Estudio-vida de Levítico, por Witness Lee

DOS FORMAS DE OFRENDA DE HARINA

En Levítico 2 vemos que la ofrenda de harina tenía distintas formas. Ahora veremos dos formas específicas de la ofrenda de harina. La ofrenda de harina podía ser presentada en forma de harina mezclada con aceite o en forma de torta. Aquélla representa a Cristo el individuo y también al cristiano como individuo, mientras que ésta representa al Cristo corporativo, Cristo con Su Cuerpo, la iglesia. El Nuevo Testamento revela que Cristo, el individuo, se ha convertido en el Cristo corporativo (1 Co. 12:12), representado por la torta. Pablo dice: “Nosotros, con ser muchos, somos un Cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan” (1 Co. 10:17). Este mismo pan es una “torta”.

Con relación a la ofrenda de harina, tenemos el aspecto individual y también el aspecto corporativo. Hoy Cristo no vive únicamente como individuo; Él vive también con Su Cuerpo, la iglesia. Cristo vive delante de Dios de manera corporativa. Él es la Cabeza y tiene Su Cuerpo con sus respectivos miembros. Por consiguiente, con la ofrenda de harina en forma de torta vemos la vida de iglesia.

A fin de obtener una ofrenda de harina en forma de torta, necesitamos flor de harina mezclada con aceite. La mezcla de la harina con el aceite producirá una masa. Luego la masa, al ser horneada, se convierte en una torta. Esta torta es un símbolo de la vida de iglesia. Este símbolo indica que, a la postre, la vida de Cristo y nuestra vida cristiana individual tienen como resultado una totalidad, y esta totalidad es la vida de iglesia.

La vida de iglesia no es una vida angelical, sino una vida llena de humanidad. Sin embargo, a algunos cristianos se les ha dicho que deben procurar ser como ángeles y dejar de vivir como seres humanos. Este concepto es totalmente erróneo. Si hemos de experimentar más la vida de iglesia, requerimos más humanidad. Por causa de la vida de iglesia, debemos ser muy humanos. No obstante, esta humanidad no debe estar separada del Espíritu Santo, sino que debe ser una humanidad que está mezclada con el Espíritu Santo y sobre la cual el Espíritu Santo ha sido derramado. En otras palabras, por causa de la vida de iglesia debemos ser personas aceitadas, es decir, personas que han sido aceitadas por el Espíritu y con el Espíritu. Además, no debemos tener levadura ni miel, sino poseer sal y olíbano. A nuestra vida se le debe aplicar mucha sal, la muerte de cruz, y debemos estar llenos de la resurrección. Ésta es la vida de iglesia apropiada.

Si queremos llevar una vida de iglesia semejante, debemos estar llenos de humanidad y vivir como hombres, no como ángeles. Sin embargo, hay algunas hermanas, e incluso algunos hermanos, que tratan de vivir como si fueran ángeles. Estos santos son peculiares y carecen de humanidad. Cuanto más usted procure ser como un ángel, más peculiar se volverá. En vez de ser humano, usted será un “fantasma”. Por tanto, quisiera recalcar una vez más que en la vida de iglesia necesitamos estar llenos de humanidad, pero no una humanidad que sea independiente del Espíritu Santo.

Debemos depender plenamente del Espíritu Santo, permitiendo que el Espíritu Santo nos aceite interiormente y se derrame sobre nosotros exteriormente. Si somos tales personas, seremos llenos del Espíritu. Tomaremos al Espíritu como nuestro centro y seremos poseídos por el Espíritu. Llevaremos también una vida en la que experimentaremos la sal y el olíbano, es decir, una vida que pasa por la muerte de Cristo y se lleva a cabo en Su resurrección. La sal pondrá fin a la levadura, a los gérmenes del pecado; la sal también pondrá fin a la miel, con lo cual aniquilará la vida natural. Ésta es la manera de llevar una vida de iglesia como ofrenda de harina.

La vida de iglesia como ofrenda de harina puede ser quemada para producir una fragancia que satisface a Dios, y la parte restante de dicha ofrenda llega a ser nuestro alimento. Esto significa que comeremos nuestra vida de iglesia, ya que la vida de iglesia será nuestro suministro diario. Por tanto, la ofrenda de harina que es nuestro suministro diario no es únicamente Cristo, sino Cristo con la vida de iglesia. Ahora nos alimentamos de Cristo y también nos alimentamos de la vida de iglesia. Comemos la ofrenda de harina no solamente en su primera forma, la harina, que es Cristo en su aspecto individual, sino que también comemos la ofrenda de harina en su segunda forma, la torta, que es el Cristo corporativo, la iglesia. Creo firmemente que en los días venideros, en todas las iglesias veremos la vida de iglesia como ofrenda de harina, una vida que primeramente satisface a Dios y que luego nos alimenta a nosotros.

(Estudio-vida de Levítico, capítulo 15, por Witness Lee)