VII. NUESTRO ESPÍRITU DEBE SER
EL MEDIO DE NUESTRA ADORACIÓN
Según Juan 4:24, nuestro espíritu debe ser el medio de nuestra adoración. Debemos adorar a Dios el Espíritu en nuestro espíritu y con nuestro espíritu. Muchos santos se reúnen con el simple fin de juntarse con otros, pero no para adorar. Es posible estar formalmente en una reunión sin rendir al Señor la adoración verdadera que Él desea. Adorar es ejercitar el espíritu. La adoración comienza en el momento en que empezamos a ejercitar nuestro espíritu. Podríamos pensar que la adoración comienza cuando alguien pide un himno o cuando alguien empieza a orar, pero en realidad nuestra adoración comienza cuando nuestro espíritu se activa y empieza a ejercitarse.
En otras palabras, en una reunión podemos cantar muchos himnos, sin adorar a Dios. Es posible que leamos muchos versículos de la Biblia sin rendir a Dios ninguna adoración. Incluso podemos orar sin adoración alguna. En muchos presuntos servicios cristianos, ellos cantan, leen la Biblia, oyen un sermón y reciben bendiciones, todo ello sin el ejercicio del espíritu. Allí no hay adoración porque nadie ejercita su espíritu.
Nuestras reuniones deben estar llenas del ejercicio del espíritu. Cuando nos reunimos, antes de cantar, orar, leer, o iniciar cualquier actividad, todos debemos ejercitar nuestro espíritu. Es necesario que en todas nuestras reuniones prevalezca un espíritu de adoración. Muchas veces los ancianos ejercitan su espíritu para comenzar la reunión. Luego, ellos despiertan el espíritu de otros. Eso no es lo más recomendable. Todos los santos deben ejercitar su espíritu. Debemos ayudar a los santos a comprender que necesitamos ejercitar el espíritu para adorar. Nuestro espíritu debe adorar a Dios directamente por encima de los cantos, la lectura y oraciones elaboradas.
(Lecciones básicas acerca de la vida, capítulo 17, por Witness Lee)