Mensajes dados a los santos que trabajan, por Witness Lee

UN VIVIR NORMAL Y A LA VEZ MILAGROSO

El título de este capítulo: “El vivir milagrosamente normal que se disfruta en la nueva manera”, se basa en la revelación divina de la Biblia de que podemos vivir de tal modo que inhalemos a Dios. Inhalar es algo demasiado ordinario y normal; no es extraordinario, pero sí es milagroso. Los seres humanos podemos recibir a Dios, no simplemente para que sea nuestra ayuda y apoyo externo, sino para que sea nuestra vida y suministro. Éste es un hecho verdaderamente sorprendente. Todos sabemos que lo que más necesitamos y lo que está más disponible a nosotros es el aire. Una persona puede vivir sin comer y beber por unos cuantos días, pero morirá si deja de respirar por sólo unos minutos. El aire es demasiado precioso, demasiado necesario. No nos cuesta nada tenerlo y está disponible en cualquier lugar. El aire físico es un símbolo de algo espiritual; Dios es nuestro verdadero aire. Cuán sencillo es obtener el aire. De la misma manera, es también muy sencillo obtener a Dios. No obstante, aunque es sencillo tener a Dios, al mismo tiempo es milagroso que Dios entre en el hombre y sea su vida y suministro de vida.

Quisiera hacerles notar lo siguiente. La vida cristiana que llevamos es una vida que es normal, sin una pizca de peculiaridad, pero al mismo tiempo es milagrosa; es una historia del Dios Triuno que vive en nosotros. En Filipenses 4:12 el apóstol Pablo testificó, diciendo: “Sé estar humillado, y sé tener abundancia; en todas las cosas y en todo he aprendido el secreto, así a estar saciado como a tener hambre, así a tener abundancia como a padecer necesidad”. Lo dicho aquí indica que Pablo había sido pobre y había sido rico. Cuando era pobre, sabía cómo afrontar su situación; y cuando era rico, sabía también cómo afrontar su situación. En toda mi vida difícilmente he visto a alguien que realmente sepa estar en pobreza y sepa también tener abundancia. Por otra parte, he visto a muchos que afrontaban muy bien la pobreza; pero que cuando se hicieron ricos, no supieron afrontar muy bien su situación. Sin embargo, el vivir normal de un cristiano debe ser un vivir que se adapta a cualquier situación y a cualquier lugar; en cierto modo, él no es ni pobre ni rico. En el transcurso de su vida humana, Pablo había aprendido el secreto en todo. Su secreto se menciona en el versículo siguiente, donde dice: “Todo lo puedo en Aquel que me reviste de poder” (v. 13). El secreto de nuestra vida cristiana normal es una persona: Cristo mismo.

Hoy todos los que están sentados aquí son hermanos y hermanas que tienen un empleo. Yo también tuve un empleo; así que sé de las dificultades que uno tiene que afrontar. Hay toda clase de presiones y toda clase de tentaciones. Definitivamente no es fácil para ustedes vencer. Por esta razón, quisiera tener comunión con ustedes respecto a dos cosas. En primer lugar, cuando los cristianos sufren, cuando experimentan dificultades, les es más fácil depender del Señor; sin embargo, cuando tienen éxito y no tienen dificultades, les resulta difícil depender. Ustedes deben saber que en los tiempos difíciles no son muchos los cristianos que son derrotados; pero en los tiempos en los que no hay dificultades, no son muchos los cristianos que son capaces de permanecer firmes. En segundo lugar, los cristianos más escasos y más honorables son los que pueden afrontar la pobreza, así como también la abundancia. No sólo eso, sino que saben afrontar la situación al grado en que no son ni pobres ni ricos. Es algo excepcional que un cristiano se mantenga en un estado en el que no es ni pobre ni rico.

La mayoría de los jóvenes que trabajan después de graduarse de la escuela dan su todo para luchar y esforzarse por establecer sus familias y sus profesiones a fin de prepararse para su futuro. Todo el mundo quiere ser rico y llevar una vida de abundancia. No sólo quieren tener casas cómodas, sino también automóviles elegantes. No los animo a que sean ricos, pero tampoco les aconsejo a que se queden en el mismo puesto en el que están. Mi deseo es que siempre practiquen llevar una vida cristiana normal. Esta clase de vida no es ni rica ni pobre, tampoco es una vida llena de sufrimientos ni una vida cómoda. La Biblia nos muestra que el hombre creado por Dios lleva una vida que está acompañada de obligaciones, responsabilidades, deberes y disfrute. Sus obligaciones, responsabilidades y deberes son para su existencia, y su existencia debe tener cierta clase de disfrute. Cuando una persona es muy pobre, es difícil que ella halle disfrute; pero cuando se hace rica, no necesariamente encuentra el verdadero disfrute. Cuando comamos muy bien o prestemos mucha atención a nuestra ropa, experimentaremos problemas. Hay algunos que cuando tienen mucho dinero, lo gastan indiscriminadamente. Esto no sólo los perjudica a ellos mismos, sino también a otros. No sólo daña su propia moralidad, sino también la atmósfera de la sociedad. Nosotros los cristianos no somos así. Aprendemos a llevar una vida que no es ni pobre ni rica. Estamos contentos con tener vestido y alimento. También en lo material disfrutamos de vivir de una manera sencilla, tranquila, cómoda y libre de preocupaciones y problemas. Somos personas bendecidas, y este vivir también beneficia a otros.

(Mensajes dados a los santos que trabajan, capítulo 4, por Witness Lee)