, pero no está bien que me aprecien a mí. Tengan cuidado de seguir a algún colaborador a quien aprecien y admiren. No está bien ser uno con otro colaborador en ese nivel. No importa cuál sea la razón de esta unidad, está mal. Todos somos uno. No tenemos bandos ni decimos: “Soy uno con el hermano Fulano”. Ser uno con alguien en particular no está bien; lo correcto es ser uno con todos los santos.

En 1 Corintios 1:10 se habla de estar unidos en una misma mente y en un mismo parecer. Con respecto a la palabra unidos la nota 4 de la versión Recobro dice:

La misma palabra griega que se traduce remendar en Mt. 4:21. Significa reparar, restaurar, ajustar, completar totalmente, unir perfectamente algo que se ha roto. Como conjunto los creyentes corintios estaban divididos, o sea, rotos. Necesitaban ser restaurados a fin de que estuvieran en armonía, teniendo un mismo sentir y un mismo parecer, para hablar lo mismo: Cristo y Su cruz.

Estar unidos es ser afinados, así como se hace con un piano para que produzca armonía y una melodía apropiada. Aprendan a estar unidos, a ser calibrados y a ser corregidos. La armonía que hay en el recobro del Señor se puede mantener solamente eliminando continuamente los cuatro “topos”, a saber: la ambición, el orgullo, la creencia de ser justo y el yo, que es el hombre natural o la manera de ser de uno.

(Exhortación amorosa a los colaboradores, ancianos y los que aman y buscan al Señor, Una, capítulo 4, por Witness Lee)