LOS MINISTROS DE LA PALABRA
EN EL NUEVO TESTAMENTO:
LOS APOSTOLES
Veamos otra clase de ministros de la palabra en el Nuevo Testamento: los apóstoles. En el Antiguo Testamento el ministerio de la Palabra era exclusivamente objetivo, pues se llevaba a cabo cuando ésta venía al hombre, quien usaba su voz como vehículo, mientras que el ministerio del Señor Jesús era subjetivo o experimental, pues El no recibía la visitación de la palabra sino que El era el Verbo encarnado en un hombre. Así que el Verbo tenía voz, pensamientos, sentimientos y opiniones. Todo lo que constituía parte de este hombre estaba al servicio de la Palabra, ya que cada aspecto del Señor Jesús armonizaba con la Palabra de Dios.
Al examinar a los apóstoles y su ministerio neotestamentario, encontramos que tiene el mismo carácter que el del Señor Jesús, y descubrimos que estaba mezclado con la revelación del Antiguo Testamento. La diferencia entre el ministerio de la palabra en el Nuevo Testamento y el ministerio de la palabra del Señor Jesús radica en que en el caso del Señor Jesús, quien era la Palabra de Dios hecha carne, se tiene primero el Verbo de Dios, y luego la carne que armoniza con el ministerio; es decir, los sentimientos, los pensamientos y la conciencia de este hombre armonizan con la Palabra de Dios; mientras que en el ministerio de la Palabra en el Nuevo Testamento se tiene primero la carne. Todos nosotros tenemos la carne, y para poder ser ministros de la Palabra es necesario que ésta sea transformada para que sus pensamientos, sus sentimientos y sus opiniones puedan cumplir los requisitos de la Palabra de Dios. Podemos decir que el ministerio de la palabra en el Nuevo Testamento es diferente a su homólogo en el Antiguo Testamento y también al ministerio del Señor Jesús. El ministerio del Señor Jesús era ciento por ciento subjetivo o personal, ya que El mismo era el Verbo. Por otra parte, el ministerio del Nuevo Testamento, se compone del ministerio de los profetas y el del Señor Jesús. En este ministerio encontramos la visitación y la revelación, mezcladas con los sentimientos, los pensamientos y las opiniones. El ministerio de la palabra en el Nuevo Testamento está compuesto de la revelación divina y los elementos humanos.
Los hombres a quienes Dios escogió en el Nuevo Testamento son diferentes al Señor Jesús, quien es “lo santo que nacerá” (Lc. 1:35), el Santo de Dios, y aquel en quien no hay mezcla, porque El es el Verbo. En los escogidos, por una parte, Dios deposita Su Palabra, y por otra, los disciplina y los edifica. El hace uso de los pensamientos, de los sentimientos, las opiniones y las características de ellos, a la vez que los disciplina para que expresen Su palabra. Un ministro de la palabra del Nuevo Testamento no sólo posee la Palabra de Dios y la expresa por medio de su voz, sino que la da a conocer en toda su extensión por medio de su vida humana. A Dios le place que Su palabra esté en el hombre y dejar que éste la exprese. El Señor Jesús es el Verbo hecho carne, mientras que los ministros del Nuevo Testamento expresan la palabra en una carne que ha sido disciplinada por Dios.
(Ministerio de la Palabra de Dios, El, capítulo 1, por Watchman Nee)