EL MISTERIO DE LA PIEDAD
ES LA ECONOMÍA DE DIOS, CON MIRAS
A QUE ÉL MISMO SEA EDIFICADO EN NOSOTROS
En 1 Timoteo 1:4 se nos dice: “Ni presten atención a mitos y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que la economía de Dios que se funda en la fe”. La economía de Dios es la economía en la que Él edifica, la economía cuya finalidad es Su edificación. Hoy en día Dios se edifica a Sí mismo en nuestro ser. Según lo revela la Biblia entera, la intención de Dios es forjarse en el hombre. Según la tipología, las cuarenta y ocho tablas del tabernáculo eran edificadas en el oro que las recubría (Éx. 26:15-23, 29). Era en virtud del oro que las recubría que las tablas llegaban a formar parte del edificio de Dios. Las tablas eran edificadas conjuntamente con el oro, y el oro estaba conjuntamente edificado con las tablas. El oro representa la naturaleza divina de Dios. Hoy en día nosotros somos conjuntamente edificados como una sola entidad en virtud de ser partícipes de la naturaleza divina de Dios (2 P. 1:4). Asimismo, las piedras preciosas en las hombreras y en el pectoral del sumo sacerdote se hallaban montadas en engastes de oro (Éx. 28:9-12, 15-20). Las piedras eran edificadas en el oro, y el oro estaba conjuntamente edificado con estas piedras; las piedras y el oro se hallaban conjuntamente edificados formando una sola entidad. Es de este modo que el edificio de Dios es constituido.
La obra de edificación de Dios consiste en edificarse en nuestro ser, edificándose conjuntamente con nosotros, de tal modo que nosotros seamos conjuntamente edificados como una sola entidad en Él. En esto consiste la economía edificadora de Dios. La palabra economía en griego es la misma que se traduce “dispensación” u “ordenamiento gubernamental”. Esta dispensación u ordenamiento tiene como propósito la edificación que Dios realiza. Dios se imparte a Sí mismo en Sus muchos hijos a fin de edificarse a Sí mismo en nosotros y con nosotros en Él para que Él y nosotros lleguemos a ser uno. Esta economía en la que se realiza esta edificación es el misterio de la piedad. En el universo entero, esta economía es un misterio, no solamente para los incrédulos, sino también para muchos cristianos (Ef. 3:9). Muchos cristianos afirman que Dios nos salvó simplemente porque nos amaba y quería librarnos del infierno y llevarnos al cielo. No son muchos los que entienden claramente el misterio de la piedad; es decir, que la intención de Dios es impartirse a Sí mismo en nosotros y edificarse con nosotros hasta que formemos una sola entidad. Éste es un verdadero misterio, un misterio no solamente para los ángeles, sino también para el hombre. Sin embargo, mediante la revelación contenida en la Palabra de Dios, este misterio nos ha sido dado a conocer (vs. 4-5). Ha dejado de ser meramente un misterio; es una realidad.
(Ejercicio de nuestro espíritu, El, capítulo 1, por Witness Lee)