Lo ilimitado y todo-inclusivo que es Cristo, por Witness Lee

DISFRUTAR LAS RIQUEZAS DE CRISTO PARA LLEGAR A SER SU PLENITUD

He hablado estas cosas para demostrarles lo que es la iglesia. La iglesia es el Cuerpo de Cristo, la plenitud de Cristo. La medida de la estatura de una persona es su plenitud. Una persona pequeña y delgada no parece ser muy saludable; sin embargo, una persona alta y robusta tiene plenitud. Una persona que tiene grandes dimensiones, no nació así, sino que gana su plenitud al comer alimentos con sus riquezas por muchos meses y muchos años. Tenemos miles de hermanos y hermanas que son llamados y que se reúnen. Le damos gracias al Señor y le alabamos porque nosotros no peleamos ni discutimos; más bien, todos nos reunimos para escuchar tranquilamente la palabra de Dios. No obstante, esto no es la base que determina la medida de la estatura entre nosotros. Efesios 4:13 dice: “Hasta que todos lleguemos [...] a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. La plenitud de Cristo es el Cuerpo de Cristo. Ya que es el Cuerpo, tiene una estatura con una medida. Varios miles de cristianos que aman al Señor se pueden reunir, pero ¿cuánto contenido, cuánta plenitud de Cristo, y cuánto de la medida de la estatura de Cristo tienen entre ellos? Esto es algo importante. Nos hemos estado reuniendo por muchos años y, a diferencia de otros que están fuera de la iglesia, nosotros no discutimos o actuamos de manera suelta. Ésta es una situación buena que es admirable. Sin embargo, ¿cuánto de la estatura del Cuerpo de Cristo tiene cada uno de nosotros dentro de sí? Esto es difícil de decir; ello depende de cuánto Cristo tengamos dentro. Si cada uno de nosotros está lleno de Cristo, si cada uno vive a Cristo y si cada uno puede decir: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”, entonces todos habremos llegado a la medida de la plenitud de la estatura del Cuerpo de Cristo.

Creo que muchos de nosotros hemos tenido esta experiencia: muchas veces nos hemos lamentado y arrepentido, no porque hemos hecho algo malo ni porque hemos cometido un pecado, sino debido a que hemos sentido que no hemos vivido por Cristo ese día. Hemos dicho: “Soy un buen hombre, amo a la gente y me comporto con propiedad; todo acerca de mí está bien, pero no vivo por Cristo”. No piensen que los que no viven por Cristo no tienen bondad. En la historia de China hay un hombre que se llamaba Liu Hsia-hwei de quien se decía que era tan refinado que él podía mantener su compostura frente a tentaciones extremas. Wang Yang-ming, un discípulo de Confucio de la dinastía Ming, también era excelente en su dominio propio y su refinamiento personal. En sus escritos, algunos de los cuales he leído, él dijo que uno no debe practicar el dominio propio solamente como una practica externa, pues seríamos como árboles sin raíces o manantiales sin fuentes. Él enseñó que uno debe cultivar algo desde adentro. Estoy convencido de que su dominio propio era mucho mejor del que vemos en muchos cristianos en la actualidad. Sin embargo, ¿era eso Cristo? No importa cuán bueno haya sido; ¿era eso Cristo? Wang Yang-ming no podía decir: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Nosotros lo podemos decir, pero él no lo podía decir. Muchas veces no he hecho nada malo durante todo el día. No perdí mi paciencia; más bien, traté con humildad a las personas. Aunque logré hacer todas estas cosas por todo un día, en la noche antes de irme a dormir sentí remordimiento. Le dije al Señor: “Oh Señor, perdóname. Todo estuvo bien conmigo hoy, pero no te viví. Hoy he tenido humildad y paciencia, pero no tuve a Cristo. En mi vivir hoy, no viví a Cristo”. Hay una gran diferencia aquí.

