II. LA SALVACIÓN DISFRUTADA
POR EL PUEBLO AMADO DE JEHOVÁ
El capítulo 12 de Isaías describe la salvación disfrutada por el pueblo amado de Jehová. La manera en que podemos disfrutar la salvación de Dios que se describe aquí corresponde exactamente con la manera de hacerlo revelada en el Nuevo Testamento.
A. Lo que Israel dice en aquel día
El versículo 1 presenta lo que Israel dirá en aquel día. Israel dirá: “Te alabaré, oh Jehová. Estabas airado conmigo, / pero se ha apartado Tu ira, y me has consolado”. La palabra hebrea que aquí se tradujo alabaré también puede traducirse daré gracias.
B. Dios es la salvación de Israel
El versículo 2 continúa: “Dios ahora es mi salvación; / confiaré y no temeré; / porque Jah Jehová es mi fortaleza y mi cántico, / y Él se ha hecho mi salvación”. Este versículo revela claramente que la salvación es el Señor mismo. Jamás debiéramos pensar que la salvación que recibimos y disfrutamos es algo diferente al propio Señor.
C. Sacar aguas con regocijo
de los manantiales de salvación
Después, los versículos 3 y 4a dicen: “Con regocijo sacaréis aguas / de los manantiales de salvación, / y diréis en aquel día: / Dad gracias a Jehová; invocad Su nombre”. La manera en que podemos recibir al Señor como nuestra salvación consiste en sacar aguas de los manantiales de salvación. Como nuestra salvación, el Señor es agua para nosotros. Esto se recalca mucho en el Nuevo Testamento, especialmente en Juan 4 y 7. En Juan 4:14 el Señor Jesús dice: “El agua que Yo le daré será en él una fuente de agua que brote para vida eterna”. En Juan 7 esta fuente de agua se ha convertido en ríos de agua viva (vs. 37-39). Esto indica que tener al Señor como nuestra salvación significa que Él es agua viva para nosotros.
En Apocalipsis 22:1 y 2 encontramos el río de agua de vida y el árbol de la vida. Estos versículos describen el fluir del Dios Triuno. Dios y el Cordero están en el trono, y el río de agua de vida, un símbolo del Espíritu, sale del trono. El árbol de la vida, que representa a Cristo, vive y crece en el río de agua de vida. Si el río no llega hasta nosotros, el árbol de la vida tampoco llegará hasta nosotros. Puesto que el árbol de la vida está en el agua de vida, la manera en que disfrutamos del árbol consiste en beber del agua. Cuando bebemos del agua de vida, disfrutamos al Dios Triuno. Hoy en día no solamente debemos hablar de Cristo y enseñar Cristo a otros, sino que también tenemos que beber de Cristo como Espíritu vivificante.
En un mensaje reciente que di sobre Efesios 4 hice notar que Cristo es el elemento del Cuerpo y que el Espíritu es la esencia del Cuerpo. Si solamente tenemos el elemento y carecemos de la esencia, tendremos meramente algo objetivo para nosotros, lo cual no tiene relación alguna con nuestra experiencia personal. No importa cuánto sepamos sobre Cristo como elemento, si no tenemos la esencia, no habrá ninguna relación entre dicho elemento y nosotros subjetivamente y en experiencia. Pero si poseemos al Espíritu como esencia, también poseeremos a Cristo como elemento. La esencia del árbol de la vida está en el agua de vida. Si disfrutamos a Cristo como árbol de la vida, como elemento de la vida, también tenemos que beberle como agua de vida, como esencia de la vida.
Incluso en tiempos del Antiguo Testamento, Isaías nos reveló que la manera de disfrutar al Señor como nuestra salvación consiste en invocar Su nombre con regocijo y alabanza. Invocar Su nombre es como respirar profundamente. Si invocamos: “¡Oh Señor Jesús! ¡Señor Jesús!”, seremos refrescados y avivados, y llegaremos a ser personas muy vivientes. A fin de disfrutar de la salvación, debemos darnos cuenta de que el propio Señor es nuestra salvación, nuestra fortaleza y nuestro cántico, y que al invocar Su nombre podemos sacar aguas con regocijo de los manantiales de salvación.
Isaías 12:4b dice: “Dad a conocer entre los pueblos Sus obras; / haced recordar que Su nombre es exaltado”. Esto se relaciona con predicar el evangelio, con dar a conocer a otros lo que hemos disfrutado al hablarles sobre Cristo y sobre lo que Él ha hecho por nosotros. Al hablarle a otros, debemos decirle a la gente que el nombre de Cristo ha sido exaltado, que Él ascendió y ahora está en los cielos.
D. Clamar y dar gritos resonantes
Los versículos 5 y 6 concluyen: “¡Cantad salmos a Jehová, porque ha hecho algo majestuoso! / ¡Sea sabido esto por toda la tierra! / Clama y da grito resonante, oh habitante de Sion, / porque grande es en medio de ti el Santo de Israel”. El versículo 3 habla de regocijarnos, y el versículo 6, de dar gritos resonantes. Dar un grito resonante significa dar gritos de sonido prolongado. El gozo es algo interno, pero regocijarse implica cierta actividad que expresa el gozo interno. Regocijarse de esta manera guarda relación con el hecho de dar un grito resonante, o sea, regocijarse de manera continua.
(
Estudio-vida de Isaías, capítulo 11, por Witness Lee)