VIVIR HACIÉNDOLO TODO EN EL ESPÍRITU
Todos los versículos citados anteriormente nos muestran que nosotros, los que hemos sido regenerados, tenemos que andar, vivir y hacerlo todo en el espíritu. Es posible que tengamos el concepto equivocado de que ejercitar nuestro espíritu únicamente consiste en orar. Orar es una de las muchas maneras en que ejercitamos nuestro espíritu, pero no es la única. En realidad, podemos ejercitar nuestro espíritu en todo cuanto hacemos. Cuando conversamos con otros, tenemos que hacerlo ejercitando nuestro espíritu. Cuando estamos enojados con alguien, tenemos que enojarnos ejercitando nuestro espíritu. Por supuesto, si ejercitamos nuestro espíritu, tal vez no nos enojemos, pero si estamos enojados, debemos poder afirmar que estamos enojados en el espíritu. Sólo entonces nuestro enojo podría ser justificado. Incluso nuestro amor, si no es en el espíritu, no es justificado. Lo que importa no es si amamos u odiamos. Lo que importa es si vivimos por el viejo hombre o por la nueva persona en nuestro espíritu.
Lucas 14:25 y 26 dice: “Grandes multitudes iban con Él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a Mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun la vida de su alma, no puede ser Mi discípulo”. Hoy en día lo único que importa no es si se ama o se odia de manera externa, sino si se actúa en el alma o en el espíritu; o sea, si vivimos por el viejo hombre o por el nuevo hombre. Es erróneo amar por nuestra alma, pero es correcto aborrecer por nuestro espíritu. En cierta ocasión, el Señor Jesús se enojó en el templo y echó fuera del mismo a los cambistas valiéndose de un azote y hasta volcó sus mesas (Jn. 2:14-15). En otras ocasiones Él llamó a los fariseos cría de víboras (Mt. 3:7; 12:34; 23:33). En 1 Corintios 4:21 el apóstol Pablo dijo: “¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?”. A veces, al estar en nuestra alma y no en nuestro espíritu, somos más mansos y amables que el Señor Jesús y el apóstol.
Ejercitar nuestro espíritu no consiste únicamente en orar. Es hacerlo todo en el espíritu. Si no tenemos una confirmación o un sentir en nuestro espíritu cuando hacemos o decimos algo, no debiéramos hacerlo o decirlo. La manera apropiada de vivir que es propia de los cristianos no es preguntarse si algo está bien o mal, sino discernir si al hacer algo lo hacemos por nuestro yo, en el alma, o por el Señor como Espíritu vivificante mezclado con nuestro espíritu de una manera subjetiva. Tenemos que ejercitar nuestro espíritu en todo momento. Incluso al relacionarnos con nuestra familia, tenemos que aprender a ejercitar nuestro espíritu. A veces, el espíritu nos impide decirle algo a nuestra esposa. En tales casos, debemos permanecer callados. Sin embargo, cuando nuestro espíritu nos libera para decir algo, debemos hacerle caso a nuestro espíritu.
(
Ejercicio de nuestro espíritu, El, capítulo 6, por Witness Lee)