JEHOVÁ HACE UN NUEVO PACTO
CON LA CASA DE ISRAEL
Pone Su ley en sus partes internas
El último pasaje que tomaremos en consideración es Jeremías 31:33-34: “Éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, declara Jehová: Pondré Mi ley en sus partes internas, y sobre su corazón la escribiré; y Yo seré su Dios, y ellos serán Mi pueblo. Y ninguno enseñará más a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el pequeño de ellos hasta el grande, declara Jehová, porque perdonaré la iniquidad de ellos y no me acordaré más de su pecado”. Al hablar del nuevo pacto que Él haría con Sus elegidos, Dios dijo que Él pondría Su ley en sus partes internas. Ésta no es la ley de la letra, sino que es la ley de vida. Si la ley de Dios no fuera la ley de vida, Él no podría poner Su ley dentro de nuestro ser. La ley que Dios pone en nosotros es la ley de Su propia vida. La ley es en realidad la vida. Esto quiere decir que Dios se pone a Sí mismo como vida dentro de nosotros, y esta vida es la ley que Él ha puesto en nosotros.
La vida de Dios, la cual es Dios mismo, es una ley que nos regula. Tal como un gato es regulado por la ley de la vida gatuna y un ser humano es regulado por la ley de la vida humana, así también nosotros somos regulados por la ley de la vida divina.
Escribe Su ley en sus corazones
En el versículo 33 Dios, refiriéndose a Su ley, dice que “sobre su corazón la escribiré”. Dios no solamente pone Su ley en nuestras partes internas, sino que también la escribe sobre nuestros corazones. Aquí, escribir significa inscribir. Dios escribe Su ley en nuestro corazón al extenderse desde nuestro espíritu a nuestro corazón a fin de inscribir en nuestro ser todo cuanto Él es. Esto indica que en el nuevo pacto Dios no nos pide hacer nada, pues en el nuevo pacto Él lo hace todo.
Ellos llegan a ser Su pueblo,
y todos ellos le conocen,
desde el pequeño de ellos hasta el grande
Bajo el nuevo pacto de Dios, Israel será Su pueblo, y Él será su Dios. Hoy en día nosotros, como creyentes en Cristo, somos el pueblo de Dios, y Él es nuestro Dios.
En el versículo 34 Dios dice: “Todos me conocerán, desde el pequeño de ellos hasta el grande”. Conocer a Dios no solamente significa que sabemos que Él es triuno y que Él es santo y justo. Conocer a Dios es vivir a Dios, y vivir a Dios es conocer a Dios. Por ejemplo, tal vez nosotros odiemos, pero Dios ama. Por tanto, si conocemos a Dios, le viviremos al amar a los demás. Además, Dios es compasivo. Conocerle es vivirle como Aquel que es compasivo. Esto es algo que los ancianos en particular necesitan hacer. Un anciano compasivo es un anciano que conoce a Dios. Más aún, Dios es considerado con las personas. Conocerle es vivirle como Aquel que es considerado con las personas.
Podemos conocer a Dios de este modo únicamente porque Él puso Su vida en nosotros, y esta vida es Dios mismo. Esta vida es nuestra ley interna de vida junto con su capacidad inherente. Todos nosotros, como creyentes en Cristo, del menor al mayor, tenemos esta capacidad de conocer a Dios al vivirle.
Dios perdona la iniquidad de ellos
y no se acuerda más de su pecado
En la última parte del versículo 34 Dios dice: “Perdonaré la iniquidad de ellos y no me acordaré más de su pecado”. Como dijimos en el mensaje anterior, esto implica la redención (Ef. 1:7). Puesto que Dios perdona, conocer a Dios es perdonar a los demás y no recordar su pecado. Esto es expresar en nuestro vivir la redención de Cristo.
Todos los asuntos hallados en Jeremías 31:33-34 son desarrollados en el Nuevo Testamento. En Hebreos 8 Pablo cita estos versículos a fin de mostrarnos que hoy en día tenemos la ley interna, la ley de vida. En el nuevo pacto, que es el mejor pacto (He. 7:22), Dios se puso a Sí mismo en nosotros como vida, y esta vida es nuestra ley interna. Esta ley interna es nuestra capacidad de vivir a Dios a fin de ser el pueblo de Dios. Por tanto, podemos vivir y tener nuestro ser del mismo modo en que Dios lo hace. Él es perdonador y no recuerda los pecados de Su pueblo, y nosotros podemos ser iguales.
(Estudio-vida de JeremÃas y Lamentaciones, capítulo 3, por Witness Lee)