LA TRINIDAD DIVINA
En primer lugar, examinemos lo relacionado con la Trinidad Divina. La primera vez que la Biblia habla claramente de la Trinidad Divina es en Mateo 28:19. En este versículo el Señor les mandó lo siguiente a Sus discípulos: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Este versículo claramente habla del Padre, el Hijo y el Espíritu. Aunque el Dios Triuno ya había sido revelado en el Antiguo Testamento, no fue sino hasta que el Señor Jesús, quien es Dios, hubo pasado por cuatro etapas cruciales —encarnación, vivir humano, crucifixión y resurrección— que Él les habló a Sus discípulos antes de ascender a los cielos, diciendo: “Toda potestad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (28:18-19). El nombre representa a la persona. Por tanto, bautizar a las personas en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo equivale a bautizarlas en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Así pues, fue después de Su resurrección que el Señor Jesús habló claramente del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, porque antes de Su resurrección, el Espíritu del Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— aún no estaba completo. Es por ello que Juan 7:39 dice: “Pues aún no había el Espíritu, porque Jesús no había sido aún glorificado”. ¿Cuándo fue glorificado Jesús? Él fue glorificado en la resurrección (Lc. 24:26). Por lo tanto, después de Su resurrección, el Espíritu llegó a estar completo.
(Pleno conocimiento de la Palabra de Dios, El, capítulo 5, por Witness Lee)