Visión que nos rige y nos regula según se halla en la Biblia, La, por Witness Lee

LA VIDA CRISTIANA DEPENDE DE QUE EXPERIMENTEMOS DIARIAMENTE LA CRUZ Y EL ESPÍRITU

Ahora debemos proseguir para ver la manera en que experimentamos los diferentes pasos de la economía de Dios. De entre los diferentes pasos de la economía de Dios, sólo se requiere que experimentemos dos de ellos diariamente: no la encarnación ni el vivir humano, sino la muerte y la resurrección. La cruz es sinónimo de la muerte, y el Espíritu es sinónimo de la resurrección. El hermano Nee dijo que la realidad de la resurrección es el Espíritu Santo, y que el Espíritu Santo es la realidad de la resurrección; sin el Espíritu Santo, no hay resurrección. En Juan 11:25 el Señor Jesús dijo: “Yo soy la resurrección y la vida”. Esto indica que la resurrección es una persona. Por lo tanto, la realidad de la resurrección es Cristo que llega a ser el Espíritu vivificante. Hoy en día, como Dios-hombres que somos, debemos vivir la vida del Dios-hombre, la cual es una vida en la que experimentamos la muerte y la resurrección, es decir, una vida en la que experimentamos la cruz y el Espíritu.

Nuestra vida cristiana depende enteramente de dos cosas: la cruz y el Espíritu vivificante. El significado de la cruz posee dos aspectos: el aspecto de la redención y el aspecto de la vida. El cristianismo conoce únicamente el aspecto superficial de la redención. La estrofa 1 de Himnos, #486 dice así:

Guárdame en Tu cruz, Señor;     Su preciosa fuente Del Calvario trae salud,     Abundantemente.

En la cruz, en la cruz,     Sea mi gloria siempre; A Tu cruz se aferrará     Mi alma eternamente.

Este himno tiene que ver con la obra redentora de Cristo, esto es, con Su muerte en la cruz a nuestro favor. Sin embargo, la muerte de Cristo en la cruz tiene otro aspecto, a saber, el hecho de que nosotros morimos con Él. El hecho de que Él murió por nosotros corresponde al aspecto de la redención, pero el hecho de que nosotros morimos con Él corresponde al aspecto de la vida.

En nuestro himnario hay varios himnos que de manera particular tratan el asunto de que hemos muerto juntamente con Cristo en la cruz. Uno de estos himnos es Hymns, #477. El himno (sin el coro) fue escrito en el tercer siglo; más tarde, A. B. Simpson, el fundador de la Alianza Cristiana Misionera, añadió el coro. Este himno es sencillo pero a la vez misterioso. Es un himno sobre la experiencia de la vida interior y fue traducido al chino por el hermano Nee. La primera estrofa dice:

Aunque mil veces Cristo Naciera en Belén, Si Él en ti no nace, Desdicha a tu alma es. La cruz en el Gólgota, Jamás te salvará; Sólo la cruz en tu corazón Tu ser puede sanar.

Estas palabras demuestran una experiencia. Si la cruz únicamente permaneciera en el Gólgota, sin entrar en usted, únicamente podría redimirlo mas no salvarlo. Una cosa es ser redimido, y otra es ser salvo. La frase tu ser puede sanar alude a la salvación, no a la redención. La cruz en Gólgota con el derramamiento de la sangre es plenamente capaz de redimirlo; pero esta cruz debe entrar en usted como una herramienta del Espíritu, a fin de que pueda sanarlo y salvarlo.

El coro que A. B. Simpson añadió fue escrito de una manera muy apropiada y acertada. Dice:

Te tomo, oh, cruz de Cristo     Hoy en mi corazón, Para que muera al ego yo     Y viva en resurrección.

Esto fue escrito totalmente desde una perspectiva subjetiva, no objetiva. La cruz objetiva en Gólgota no puede entrar en nosotros. La cruz que entra en nuestro corazón es la cruz que ha llegado a ser nuestra experiencia subjetiva a fin de que nosotros vivamos por el Señor de manera práctica. Debemos cantar este himno una y otra vez en nuestra vida diaria.

En la estrofa 2 se halla el punto culminante de este himno, pero lamentablemente la mayoría de las personas que lo cantan no presta atención a su profundo significado. Esta estrofa dice:

Oh hombre, lo que ames, Tú llegarás a ser; Polvo, si el polvo amas, Dios, si lo amas a Él. Oh, sal para que Él entre; No seas, y Él será. Si mueres tú, Él vive, Espera, Él suplirá.

