EL AMOR FRATERNAL
Primero, debemos practicar el amor fraternal (Jn. 15:12, 17). El nombre Filadelfia (Ap. 3:7) significa “amor fraternal”. Nosotros tenemos que amarnos unos a otros; pero, nuestro amor no debe ser algo mundano, emocional o carnal. Debe ser en el espíritu, lleno de la vida de Cristo. Sin embargo, no debemos espiritualizar nuestro amor. Tenemos que amar desde nuestro espíritu, pero a veces nuestro amor tiene que ser material. Si vemos una necesidad material y física de un hermano, debemos satisfacer esa necesidad, no de una manera mundana. Debemos orar y buscar la guía del Señor en cuanto a la manera. La manera mundana es hacer una exhibición abierta de nuestro amor, o tener algún propósito de beneficio propio en nuestro amor. Pero el amor fraternal adecuado en la vida de iglesia no tiene el propósito del beneficio propio, y no hace ningún tipo de exhibición.
Supongamos que un hermano está sin trabajo y no tiene nada de dinero. Además, él está enfermo y en necesidad. Nosotros debemos buscar la guía y la sabiduría del Señor en cuanto a la forma de ministrar algo para satisfacer su necesidad. Muchas veces el Señor nos guiará a no dejarle saber que estamos ofreciendo algo para satisfacer su necesidad. Lo hacemos en secreto. En esta forma nuestro amor lo ayuda y también glorifica al Señor.
No amemos en una forma carnal. A veces cuando los jóvenes no aman a alguien, simplemente no se preocupan por aquella persona. Pero cuando empiezan a amar a alguien, aman en una forma que causa daño a los demás. Como un ejemplo, un hermano puede tener veintiuno y el otro veinte. Ellos empiezan a amarse el uno al otro, y como un resultado, la camisa y los zapatos del uno están sobre los hombros y los pies del otro. Esto es un tipo de amor carnal. No hay discernimiento en el espíritu y no hay limitaciones ni restricciones. Por mucho que nos amemos unos a otros, todavía debemos mantener una distancia de discernimiento en el espíritu y estar restringidos.
Si por alguna razón un hermano necesita una camisa o un par de zapatos, tenemos que amarle y hacer algo para satisfacer su necesidad, pero no en una forma carnal. Debe ser en el espíritu. Al mirar al Señor, ejercitando el discernimiento en nuestro espíritu, es posible que El nos guíe a poner cinco dólares en un sobre y designarlo para el hermano. Dentro del sobre también puede que pongamos una nota diciéndole que el dinero adjunto es del Señor para él, para comprarse una camisa. Luego ponemos el sobre en la caja de la ofrenda sin exponer de quién vino la donación. Puede ser que lo escribamos a máquina para que él no pueda discernir quién le dio la donación. El sobre le será dado por la iglesia, y cuando lo abra y lea la designación él será muy tocado por el Señor. Para él los cinco dólares son como el maná que vino de los cielos. En esta forma nunca agitaremos la gratitud carnal de un hermano. El amor genuino fue expresado hacia el hermano, y fue una gloria para el Señor; sin embargo, toda la cosa estuvo escondida de él. Materialmente, no pudo saber quién le dio la donación, pero espiritualmente se dio cuenta del amor del Señor en el dador hacia él. El que recibe la donación siente el amor en el Señor del que da la donación. Este tipo de amor es puro, pero escondido. Hace todo para aprovechar a la iglesia y para aprovechar al querido hermano. También glorifica al Señor y no da al enemigo ningún modo de entrar y dañar nada.
Por otra parte, si yo soy un necesitado, no debo permitir que otros conozcan mi necesidad. En China teníamos una colaboradora que era una hermana anciana, la más anciana entre nosotros. Ella siempre nos dijo que no tuviésemos una fe que demande el amor de otros. Tener tal fe declara que yo tengo fe en Dios para mi vivir, pero yo no te permitiría saber cuánto necesito. Nunca debemos mostrar nuestra pobreza, sino que debemos hacer todo lo posible para trabajar y ganar algún dinero.
Si amamos a los demás, nunca debemos cargar a otros. Algunos santos piensan que ya que tenemos amor fraternal, no es necesario que ellos trabajen mucho. Esto no es el amor fraternal. El amor fraternal siempre cuida de los otros. Nunca carga a otros. Aprendan a cuidar de sus propias necesidades trabajando adecuadamente, trabajando mucho, y ganando algo para otros.
En la iglesia en Taipéi, Taiwán, cada Día del Señor y aun después de algunas reuniones semanales, cuando los responsables abren la caja de la ofrenda, hay muchos sobres y envolturas con dinero incluido. Están designados a una cierta hermana que está enferma en el hospital, o a un hermano que necesita el precio de la enseñanza, o para muchos otros que están en ciertas necesidades. Todos los tipos de envolturas están allí; pero las personas que reciben la ayuda no saben quién la dio. Solamente el Señor sabe. Esto es un amor básico.
Si se practica este tipo de amor, prueba que la iglesia en que estoy ama al Señor, y que los santos allí están resueltos con el Señor. Este tipo de amor edifica. El confirma, fortalece y une. Como uno edificado en una iglesia local así, ¿yo podría ser distraído alguna vez de la iglesia? Es imposible. Esto es el amor real. Nosotros necesitamos un amor así, un amor que no es expresado en una forma mundana, carnal o emocional, sino en la forma que está llena de la vida del Señor, y absolutamente en la sabiduría del Espíritu. Nosotros practicamos el amor fraternal, pero no sabemos quién hace esto o quién hace aquello. Solamente sabemos que el Señor lo hizo a través de los santos en la iglesia.
(
Especialidad, la generalidad y el sentido práctico de la vida de la iglesia, La, capítulo 7, por Witness Lee)