EJEMPLOS HALLADOS EN LA BIBLIA
Las pisadas de Moisés
Por la fe rehusó llamarse hijo
de la hija de Faraón
En la Biblia tenemos dos ejemplos. Uno es el ejemplo de Moisés en el Antiguo Testamento, y el otro es el ejemplo de Pablo en el Nuevo Testamento. Ambos estuvieron dispuestos a renunciar al mundo que atrae, tienta y enreda al hombre, a fin de ganar a Cristo. Poco después que Moisés nació, fue llevado a la casa de Faraón y fue hecho el hijo de la hija de Faraón, lo que significa que él era heredero al trono de Egipto. Sin embargo, debido a que él conoció a Dios (quien era el Cristo que vendría en el Nuevo Testamento y quien asimismo era Jehová del Antiguo Testamento), él rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón (He. 11:24). El prefijo Je- de Jesús es una forma abreviada de Jehová. Por lo tanto, Jesús es el Jehová del Antiguo Testamento, y el Jehová del Antiguo Testamento es Jesús en el Nuevo. El sufijo -sus en la palabra Jesús significa Salvador. Por consiguiente, el nombre Jesús significa “Jehová como Salvador”. Aquel que se le apareció a Moisés era este Jehová-Salvador (Éx. 3:15). En lo que se refiere al mundo, era una oportunidad única poder entrar en el palacio y ser un príncipe. Esto podría considerarse la posición más elevada y más honorable de toda la tierra. Sin embargo, debido a que Moisés conocía a Jehová, quien era simplemente Cristo, por la fe rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón.
Escogió antes ser maltratado
con el pueblo de Dios,
que gozar de los deleites temporales del pecado
Moisés escogió más bien ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado (He. 11:25). Esto representa el deleite de Egipto, que es el deleite del mundo y que es pecado a los ojos de Dios. El mundo está unido al pecado. El pecado ocupa gran parte de lo que es el mundo, y las cosas pecaminosas también están vinculadas al deleite de las concupiscencias y de la carne. Sin embargo, estos deleites son temporales y pasajeros. Debido a que Moisés conocía a Cristo, él estuvo dispuesto a ser maltratado con el pueblo de Dios, antes que permanecer en Egipto y gozar de los deleites temporales del pecado.
Tuvo por mayores riquezas el vituperio de Cristo
que los tesoros de Egipto
Moisés tuvo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de Egipto (v. 26). Él hizo una valoración y estimó que por muy nobles y preciosos que sean los tesoros de este mundo, éstos no pueden compararse con Cristo. La última estrofa de Himnos, #196, dice:
¡Que ganga tu parte entregar
Por la totalidad!
Todo hombre y todo evento así
Al fiel le servirán.
Lo Suyo, todo tuyo es,
Si tú a Él te das;
Vida abundante hallarás,
Y un reino que vendrá.
Espero que todos los hermanos y hermanas que trabajan hagan una valoración y juzguen qué es noble y qué es vil. Yo hice esto hace sesenta años. En aquel entonces todavía era joven y era como un jinete montado en un caballo alto y grande que iba a todo galope hacia el mundo, listo para obtener ganancias. Pero fue como si el Señor me hubiera echado una sola mirada y yo caí de mi caballo. Al caer, empecé a valorar las cosas: “¿Debo escoger el mundo, o escoger a Cristo?”. Al final vi con toda claridad que Cristo era lo mejor. Desde ese día yo escogí quedarme con Cristo.
Tenía puesta la mirada en el galardón
Después que Moisés escogió a Cristo, él empezó a tener una esperanza, la cual era recibir un galardón de parte de Él. Debido a esto, él tenía la mirada puesta en el galardón (v. 26b). Éste no es simplemente un galardón para esta vida, sino para la vida que está por venir.
Por la fe dejó a Egipto
Moisés no sólo rehusó por la fe ser llamado hijo de la hija de Faraón, sino que además dejó a Egipto por la fe (v. 27). Esto significa que él dejó el mundo representado por Egipto.
Como viendo al Invisible
Por la fe Moisés “dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque perseveró como viendo al Invisible” (v. 27). Él vio una visión allí y se fortaleció en esta fe. En dicha visión era como si él hubiese visto al Señor invisible. Él se encontró con el Señor y vio al Señor. Esto fue algo tremendo. Espero que todos los hermanos y hermanas, sean viejos o jóvenes, puedan decir que han visto al Señor. Aunque el Señor es invisible, yo definitivamente le he tocado. Es por ello que sé qué camino estoy siguiendo, y sé la clase de futuro que me espera. Éstas son las pisadas de Moisés.
(
Mensajes dados a los santos que trabajan, capítulo 7, por Witness Lee)