LA MANERA EN QUE DIOS
HACE QUE CRISTO LO SEA TODO,
EL CENTRO Y CIRCUNFERENCIA, PARA ISRAEL
Hemos visto que el tema de Jeremías es que Dios lleva a cabo Su economía al disciplinar en amor a Israel, Su elegido, con Su tierno cuidado, compasión y conmiseración, y al juzgar en justicia a las naciones como corresponde a Su amor, a fin de que Israel manifieste a Cristo —quien es su justicia divina al ser para ellos su centralidad y universalidad— por medio de que ellos sean hechos una nueva creación que posee la ley interna de la vida divina y la capacidad propia de esta vida para conocer a Dios (31:33-34). A este respecto, quisiera hacer la siguiente pregunta: ¿de qué modo Dios hace que Cristo lo sea todo, el centro y circunferencia, para el pueblo de Israel? Alguno podría responder esta pregunta diciendo que la manera en que Dios hace esto consiste en que Cristo sea encarnado como el Renuevo de David, sea crucificado y, entonces, llegue a ser el Espíritu vivificante en resurrección. Esto, sin embargo, es el medio por el cual Dios hace que Cristo sea todo para nosotros; no es la manera en que Dios hace que Cristo sea todo para nosotros.
La manera en que Dios hace que Cristo sea todo para Su pueblo involucra la justicia, la redención y la vida divina. Hemos visto que Cristo es hecho justicia de Dios para nosotros. Ahora debemos ver que para esto era necesaria la redención. Sin la redención, Cristo no puede ser hecho justicia para nosotros. Aparte de la redención, Dios no puede darnos nada. La base sobre la cual la vida divina nos es dada, es la redención de Cristo.
La redención está implícita en la profecía de Jeremías acerca del nuevo pacto hallada en Jeremías 31:33-34. La última parte del versículo 34 dice: “Perdonaré la iniquidad de ellos y no me acordaré más de su pecado”. Según Efesios 1:7 el perdón equivale a la redención. Este versículo dice: “En quien [Cristo] tenemos redención por Su sangre, el perdón de los delitos”. Aquí, la redención y el perdón están en aposición, lo cual indica que se refieren a lo mismo. Es con esta base que afirmamos que la redención está implícita en la palabra acerca del perdón contenida en Jeremías 31:34. Dios, en el nuevo pacto, perdonará nuestra iniquidad. Esto guarda relación con la redención.
La manera en que Dios hace que Cristo lo sea todo para Sus elegidos es mediante la justicia y la redención; y también es mediante la vida divina. La vida divina es dada sobre la base de la obra redentora de Cristo a través de la justificación por parte de Dios, la cual se basa en Su justicia. La vida implica la ley de vida con su habilidad y capacidad correspondientes. Estos tres asuntos —la justicia, la redención y la vida— son plenamente desarrollados en el Nuevo Testamento. Aunque la manera en que Dios hace que Cristo lo sea todo para nosotros es desarrollada en el Nuevo Testamento, ya es revelada intrínsecamente en el libro de Jeremías. Esto significa que en Jeremías vemos algo del Nuevo Testamento.
Aparentemente Jeremías es un libro que trata sobre el pecado y maldad de Israel y la disciplina que Dios aplica a Israel. Pero, en realidad, no es así. El libro de Jeremías, al igual que la Biblia en su conjunto, no fue escrito con este propósito. La Biblia, incluyendo el libro de Jeremías, fue escrita para la economía de Dios. Fue escrita para mostrarnos que Dios desea ser aumentado, agrandado, a fin de obtener una plenitud que sea la expresión de Sí mismo. Puesto que éste es el tema y contenido de toda la Biblia, ¿por qué el tema y contenido de Jeremías habría de ser diferente? El elemento básico de la palabra divina en Jeremías no es el pecado de Israel ni la correspondiente disciplina de parte de Dios; el elemento básico es la economía de Dios. Éste es un asunto crucial que todos debemos ver.
(Estudio-vida de JeremÃas y Lamentaciones, capítulo 2, por Witness Lee)