Lo ilimitado y todo-inclusivo que es Cristo, por Witness Lee

LAS OBRAS QUE EL SEÑOR LOGRÓ EN SUS PROCESOS

Tenemos que ver que nuestro Señor no fue el fundador de una religión, sino Aquel que murió y resucitó. Desde el momento que se encarnó hasta que ascendió, Él hizo un buen número de obras grandiosas. Ya señalamos en el segundo capítulo que el hecho de que Él era todo-inclusivo e ilimitado se manifestaba en Su obra. Debido a diferentes limitaciones, no fui lo suficientemente explícito en ese mensaje, por lo que desearía añadir una palabra adicional.

Nuestro Señor se encarnó, pasó por el vivir humano, pasó a través de la muerte, entró en resurrección y ascendió a los cielos. ¿Qué comisión logró Su obra? El primer paso que dio fue traer a Dios desde los cielos para introducirlo en el hombre. Anteriormente, en los cuatro mil años de la historia humana, nadie jamás había tenido a Dios dentro de él. Sean sabios o pecadores, sean buenos o malos, todos eran iguales con respecto al hecho de que ninguno tuvo a Dios dentro de él. Entonces, un día, en la ciudad de David, un niño nació que fue puesto en un pesebre, y dentro de este niño estaba Dios. La encarnación del Señor Jesús trajo al Dios Triuno completo —el Padre, el Hijo y el Espíritu— y lo introdujo en el hombre. Aquel día, sobre la tierra hubo un descendiente de Adán, quien era Jesús el nazareno, que tenía a Dios dentro de Él. El Dios completo fue introducido en el hombre. Por lo tanto, mientras Jesús estaba sobre la tierra en esos treinta y tres años y medio, llegó a ser una persona misteriosa en gran manera. Él era un hombre genuino; no obstante, era Dios quien vivía en Él. Esto es muy misterioso.

Entonces cuando Él fue a la cruz, se llevó al hombre creado, quien ahora Él había llegado a ser, con toda la creación, el diablo y el pecado, para ser crucificados allí. Como una escoba gigante, la cruz le dio a todo el universo una barrida completa y así terminó toda la vieja creación. Satanás fue terminado, los demonios fueron aniquilados, el pecado fue limpiado, y a ustedes y a mí también allí se nos dio fin. ¡Aleluya, ésta es la cruz!

Como he dicho antes, cuando el Señor Jesús murió, Él pasó a través de la muerte, y mientras pasaba por la muerte, Él hizo una gran obra. Él murió en siete estatus: como el Cordero de Dios, como la serpiente de bronce, el postrer Adán, el Primogénito de toda la creación, un hombre en la carne, el pacificador y el grano de trigo divino. Él pasó a través de la muerte en muchos estatus, y en el proceso, Él logró una obra particular en cada estatus. Como el Cordero de Dios, quitó nuestros pecados. Como la serpiente de bronce, juzgó nuestra naturaleza pecaminosa. Como el postrer Adán, le puso fin a nuestro viejo hombre. Como el Primogénito de toda creación, le puso fin a toda la vieja creación. Como un hombre en la semejanza de carne, condenó al pecado en la carne. Como el Pacificador, abolió la ley de las ordenanzas. Además, como el grano de trigo, liberó la vida divina. Si Él no hubiera muerto, la vida divina no hubiera podido ser liberada. Pero una vez que murió, la vida divina fue liberada del cascarón del grano de trigo. Su muerte fue verdaderamente un paso grandioso en Su obra. Él logró hacer una gran obra al pasar por la muerte.

Al llevar a cabo Su gran obra también descansó. Mientras estaba descansando, Él fue en Su Espíritu viviente al lugar donde están encarcelados temporalmente los espíritus angélicos caídos, y allí les proclamó Su victoria. Por lo tanto, en 1 Pedro 3:18 dice que Cristo, por un lado, fue muerto en la carne, pero por el otro fue vivificado en el Espíritu. Esto es exactamente lo que le pasa a un grano de trigo que se siembra en la tierra. El cascarón exterior, decae y muere; pero con la vida interior, su función orgánica es activada y comienza a vivir a fin de crecer. Por lo tanto, cuando el Señor Jesús pasó a través de la muerte y logró Su obra, Él fue fortalecido, vivificado, en Su Espíritu viviente, y entonces salió de la muerte. Ésa fue Su resurrección.

En tal resurrección Él introdujo al hombre en Dios. En Su encarnación Dios fue introducido en el hombre, mientras que en Su resurrección el hombre fue introducido en Dios. ¡Debemos agradecer y alabar al Señor y gritar de alegría! Hoy hay un hombre sentado en el trono en los cielos. Cuando Esteban estaba siendo apedreado, él vio los cielos abiertos y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios. En la actualidad, hay algunos teólogos que no creen que el Señor Jesús sigue siendo un hombre después de Su resurrección. Ellos dicen que el Señor Jesús fue un hombre solamente desde Su nacimiento hasta Su crucifixión, y que después de Su resurrección de entre los muertos Él dejó de ser un hombre. Ellos dicen que cuando Él nació se vistió de humanidad, pero cuando resucitó, se despojó por completo de la humanidad. Por lo tanto, dicen que hoy Él no es un hombre; dicen que es sólo Dios. Pero esto es una herejía. La Biblia nos dice claramente que en los cielos Él todavía tiene Su humanidad. Antes de Su encarnación, nuestro Señor era sólo Dios, no era hombre. Desde que Él se vistió de carne y nació en la tierra, Él no sólo es Dios, sino que también es hombre. Después de Su resurrección y ascensión no sólo es Dios, sino que también es hombre. No obstante, antes de Su resurrección, Su humanidad pertenecía a la vieja creación. Pero después de Su resurrección, Su humanidad de la vieja creación fue ascendida a la nueva creación. Esto se puede comparar a un grano de trigo, el cual es pequeño y marrón en su forma exterior. Pero cuando es sembrado en la tierra, su cascarón decae, y el germen interior brota. De esta manera, el grano cambia en su forma externa y se convierte en un retoño verde. El retoño echa tallo, y después salen las hojas verdes. Después de más crecimiento, aparecen las espigas de trigo. Así pues, después de que se producen las espigas, su forma y figura cambió.

En 1 Corintios 15 nos muestra que después de que el Señor Jesús resucitó de entre los muertos, todavía seguía siendo un hombre, sin embargo, Su cuerpo era un cuerpo resucitado. En la noche del día de Su resurrección, pese a que las puertas estaban cerradas, Él fue al lugar donde estaban Sus discípulos y se puso en medio de ellos. Los discípulos creyeron que era un espíritu; pero el Señor les mostró las marcas de los clavos en Sus manos y las marcas en Su costado para probarles que Él todavía tenía un cuerpo. ¿Cómo podemos explicar que el Cristo resucitado todavía tiene un cuerpo? Yo no sé cómo explicar esto. Hay muchas grandes cosas en este universo que no podemos explicar. Nuestro Señor resucitó, y como el Espíritu Él todavía tiene un cuerpo resucitado. Hasta el día de hoy Él sigue siendo un hombre en el trono. ¡Alabado sea Él!

(Lo ilimitado y todo-inclusivo que es Cristo, capítulo 3, por Witness Lee)