LA CRUZ Y EL ESPÍRITU
En este capítulo continuaremos hablando acerca de la cruz y el Espíritu. La cruz denota muerte, mientras que el Espíritu denota resurrección. La vida que nosotros llevamos como Dios-hombres en el Cuerpo de Cristo debe ser una vida en la que continuamente experimentamos la muerte y la resurrección. La muerte nos saca de Adán, esto es, de la vieja creación. La muerte de Cristo puso fin a la vieja creación, la cual nos incluye a nosotros; de hecho, nosotros somos los principales constituyentes de la vieja creación. Hoy en día la vida que llevamos en el Cuerpo de Cristo es una vida en la que somos rescatados de Adán y la vieja creación es eliminada. Sin embargo, esto solamente tiene que ver con el aspecto negativo. Nosotros no nos detenemos aquí. Además de esto, tenemos el aspecto positivo de entrar en Cristo y en la nueva creación. Según el principio que nos presenta el Nuevo Testamento, la cruz da por resultado la resurrección. En la cruz Cristo acabó con la vieja creación a nuestro favor para que pudiéramos ser librados de la esfera de Adán; y en la resurrección, Él nos dio vida y nos hizo nacer en Su nueva creación. Es en la nueva creación que nosotros podemos llevar a cabo la economía de Dios.
Los cinco pasos principales de la economía de Dios son: encarnación, vivir humano, muerte, resurrección y ascensión. Conforme al principio neotestamentario, la resurrección está unida a la ascensión y viceversa. De manera que cuando se menciona la resurrección, ésta incluye la ascensión. De estos cinco pasos principales de la economía de Dios, solamente Su crucifixión y resurrección son reales y prácticas en nosotros. Nosotros no podemos experimentar Su encarnación; Cristo llevó esto a cabo solo. Tampoco, en cierto sentido, necesitamos experimentar Su vivir humano. Sin embargo, en la vida que llevamos en el Cuerpo de Cristo necesitamos experimentar la cruz sin cesar y experimentar la muerte continuamente, porque sin la muerte, no puede haber vida. La muerte no es el final; antes bien, es sólo cuando se experimenta la muerte que se puede experimentar la vida. De hecho, la muerte y la vida son dos aspectos de una misma cosa. Cuando un grano de trigo cae en la tierra y muere, aparentemente muere, pero en realidad hay vida dentro del grano (Jn. 12:24). Cuando el grano experimenta una transformación en la tierra, la muerte opera externamente, pero la vida está en el interior del grano. Por esta razón, si no se experimenta la muerte, no se puede experimentar la vida; una vez que la muerte opera, tenemos la vida.
(Visión que nos rige y nos regula según se halla en la Biblia, La, capítulo 5, por Witness Lee)