“REBOSAR” Y ESTAR FUERA DE NOSOTROS MISMOS
EN LAS REUNIONES DE GRUPO
Las reuniones de grupo en las que los santos “rebosan” constituyen las reuniones apropiadas de la iglesia y la vida apropiada de iglesia. Una reunión de grupo es una reunión llena de mutualidad. En tales reuniones todos hablan y todos “rebosan”. Tales reuniones están llenas de actividad. Es dudoso que las reuniones de los miles de nuevos creyentes del Día de Pentecostés tuvieran cierta secuencia, donde un hermano en particular oraba, otro pedía un himno y un hermano designado leía las Escrituras. Ellos simplemente “rebosaban”, cantaban y testificaban en sus reuniones de grupo.
Muchas veces si ninguno instruye a los santos a que comiencen a leer la Biblia, a orar o a cantar, nadie lo hace. No deberíamos necesitar instrucción en cuanto a qué hacer en las reuniones. Somos personas vivientes. Deberíamos venir a las reuniones cantando y alabando. Sin embargo, en muchas de las reuniones hoy en día, si nadie dice: “Leamos la Biblia”, nadie abre la Biblia. Ese tipo de reunión está muy conformado a la manera tradicional de la religión. Muchas veces nuestra lectura de la Biblia en las reuniones es hecha de una manera fija. Es de la carne hacer algo con el propósito de ser diferente de la religión, pero no tenemos que actuar igual todas las veces. Si cierto versículo es maravilloso para nosotros, podríamos leerlo de una manera viva. Si en una larga lista de versículos encontramos Hebreos 10:24-25, podemos decir: “¡Aleluya por Hebreos 10:24-25!”, y leerlo antes de leer los otros versículos. Luego, cuando llegamos a la frase estimularnos al amor y a las buenas obras, podríamos decir: “¡Oh, estimularnos! ¡Necesitamos estimularnos unos a otros!”.
Nuestra vieja manera de reunirnos se puede ver en las reuniones grandes así como en las reuniones de grupo. En una conferencia reciente había como mil setecientos asistentes, pero de todos modos la reunión conservó una secuencia fija. Cuando los santos empezaron a llegar a la reunión, nadie leyó las pancartas en voz alta, ni leyó las citas de la Escritura ni pidió un himno. A veces la mayoría de los que asisten a una reunión están callados. Este silencio es como la mudez de los ídolos. (1 Co. 12:2). Quizás algunos digan que clamar “¡Aleluya!” en las reuniones no es la adoración apropiada para Dios. Sin embargo, Dios preferiría que estuviéramos fuera de nosotros mismos en las reuniones a que adoráramos en una forma muerta.
La manera de reunirse en silencio es la tradición religiosa. El cristianismo tradicional nos ha influenciado a que nos reunamos de esta manera. Antes de ser salvos ya sabíamos cómo adorar a Dios en la manera tradicional. Hasta los musulmanes saben cómo reunirse en una manera “cristiana”. Si un musulmán llega a ser cristiano, pensará que él ya conoce la manera en que debe adorar como cristiano. No obstante, aquellos nuevos creyentes del Día de Pentecostés no tenían idea de cómo reunirse. Ellos sabían cómo reunirse en la manera judía, pero en aquel día vieron algo que los puso fuera de sí. Ya no se interesaron por las cosas judías. Por lo tanto, se congregaban en sus reuniones de una manera “rebosante”. Nuestras reuniones deben estar llenas de algarabía, de alabanza, de canto y de la palabra de una manera rebosante. Ésta es la manera en que los cristianos deben reunirse. Cuando traigamos nuevos creyentes a esta clase de reunión, ellos recibirán una impresión apropiada de la manera de reunirse y nunca olvidarán esa impresión.
(Práctica de las reuniones de grupo, La, capítulo 2, por Witness Lee)