Lecciones básicas acerca de la vida, por Witness Lee

II. LA FUENTE DEL SENTIR DE VIDA

A. La vida divina, la cual tiene el sentir más rico, más intenso y más agudo

Todo tipo de vida tiene su propio sentir. Si un ser no siente, es porque no tiene vida; es algo inerte. Una piedra no siente nada, pero todo ser vivo tiene sensibilidad. Cuanto más elevada sea la clase de vida, más intenso será el sentir. La vida divina, por ser la más fuerte y la más elevada, tiene el sentir más rico, más intenso y más agudo (v. 18). La vida divina es el primer aspecto de la fuente del sentir de vida. Según Efesios 4:18-19, los incrédulos perdieron toda sensibilidad por estar alejados de la vida de Dios. Si somos uno con Dios, tendremos el sentir más rico, más intenso y más agudo.

B. La ley de vida: la capacidad y la función innatas de la vida

La ley de vida es la capacidad y la función innatas de la vida (Ro. 8:2; He. 8:10) y es otro aspecto de la fuente de vida. Puesto que esta ley de vida actúa en nosotros, produce cierta sensación; por eso, decimos que es un aspecto del origen del sentir de vida. Romanos 8:2 habla de la ley del Espíritu de vida, y Hebreos 8:10 dice que esta ley está inscrita en nuestros corazones.

C. El Espíritu Santo: el aceite de la unción

El Espíritu Santo —el aceite de la unción— también es un aspecto de la fuente del sentir de vida (Ro. 8:11; 1 Jn. 2:27). Éxodo 30 habla del aceite de la unción, el ungüento compuesto que se usaba para ungir el tabernáculo y los sacerdotes. En la antigüedad, el tabernáculo con todos sus utensilios así como los sacerdotes eran ungidos con este ungüento. En la actualidad, el Espíritu Santo es el ungüento para toda la iglesia y para todos los santos. El Espíritu nos unge continuamente, y esta unción es una especie de obra y acción interna que nos proporciona el sentir de vida. Este Espíritu también es la fuente del sentir de vida.

(Lecciones básicas acerca de la vida, capítulo 11, por Witness Lee)