PREGUNTARNOS
QUÉ CLASE DE PERSONA HEMOS DE SER
A la luz de este ejemplo, debemos pasar algún tiempo a solas con el Señor y preguntarnos qué clase de persona hemos de ser. ¿Seremos como Ezequías, quien era una persona precipitada y se preocupaba mucho por sí mismo? Al considerar este asunto, tenemos que aprender a decir: “Señor, no quiero ser ninguna clase de persona; simplemente he de ser nada. Quiero tomarte como mi persona y mi vida, como Aquel que vive en mí para que yo te viva a Ti. Si he de ser alguien, que sea esta clase de persona”. Si todos hacemos tal clase de oración, el recobro del Señor experimentará un gran avivamiento.
(
Estudio-vida de Isaías, capítulo 19, por Witness Lee)