II. ¿HA REANIMADO USTED SU NUEVO HOMBRE?
Los creyentes hemos sido regenerados y creados por Dios para ser la nueva creación. Tenemos un nuevo hombre en nuestro ser el cual necesita ser reanimado. Pero casi siempre hacemos a un lado a este hombre. Tal vez vengamos a las reuniones, pero dejemos al nuevo hombre en la casa. Según la doctrina, esto nunca puede pasar, pero en la práctica, sí puede pasar. Por eso siempre tenemos que reanimar nuestro nuevo hombre.
No hay necesidad de que reanimemos nuestro viejo hombre porque esa porquería es eterna. El viejo hombre estará con nosotros hasta que sea echado al lago de fuego para ser quemado. Cuando era joven, la gente me preguntaba por qué Dios iba a quemar a los pecadores en el lago de fuego por la eternidad. Tenemos que ver que el viejo hombre tuvo su origen en Satanás, quien es “eterno”, así que él necesita un fuego eterno. No es necesario que reanimemos nuestro viejo hombre debido a que el maligno siempre está reanimándolo. Pero sí tenemos que reanimar nuestro nuevo hombre, y la única manera de hacerlo es orar constante y continuamente. Por eso la Biblia nos dice que oremos sin cesar (1 Ts. 5:17). Una vez que cesamos de orar, inmediatamente nuestro nuevo hombre necesita ser reanimado. Que nuestro nuevo hombre sea reanimado no es algo común. Muy pocos cristianos saben cómo reanimar su nuevo hombre.
(Entrenamiento y la práctica de los grupos vitales, El, capítulo 5, por Witness Lee)