La palabra polvo no se refiere al polvo físico, sino al mundo. La frase no seas, y Él será significa que si nosotros dejamos de existir, Dios entonces existirá. En otras palabras, no debemos tener el pensamiento de llegar a ser alguien, pues en realidad no somos nada. No debemos pensar que somos alguien, pues sólo Dios es. Hebreos 11:6 dice que la fe consiste en creer que Dios es y que nosotros no somos. Cuando nos acercamos a Dios, debemos creer que Dios es y nosotros no. Esto concuerda con la afirmación de Pablo: “Ya no [...] yo, mas [...] Cristo” (Gá. 2:20). “Ya no vivo yo” significa que ya no soy yo; “mas vive Cristo” significa que únicamente Cristo es.

La frase que Tú eres todo y nada soy de la estrofa 2 de Himnos, #173 tiene el mismo significado. Hace poco leí una biografía de John Nelson Darby. En la primera página él dice: “Oh el gozo de no tener nada ni ser nada ni ver nada, sino al Cristo vivo en gloria, y no tener otra preocupación que Sus intereses aquí en la tierra”. Él dijo estas palabras cuando era de edad avanzada, cuando no anhelaba ser nada, ni tener nada ni tampoco le preocupaba nada, sino únicamente Cristo y Sus intereses en la tierra. ¡Qué gozo más grande es éste! Por lo tanto, “Si mueres tú, Él vive, / Espera, Él suplirá”. A través de los siglos ha habido santos que han experimentado esto. Hoy nosotros debemos experimentar esto aún más.

La cruz que experimentamos hoy no es sólo la muerte vicaria y objetiva, sino más aún la muerte subjetiva que experimentamos juntamente con el Señor. Esta experiencia hace que seamos nada y que Dios sea todo para nosotros. Como resultado, llegamos a ser Dios-hombres. Todo lo que usted ama, eso es lo que usted llega a ser. Si ama a Dios, llegará a ser Dios. ¿Dónde queda su yo? Queda en la cruz. Himnos, #297 también es un himno que nos habla sobre la experiencia subjetiva de la cruz:

Si resurrección anhelo,     Tengo que la cruz amar; De la muerte surge vida,     De la pérdida, el ganar.

Muerte vida trae,     Muerte vida trae, Surge vida de la muerte,     Muerte vida trae.

Para que se forme Cristo,     Yo no debo más vivir. Bajo de la cruz viviendo,     Mi alma tiene que morir.

Si me clava Dios con Cristo,     Por Su Espíritu a la cruz; Sólo así Su muerte obrando     Vida en mí saldrá a la luz.

Himnos, #200, otro himno de A. B. Simpson, también nos habla de la experiencia subjetiva de nuestra muerte con Cristo y de nuestra resurrección con Cristo:

En la cruz estoy con Cristo, Y me libertó la cruz, Fui con Él resucitado, Vive en mi espíritu.

¡Oh, qué dulce es morir con Cristo! Para el mundo, el mal y el yo; ¡Oh, qué dulce es vivir con Cristo! Mientras reina en mi interior.

El misterio de los siglos, Por la fe se reveló; La esperanza de la gloria: Cristo en mí, proclamo yo.

El secreto de la siega, Muerto el grano vida da; Y el árbol injertado, Rica vida obtendrá.

Aprecio mucho la estrofa 3, que dice que un grano de trigo cuando es enterrado no muere, sino que vive y crece. La vida se levanta de la muerte. ¡Cuán maravilloso es esto! ¿Dónde estamos hoy? Estamos en la cruz. Cuando estamos en la cruz, estamos en el Espíritu de resurrección. Gálatas 2:20 dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. El Cristo que vive en mí es el Espíritu consumado, compuesto, todo-inclusivo, vivificante, que mora en nosotros y ha sido siete veces intensificado. Es de esto que nos habla Himnos, #242:

¡Señor, la vida en mí eres Tú,     Y todo para mí! Tan accesible y subjetivo,     Te experimento así.

Tú, el Espíritu eres,     Querido y cerca a mí; ¡Cómo disfruto que estás     Tan disponible a mí!

Tú suples abundantemente     Lo que me falta aquí; Muy suficiente y preparado     Para aplicarte en mí.

Tu unción tan dulce con Tu poder,     Sostiene al débil hoy; Al impartirme Tu energía,     Fortalecido soy.

Tu ley de vida en mi corazón,     Regula mi andar; Y con Tu rica realidad     Me vas a saturar.

Conmigo uno siempre eres Tú,     ¡Perfecta unidad! ¡Un solo espíritu conmigo     Por la eternidad!

(Visión que nos rige y nos regula según se halla en la Biblia, La, capítulo 4, por Witness Lee)