LA ADORACIÓN NEOTESTAMENTARIA
DEPENDE DEL ESPÍRITU HUMANO
La semana pasada en la conferencia en Kaohsiung mencioné la razón por la cual debemos poner fin a las reuniones en las que una sola persona habla mientras los demás escuchan, y en vez de ellas, por qué deberíamos tener las reuniones de los grupos pequeños. Quisiera repetir este asunto basándome en el Nuevo Testamento.
Juan 4 relata la conversación que el Señor tuvo con una mujer samaritana inmoral (vs. 5-26). La mujer fue muy lista. Cuando el Señor mencionó el asunto de sus pecados, ella de inmediato cambió el tema de los cinco maridos y empezó a hablar acerca de la adoración religiosa. Ella dijo: “Nuestros padres adoraron en este monte, mas vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar” (v. 20). El Señor le respondió, diciendo: “La hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre [...] los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y con veracidad” (vs. 21-23). El Señor le estaba revelando que la adoración en el Antiguo Testamento estaba relacionada con un lugar físico, pero que ahora había llegado la era del Nuevo Testamento. La adoración en el Nuevo Testamento está relacionada con el espíritu humano. Únicamente cuando estamos en el espíritu y en la realidad, Dios puede recibir la verdadera adoración. Desafortunadamente, el cristianismo ha caído en degradación, pues ellos no adoran ni sirven en el espíritu. Por consiguiente, tenemos que recobrar la adoración que es según el Nuevo Testamento.
(Sacerdotes neotestamentarios del evangelio, Los, capítulo 5, por Witness Lee)