Agresividad apropiada que requieren los que sirven al Señor, La, por Witness Lee

SER ÁVIDOS PARA APRENDER TODO LO RELACIONADO CON EL SERVICIO AL SEÑOR

Debemos ser ávidos para estudiar. Espero que los jóvenes que sirven al Señor a tiempo completo estudien griego. Incluso hay disponibles unas buenas cintas de video que enseñan griego. A fin de servir al Señor, ustedes deben sumergirse en la Palabra del Señor y pasar tiempo en ella. Por lo tanto, deben aprender un poco de griego. Algunos tal vez se pregunten cuándo encontrarán el tiempo para hacerlo. Pueden apartar tiempo para aprender griego dedicando menos tiempos a las comidas, al sueño, a hablar por teléfono, a conversar y a leer el periódico. Ahorrar tiempo de esta manera es lo que las Escrituras llaman “redimiendo el tiempo” (Ef. 5:16). Por ejemplo, es importante conocer la situación mundial, pero para ello es necesario leer solamente la sección internacional del periódico.

Puesto que entiendo la Biblia y la verdad, y también sé de historia, conozco cuál es la aplicación espiritual de la historia. El libro La situación mundial y el mover de Dios muestra el entendimiento completo que tengo de la historia mundial. Por lo tanto, ustedes necesitan estudiar un poco de historia y conocer la situación mundial. Esto les ayudará a servir al Señor. Si ustedes están familiarizados con la historia y la situación mundial, entenderán a las personas y las diferentes circunstancias. Los jóvenes deben tener esta clase de entrenamiento. Ustedes deben ser ávidos. Cuanto más aprendan, más útiles serán.

No deben depender del diploma que obtuvieron en su escuela; más bien, deben estudiar diligentemente y ser emprendedores. Ustedes todavía son jóvenes y tienen mucho potencial. Su tiempo es precioso; deben redimir cada minuto al aprender todo lo relacionado con el servicio al Señor. Además del chino, deben estudiar al menos otros dos idiomas: griego e inglés. Esto les ayudará.

Además de esto, deben ser ávidos para aprender a conversar con otros y saber cómo hablar por el Señor. Deben aprender a tener la actitud, expresión y gestos apropiados al hablar con otros. Yo he estudiado todos estos asuntos. En 1927 me di cuenta de que pasaría toda mi vida predicando la palabra del Señor. No estudié teología, ni estudié métodos de predicación, pero se me ocurrieron dos maneras de practicar: le predicaba al océano, y me paraba frente al espejo y practicaba mi predicación. Esta práctica me ayudó muchísimo. Cuando llegaba la hora de estar de pie para dar un mensaje, todos se quedaban muy sorprendidos y me preguntaban dónde había aprendido a hablar en público. También aprendí cómo contactar a otros y usar los gestos apropiados al saludar y darle la mano a las personas para ganarme su respeto.

No deben pensar que estos asuntos no tienen nada que ver con el servicio al Señor. Cuando salgamos a contactar a las personas, nuestra actitud, expresión, modo de hablar y conducta tienen mucho que ver con el servicio al Señor. Si somos apropiados en todos estos aspectos, daremos la impresión a otros que somos personas de peso que no actúan precipitadamente ni frívolamente. De este modo, todo lo que digamos será tenido en cuenta. Nuestra obra no consiste en otra cosa que hablar con los demás para ayudarlos y alumbrarlos. Si la manera en que hablamos o nos conducimos no es aceptable, independientemente de lo que digamos, los demás se llevarán una impresión negativa de nosotros, y esto anulará todo. Por consiguiente, les aconsejo que aprendan todas estas cosas.

Los que aprenden diplomacia deben ser entrenados en cómo contactar a las personas. No sólo deben ser corteses, sino que además deben tener cierto comportamiento. Un diplomático representa a su país. Por esta razón, cuando se reúne con los jefes de gobierno de otros países, debe conducirse de una manera apropiada para ganarse el respeto de ellos antes de poder obtener su confianza. No nos estamos exaltando a nosotros mismos, pero cuando hablamos por el Señor, somos lo que Pablo llama un embajador de Cristo (2 Co. 5:20; Ef. 6:20). Por lo tanto, debemos aprender a hablar y a conducirnos con la debida gravedad aunque seamos jóvenes. No debemos hablar precipitadamente; antes bien, cuando hablemos, debemos considerar a quién nos estamos dirigiendo, qué debemos decir, cuánto debemos hablar y cuándo debemos dejar de hablar.

