LLEVAR A CABO EL DESEO, EL PLAN
Y LA ECONOMÍA DE DIOS
Dios tiene un deseo en Sí mismo y, en contraste con esto, Satanás tiene una intención maligna, la cual consiste en causar daño. Dios tiene un plan y, en contraste con esto, Satanás tiene un engaño con el objetivo frustrar dicho plan. Asimismo, Dios tiene una economía y, en contraste con esto, Satanás realiza una obra para traer confusión. Por consiguiente, por un lado, tenemos que llevar a cabo el deseo, el plan y la economía de Dios; y, por otro lado, tenemos que desenmascarar la intención maligna de Satanás, así como el engaño y la confusión causados por él.
El deseo de Dios
El deseo de Dios consiste en forjarse a Sí mismo en el hombre a fin de ser su vida y su todo. Dos pasajes, 1 Juan 4:15 y Filipenses 2:13, nos confirman muy claramente este hecho. Desde los días del hermano Nee hemos venido hablando de este asunto. Cuando empecé a laborar en los Estados Unidos, hablé de esto de manera más enfática. De hecho, sobre este asunto ya hay más de cien mensajes que han sido publicados. Hasta el día de hoy, se habla muy poco de este asunto cuando se predica el evangelio en el cristianismo. La mayoría de las veces se les dice a las personas que el hombre es pecador, que Dios es justo, y que el Señor Jesús murió por nosotros en conformidad con la justicia de Dios. Si alguno cree en Él, sus pecados serán perdonados y él será justificado por Dios. En lo que se refiere a la vida, en el cristianismo se menciona muy brevemente el asunto de la regeneración.
La regeneración es Dios mismo que entra en nosotros para ser nuestra vida. Por lo tanto, la regeneración consiste en tener la vida de Dios además de la vida que el hombre ya posee en sí mismo. Esto significa nacer de nuevo. Primero, Dios nos regenera en nuestro espíritu. Luego, Él se extiende de nuestro espíritu a nuestra mente, ocupando y saturando todas las partes de nuestra mente. En esto consiste la transformación. De este modo, llegamos a ser personas maduras a los ojos de Dios, que están esperando el regreso del Señor, en ese entonces nuestro cuerpo será completamente saturado de Él. Esto será la redención de nuestro cuerpo. Por consiguiente, primero ocurre la regeneración en nuestro espíritu, luego la transformación en nuestra alma, y por último, cuando el Señor regrese, será la redención de nuestro cuerpo. De este modo, todo nuestro ser entrará en la gloria, es decir, en todo lo que el Dios Triuno es. Éstas palabras son la luz y la revelación que hemos acumulado a través de los sesenta años en que hemos estado estudiando la Biblia y los libros espirituales.
Además de ser nuestra vida, Dios también desea ser todo para nosotros. La vida no es algo sencillo. La vida requiere sabiduría, poder y luz. La vida también requiere virtudes tales como la paciencia, la tolerancia y el perdón. Estas virtudes fueron creadas por Dios y se manifiestan en la humanidad. Las virtudes creadas por Dios son simplemente como conchas, como guantes. Un guante es diferente de una mano. La realidad interna de estas virtudes es los atributos de Dios. Cuando los atributos divinos entran en nosotros y llegan a ser el contenido de nuestras virtudes humanas, ambas juntas llegan a ser las buenas obras de las que habla la Biblia, y las cuales Dios busca. Las buenas obras que Dios busca son las virtudes humanas que se expresan en nuestro vivir después de que Dios entra en nosotros, los hombres creados, para ser el contenido de nuestras bondades. La Biblia llama a estas obras virtudes (2 P. 1:3). Por consiguiente, la virtud no es simplemente cierto comportamiento meritorio, sino una especie de poder espiritual.
Cuando el Dios Triuno se forja en nosotros para ser nuestra vida y nuestro suministro de vida, nosotros nos reunimos y tenemos comunión en virtud de esta vida. Sin esta vida no es posible tener la reunión ni la comunión cristianas. La comunión es el fluir de la vida divina. Hoy algunos han traducido la palabra comunión como comunicación. Pero comunicación tiene una connotación más bien mundana. En 1 Juan 1 nos muestra claramente que la comunión divina proviene de la vida divina. Cuando una persona que no es salva viene a nuestras reuniones, tal vez pueda imitar como cantamos y oramos, pero estará completamente fuera de nuestra comunión. Esto se debe a que no es igual a nosotros; es decir, no posee la vida divina. Cuando el cristianismo por primera vez fue introducido en China, se hizo muy popular la expresión “giao-you” (que significa: miembro de una iglesia nominal). Después de que el Señor nos levantó a nosotros, nos opusimos al uso de expresiones como éstas. “Giao-you” es una expresión mundana. No somos “giao-you”; somos hermanos que poseen la misma vida. Puesto que somos hermanos que comparten la misma vida, podemos tener comunión unos con otros. Hoy en día la base de nuestras reuniones, predicación del evangelio, servicio y obra que realizamos para el Señor es la regeneración, gracias a la cual poseemos la vida divina.
(
Sacerdotes neotestamentarios del evangelio, Los, capítulo 11, por Witness Lee)