LA VIDA CRISTIANA:
UNA DUPLICACIÓN DE LA VIDA DE CRISTO
Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, Él era la flor de harina, Él fue aceitado con el Espíritu Santo, era continuamente sazonado con sal y vivió en resurrección, despidiendo el aroma del olíbano. Además, en Él no había levadura ni miel. Por tanto, Él podía ser una ofrenda de harina.
La situación con respecto a nosotros hoy debe ser igual. Esto significa que nuestra vida cristiana debe ser una duplicación, una fotocopia, de la vida de Cristo. Esto se revela claramente en Romanos 8.
Romanos 8 pone juntos a Cristo y a nosotros. Allí vemos la humanidad de Cristo (v. 3), el Espíritu de vida (v. 2), la cruz (v. 13) y la resurrección (v. 11), todo junto como uno solo. Esto nos muestra la clase de vida que debemos llevar hoy en día. Debemos llevar la misma vida que llevó Cristo. Él era un hombre, y nosotros también somos humanos. Él fue aceitado con el Espíritu, y nosotros también hemos sido aceitados con el Espíritu, al menos hasta cierto grado. Asimismo, hemos sido mezclados con el Espíritu de Aquel que levantó a Jesús de entre los muertos. Cristo fue sazonado con sal, fue crucificado, y nosotros también debemos hacer morir nuestro ser natural. Además, Cristo vivió en resurrección, y nosotros también podemos vivir en resurrección.
Romanos 8 revela definitivamente que debemos ser una duplicación del Cristo que es la ofrenda de harina. Debemos ser copias Suyas, reproducciones, y por ende, ser como Él es. Cristo llegó a ser una persona en la carne, y nosotros hoy somos personas en la carne. Como hombre en la carne, Cristo fue aceitado con el Espíritu. Hoy en día nosotros también somos aceitados por el Espíritu que mora en nosotros. El Espíritu mora en nosotros para efectuar la obra de aceitarnos. Ya que el Espíritu que mora en nosotros nos aceita, debemos poner nuestra mente en el espíritu, no en la carne (v. 6). Luego, por el Espíritu, debemos hacer morir los hábitos del cuerpo (v. 13). Si hacemos esto, viviremos, y esta vida será una vida en resurrección. Como resultado, seremos aptos para ser la ofrenda de harina que satisface a Dios.
El propósito de la ofrenda de harina es satisfacer a Dios. La mejor porción de la ofrenda de harina, la porción que contenía el olíbano, era quemada en el fuego para satisfacción de Dios. Hoy en día Cristo es la realidad de la ofrenda de harina. Sólo Él posee la fragancia que asciende a Dios para Su satisfacción. En todo el universo, Cristo es la única persona que puede ser ofrecida a Dios en el fuego para producir la fragancia que satisface Dios, lo alegra y le trae regocijo.
Como miembros de Cristo, debemos ser Su duplicación y llevar la misma clase de vida que Él llevó. Ésta es una vida en la cual la humanidad es aceitada con el Espíritu Santo. Día tras día necesitamos ser aceitados con el Espíritu Santo. Además, necesitamos recibir continuamente la sal, es decir, debemos experimentar la cruz de Cristo y hacer morir nuestras acciones naturales. Entonces viviremos en resurrección y tendremos el olíbano que satisface a Dios.
Todo el olíbano de la ofrenda de harina era quemado en el fuego. Esto indica que todo el olíbano era para Dios; ninguna porción del olíbano era para los sacerdotes. Esto nos muestra que todo el olíbano en Cristo como ofrenda de harina es quemado para producir una fragancia que satisface a Dios. Ésta fue la experiencia de Cristo. Puesto que somos miembros de Cristo, Su duplicación, ésta debe ser nuestra experiencia hoy en día.
(
Estudio-vida de Levítico, capítulo 15, por Witness Lee)