LA ECONOMÍA DE DIOS
SEGÚN SE REVELA EN EL NUEVO TESTAMENTO
Ahora quisiéramos ver la economía de Dios según se revela en el Nuevo Testamento. El primer capítulo del Nuevo Testamento nos muestra la encarnación de Dios, Dios que llega a ser hombre, y el último capítulo nos nuestra la Nueva Jerusalén. El Nuevo Testamento así como también la economía de Dios abarcan desde la encarnación de Dios hasta la Nueva Jerusalén.
La primera sección
de la economía de Dios
La economía de Dios consta de dos secciones: la primera sección empieza con Dios que se hizo carne, y la segunda empieza con esta carne, el postrer Adán, que llegó a ser el Espíritu vivificante. La primera sección nos muestra a Dios que llega a ser carne, y la segunda nos muestra que la carne llega a ser el Espíritu. Ambas secciones son hechos que se cumplieron en Cristo. A fin de que se llevara a cabo la sección de Dios hecho carne, se requirieron treinta y tres años y medio, lo cual incluye la obra y ministerio de Cristo en la tierra. Esta sección de Su obra y ministerio concluyó en Su resurrección. En Su resurrección Su carne fue transfigurada en el Espíritu. Cuando entró en la resurrección, Él en seguida inició una nueva etapa de Su ministerio. En esta nueva etapa Él lleva a cabo Su ministerio no en la carne, sino como el Espíritu. La etapa en Su carne sólo se extiende desde Su encarnación hasta Su resurrección, porque en Su resurrección Su carne fue transfigurada en el Espíritu.
Dios se hizo carne y vivió por treinta y tres años y medio. Luego murió en la cruz y fue sepultado en el sepulcro. Esta carne fue resucitada luego de morir y ser sepultada en el sepulcro; esta carne no permaneció en la tierra. Cuando el Señor iba a ser sepultado, dos discípulos que eran personas de renombre, Nicodemo y José de Arimatea, vinieron y se llevaron Su cuerpo, lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas y lo pusieron en el sepulcro (Jn. 19:38-42). Después de Su resurrección, y antes de que saliera del sepulcro, el Señor puso los lienzos ordenadamente y dobló cuidadosamente el sudario. En la mañana de Su resurrección, cuando los discípulos vinieron al sepulcro, ellos supieron que el cuerpo del Señor no había sido robado por nadie ni encontraron ningún problema, puesto que los lienzos con los que había sido envuelto estaban allí puestos ordenadamente (20:5-7). Lo que Nicodemo y José de Arimatea hicieron al Señor fue de crucial importancia, puesto que ello permitió que quedara prueba de que Él había resucitado con un cuerpo.
Un hermano que anteriormente fue colaborador mío dijo que no creía que el Señor Jesús todavía fuera un hombre después de Su resurrección. Él decía que el Señor Jesús se hizo hombre y fue un hombre únicamente hasta Su resurrección, que cuando resucitó se despojó del “hombre” del que se había vestido en Su encarnación, y que hoy en día el que está en el cielo no es un hombre, sino Dios solamente. Esto es completamente errado. El Señor Jesús mismo habló claramente en cuanto a esto. Cuando el sumo sacerdote lo interrogó, preguntándole si Él era o no el Hijo de Dios, Él contestó: “Veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder” (Mt. 26:64). Esto indica que el Cristo ascendido sigue siendo el Hijo del Hombre. Después de la ascensión del Señor, Esteban vio al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios (Hch. 7:56). Además, en otra ocasión el Señor Jesús dijo que el Hijo del Hombre vendría sobre las nubes del cielo (Mt. 24:30).
Hebreos 1 dice que Cristo en Su segunda venida es el Hijo primogénito de Dios (v. 6). Por mucho tiempo yo me pregunté por qué este versículo llamaba a Cristo en Su segunda venida “el Primogénito”. Cristo como el Hijo unigénito de Dios sólo poseía divinidad mas no el elemento humano; sin embargo, en Su segunda venida Cristo es el Hijo primogénito de Dios, quien posee tanto divinidad como humanidad como un Dios-hombre que es, y quien todavía tiene un cuerpo humano. ¿Cómo sabemos que Cristo todavía tiene un cuerpo humano después de Su resurrección? Porque en la mañana del día de la resurrección del Señor, los discípulos vieron que Su tumba estaba vacía y que Su cuerpo ya no estaba allí. Luego, en la noche de ese mismo día, mientras las puertas estaban cerradas en el lugar donde estaban los discípulos, de repente Jesús vino y se puso en medio de ellos y les mostró Sus manos y Su costado (Jn. 20:19-20). Por lo tanto, es claro que después de Su resurrección Él todavía posee un cuerpo humano; sin embargo, en la resurrección ese cuerpo humano fue transfigurado en un cuerpo espiritual. Puesto que es espiritual, ya no es un cuerpo carnal, es decir, no es un cuerpo de la carne caída, sino un cuerpo espiritual y glorioso. Filipenses 3:21 dice que nuestro cuerpo será transfigurado para ser conformado al cuerpo de la gloria Suya. Hoy en día Él todavía está en Su cuerpo glorioso esperándonos a nosotros, los creyentes, a que seamos arrebatados y nuestros cuerpos sean transfigurados a fin de ser iguales a Su glorioso cuerpo.
Así pues, vemos claramente que la economía de Dios tiene dos secciones. La primera sección es la encarnación de Dios, la cual incluye cuatro pasos: la encarnación, el vivir humano, la muerte y la resurrección. Fue en la resurrección que Él concluyó la etapa de la encarnación al ser transfigurado de la carne al Espíritu. Hoy en día nuestro Cristo es el Cristo pneumático.
(
Visión que nos rige y nos regula según se halla en la Biblia, La, capítulo 1, por Witness Lee)