EL PROBLEMA DE DICTAR PRECEPTOS
EN LA VIDA CORPORATIVA
No debemos establecer exigencias ni reglas
Según observé en Taipei, es mejor no exigirles mucho a los jóvenes que viven en las casas de los hermanos y hermanas. Tenemos que darnos cuenta de que la razón por la cual establecemos estas casas es atraer a las personas para conducirlas al Señor y ganarlas tal como el Señor lo hizo cuando fue a buscar la oveja perdida. El Señor va a buscar la oveja perdida, no a las ovejas buenas. Por lo tanto, las casas de hermanos solteros y de hermanas solteras no deben tener reglamentos estipulados. Asimismo para salvar a los pecadores tampoco debemos crear preceptos, pues de hacerlo, alejaremos a la gente. Le agradecemos al Señor porque tenemos las casas de los hermanos y de las hermanas como “carnada”, y porque algunos jóvenes ya han sido pescados. No es fácil pescar a una persona. Las casas tal vez tengan como regla que se debe llegar a casa a más tardar a las diez de la noche y que a esa hora se deben apagar las luces; pero algunos jóvenes pueden ser eximidos de esta regla. ¿Qué haremos? ¿Vamos a eliminar toda ley acerca de la hora de acostarse? Creo que sí debemos tener reglas, pero debemos dejar en claro que sirven para ayudar a tener una vida apropiada, y se espera que la observen, pero no es algo legalista. En las casas de los solteros nada debe ser una legalidad, sino que debe haber libertad.
Algunos preguntarán: “¿Qué hacemos si los jóvenes no regresan a las diez de la noche? Para esto necesitamos pastorearlos. Según el principio de Efesios 5, el Señor nos pastorea cuidándonos con ternura y alimentándonos (v. 29). Debemos pastorear a los jóvenes cuidándolos con ternura y nutriéndolos. Para esto tenemos que pasar tiempo con ellos. Los colaboradores tal vez no tengan tiempo, pero ellos deben adiestrar a dos o tres estudiantes que vivan en las casas de hermanos o hermanas para que sean sus ayudantes. Estos deben llevar a cabo el pastoreo en amor. No censuremos a los jóvenes ni les digamos: “Ya que has quebrantado las normas, te tienes que ir de aquí”. No debemos permitir que se marchen, sino que debemos pastorearlos.
(
Exhortación amorosa a los colaboradores, ancianos y los que aman y buscan al Señor, Una, capítulo 1, por Witness Lee)