Estudio-vida de Levítico, por Witness Lee

II. LA EFICACIA DE LA OFRENDA POR EL PECADO

La eficacia de la ofrenda por el pecado no radica únicamente en el hecho de que pone fin al pecado. El resultado tiene aun mayores consecuencias. En la ofrenda por el pecado, se le da muerte al hombre caído, al viejo hombre, incluido en la carne de Cristo (6:6); el pecado en la naturaleza del hombre caído es condenado (Ro. 8:3); Satanás, el pecado mismo, es destruido (He. 2:14); el mundo es juzgado; y el príncipe del mundo es echado fuera (Jn. 12:31). Ésta es la revelación contenida en la Palabra santa respecto a la eficacia de la ofrenda por el pecado.

Si recibimos esta revelación, veremos que tomar a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado no es simplemente cuestión de confesar nuestro pecado y que éste sea limpiado. Tomar a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado significa también que se le da fin a nuestro viejo hombre, a Satanás, al mundo y a la lucha por el poder. Ya que la eliminación de todas estas cosas está incluida en la ofrenda por el pecado, tomar a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado no es un asunto sencillo, sino algo que guarda relación con el hombre caído, con el pecado que mora en la naturaleza del hombre caído, con Satanás, con el mundo y con la lucha por el poder.

(Estudio-vida de Levítico, capítulo 19, por Witness Lee)