Debemos aprender todas estas cosas porque representamos al Señor. Supongamos que usted es una hermana joven que recientemente se ha graduado de la universidad. Usted sabrá cómo conducirse y cómo hablar con gravedad si es lo suficientemente ávida para aprender. Los santos en su grupo pequeño se quedarán con una profunda impresión y pensarán que usted es una persona especial. Si el Espíritu la guía, puede hacer una oración con unas pocas frases sencillas pero de peso espiritual. Después de la reunión, usted no será frívola; más bien, el contacto que tenga con los demás antes de marcharse será apropiado. Esto dejará en los santos de su grupo pequeño la impresión de que usted es una persona digna de respeto. Incluso su lectura de la Biblia debe ser apropiada en un grupo pequeño. Si usted se conduce de esta manera, los santos de su grupo serán ganados por su lectura apropiada. De este modo, con el paso del tiempo usted desarrollará cierta medida de credibilidad entre ellos.

El Señor levantó una iglesia en mi ciudad natal cuando era joven. Un año más tarde el Señor me dirigió a dejar mi trabajo, y después de eso me llevó a Shanghái. En aquel tiempo oré pidiéndole al Señor que me diera sabiduría para saber cómo salir y entrar delante de Su pueblo (cfr. 2 Cr. 1:9-10). Oré de esta manera al menos por dos o tres años, y creo que el Señor escuchó mi oración. Debemos ser emprendedores. Debemos orar en cuanto a cómo debemos vestirnos. Debemos incluso tener en cuenta el estilo y el color de la ropa que vestimos. No debemos ser aficionados a la moda. En cuanto nos vistamos a la moda, nos estaremos vendiendo barato. Sin embargo, tampoco debemos vestirnos como si fuéramos viejos. Una vez que oremos en cuanto a cómo vestirnos apropiadamente, el Señor nos guiará.

Deben conducirse de tal modo que los demás los consideren como jóvenes de peso, llenos de dignidad. Si los demás se llevan esta impresión de ustedes, sus palabras tendrán peso. Las personas se asombrarán al saber que apenas tienen alrededor de veinte años, y atesorarán y recibirán sus palabras.

Yo fui salvo por medio del evangelio predicado por la hermana Peace Wang. En ese entonces yo aún no tenía veinte años, y ella era una joven apenas seis años mayor que yo. Cuando ella predicó el evangelio en mi ciudad natal, fui a escucharla por curiosidad. Pero mientras ella hablaba, fui profundamente conmovido y recibí todo lo que ella dijo. Yo fui verdaderamente salvo en aquel tiempo. Siete años más tarde el Señor levantó una iglesia en mi ciudad natal, y en la primavera del siguiente año, alrededor de marzo o abril, ella fue la primera persona que vino a visitarnos. Nosotros observamos su actitud, sus gestos, la manera en que contactaba a las personas y la manera en que manejaba los asuntos. Todo lo que ella hizo nos causó buena impresión. En aquel tiempo ella era una hermana muy influyente en el cristianismo. No importa lo que dijera, estuviera ella de pie dando un mensaje o sentada, ella impresionaba a los demás. Lo que impactaba a la gente, no era solamente el poder en su espíritu, sino mucho más era su comportamiento.

Ustedes deben aprender todas estas cosas. No deben comportarse de manera descuidada ni alocada, ni tampoco deben ser anticuados ni demasiado conservadores. Deben orar y aprender a ser personas apropiadas. Incluso la manera en que nos peinamos es algo que requiere mucho aprendizaje. No debemos olvidar que servir al Señor significa contactar a las personas, y una parte muy importante al contactar a las personas es nuestra apariencia, porque esto afecta la impresión que otros se llevan de nosotros. Por lo tanto, debemos ser ávidos para aprender, incluso en la manera en que nos cortamos el cabello.

Estos puntos nos muestran la necesidad de aprender a ser agresivos en todo. Si los doscientos servidores de tiempo completo son ávidos para aprender, incluso su modo de peinarse y de vestirse les mostrará a los demás que son personas excelentes. Todas estas cosas están relacionadas con su servicio al Señor; por lo tanto, no deben ser despreocupados, sino agresivos con respecto a todo.

(Agresividad apropiada que requieren los que sirven al Señor, La, capítulo 8, por Witness Lee)