Hermanos y hermanas, estoy convencido de que el día en que ustedes se arrepientan no porque hayan pecado o hecho algo malo, sino porque lo han hecho todo sin Cristo, entrarán en una nueva etapa de vida. Ustedes orarán muchas veces: “Señor, perdóname. Mi vivir durante todo este día estuvo bien, pero sin Ti. No viví en el espíritu, no seguí al Espíritu y no ejercité mi espíritu para ser uno contigo. Me porté muy bien y fui humilde, paciente, amoroso; pero no te tuve a Ti. Te ofendí y Te contradije; aun Te reemplacé y Te sustituí”. Espero que tengan la experiencia de esta etapa.

Pablo dijo: “Para mí el vivir es Cristo” (Fil. 1:21a). ¿Pueden decir que para ustedes, ser pacientes, ser humildes, amar a sus esposas o someterse a sus maridos es Cristo? La razón por la cual no pueden decirlo es porque en todas estas cosas son ustedes y no Cristo. Por lo tanto, si nosotros los cristianos verdaderamente amamos y vamos en pos del Señor, llegaremos a una etapa en la cual sentiremos que nos falta Cristo en nuestro vivir y que todavía tenemos muchos reemplazos que le sustituyen a Él. Cuando se enojan, su enojo no reemplaza a Cristo, pero cuando usted lo reprime apretando los dientes, usted está reemplazando a Cristo.

Una vez, hace muchos años, un hermano invitó a varios de nosotros a su hogar para una fiesta de amor. Pero su esposa, quien aún no había recibido al Señor, estaba disgustada por que nos había invitado. Este hermano trabajaba en la aduana. Antes de recibir al Señor, él acostumbraba a llevar a su esposa a entretenimientos y fiestas. Pero ahora que era salvo, su vida había cambiado completamente y le gustaba invitar a aquellos que éramos colaboradores y ancianos a su casa para comer juntos. Tal vez él exageró un poco, así que su esposa estaba muy molesta. Aquel día yo estaba entre los invitados y vi la situación con mis propios ojos. Tan pronto los hermanos entramos en la casa, nos dimos cuenta de que algo andaba mal. Él vivía en una casa grande, y había unos cuadros preciosos colgando a ambos lados del pasillo, pero aquel día cuando pasé por la puerta vi que los cuadros estaban en el piso. Inmediatamente nos dimos cuenta de que esto era una mala señal. Los cuadros no se cayeron por sí solos; habían sido quitados por la esposa. Afortunadamente su esposa no nos corrió, así que pasamos a la sala y nos sentamos. Después de aproximadamente media hora fuimos al comedor para tener la cena. Para nuestra sorpresa, los platillos y el arroz que estaba sobre la mesa estaban fríos. La esposa nos había servido sobras frías del día anterior. Nos miramos el uno al otro sin atrevernos a decir nada. ¡Nos preocupaba que el hermano perdiera su temperamento y discutiera con su esposa al frente de nosotros, y lo embarazoso que esto sería! Nos volvimos al Señor esperando que Él pudiera “calmar el viento y el mar” de modo que ellos no discutieran frente a nosotros. El hermano estaba titubeando si debería utilizar sus palitos para comer porque estaba muy mortificado; así que nosotros empezamos a comer esperando que él no dijera nada, y él se unió a nosotros. ¡Fue algo tremendo para él resistir tal insulto y no decir nada esa vez! Lo observé y estudié para ver si su control al insulto procedía de sí mismo o de Cristo. Más tarde encontré la respuesta a mi estudio. La mitad de ello era Cristo, pero la otra mitad todavía era él mismo; aun así le damos gracias al Señor que vimos un poco de Cristo allí.

¿Qué es la iglesia? La iglesia es Cristo. La iglesia es el Cuerpo de Cristo, la cual crece y se forma cuando tomamos a Cristo como nuestro disfrute cotidiano al comer y beber de Él. Esto se puede comparar con nuestro comer y beber diario. La comida y la bebida que digerimos, se convierten en los elementos constituyentes de nuestro cuerpo. Cuando disfrutamos las riquezas de Cristo, llegamos a ser la plenitud de Cristo.

(Lo ilimitado y todo-inclusivo que es Cristo, capítulo 4, por Witness Lee)