DIOS NOS IMPONE SUS REQUISITOS,
PERO MÁS QUE ESO, NOS PROVEE EL SUMINISTRO
En la Biblia hay muchos pasajes que hablan de los requisitos de Dios. Por ejemplo, tenemos los requisitos de las leyes del Antiguo Testamento. Sin embargo, debido a que el hombre es incapaz de guardar las leyes por su propio esfuerzo, tenemos a Cristo quien, como gracia, es nuestro suministro en el Nuevo Testamento. Además, el primer libro de los Evangelios, el Evangelio de Mateo, no es un libro que nos habla del suministro, sino de los requisitos. Más aún, sus requisitos son más elevados que los requisitos de la ley; se trata de los requisitos del reino. Mateo 5, 6 y 7 nos muestran que los requisitos del reino superan los requisitos de la ley. Los requisitos de la ley pertenecen a la letra, mientras que los requisitos del reino pertenecen a la vida. Si una persona no tiene la vida de Dios, definitivamente no podrá guardarlos. Sería como pedirle a un perro que viva como una persona, lo cual no es posible. A fin de que un perro trabaje y viva como un hombre, debe poseer la vida de un hombre. No sólo necesita tener la vida de un hombre, sino también recibir el suministro de vida del hombre. Es por ello que después de Mateo, cuando llegamos a Juan, ya no se mencionan más requisitos, sino que más bien se nos habla del suministro. Esto nos muestra que la ley nos impone exigencias, mientras que la gracia nos imparte el suministro; el reino nos exige hacer cosas, pero la vida nos da el suministro necesario. El Señor vino para ser este suministro de vida a fin de que podamos cumplir los requisitos del reino, llevar la vida del reino, ser el pueblo del reino y cumplir el propósito eterno de Dios en la tierra.
La Biblia nos presenta muy ampliamente estos dos asuntos de los requisitos y el suministro. No hay duda de que Dios desea que cumplamos ciertos requisitos, pero Él no espera que los cumplamos por nuestro propio esfuerzo. En primer lugar, Él nos hace exigencias a fin de mostrarnos que nosotros no podemos cumplirlas. Entonces Él entra en nosotros como nuestra vida a fin de darnos el suministro para que podamos cumplir Sus requisitos y llevar a cabo Su propósito eterno. Éste es un principio inviolable en la Biblia. Con respecto a nuestra situación externa, la vida de iglesia nos impone exigencias, pues nos exige pagar un precio; no obstante, en realidad estamos disfrutando, y recibimos a Cristo como nuestro suministro.
Además de los cuatro Evangelios y el libro de Hechos, los otros veintidós libros del Nuevo Testamento nos hablan acerca del suministro que disfrutamos en la vida de iglesia, el cual nos hace capaz de cumplir los requisitos de Dios. Lo que disfrutamos es a Cristo mismo; y este Cristo es la corporificación del Dios Triuno. Todas las riquezas y la plenitud del Dios Triuno moran en Cristo. Hoy en día este Cristo es el Espíritu vivificante que está en nosotros para ser nuestra vida a fin de abastecernos. Es sólo por medio de esta vida que podemos llevar a cabo nuestra comisión delante de Dios a fin de cumplir los requisitos de Dios.
Hay un pasaje de la Palabra en 2 Pedro 1 que es el más apropiado para la necesidad de los que disfrutan al Señor en la vida de iglesia hoy. Dice que el divino poder de Dios nos ha concedido todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad. Además, a fin de que podamos disfrutar de esta vida y manifestar esta piedad, Él también nos ha concedido preciosas y grandísimas promesas. No sólo nos da la vida y la piedad interiormente, sino que también nos ha concedido exteriormente un Nuevo Testamento. En este testamento tenemos a Dios y también las preciosas y grandísimas promesas. Estas promesas nos dicen que aunque los requisitos de nuestro Dios son muy elevados, Él quiere cumplirlos cabalmente en nosotros tanto interior como exteriormente. Por lo tanto, no tenemos que llevar una pesada carga ni estar preocupados por llevar la vida de iglesia. Lo único que tenemos que hacer es disfrutar al Señor de una manera sencilla. Entonces, independientemente de cómo nos dirija el Señor interiormente, simplemente lo haremos. Simplemente disfrutamos y laboramos sin ningún esfuerzo, sin llevar pesadas cargas y sin tener ninguna preocupación. El suministro de Dios siempre acompaña los requisitos de Dios. Si Dios nos impone un requisito, Él también nos dará el suministro. Éste es un principio inviolable y es lo que la Biblia enseña claramente.
(Mensajes dados a los santos que trabajan, capítulo 3, por Witness Lee)