PRACTICANDO LA GENERALIDAD
Supongamos que ahora estoy teniendo comunión, que estoy tomando la mesa del Señor, con cierto grupo de creyentes, y todos son muy fuertes en su conciencia. Puede que ellos digan: “Nosotros no nos preocupamos por los ídolos; ellos nada significan”. Yo estaré de acuerdo con ellos: “¡Sí, alabado sea el Señor, coman! Coman las cosas sacrificadas a los ídolos. Esto nada significa”. Yo les digo que sí. Pero cuando estoy con otro grupo donde los queridos son débiles en su conciencia, temerosos de estar asociados con cualquier cosa de los ídolos, puede que ellos digan que no tienen libertad para comer las cosas ofrecidas a los ídolos. También estaré de acuerdo con ellos: “No, ustedes no deben hacerlo”. Entonces puede que ustedes me reprendan, diciendo que soy una persona de dos caras porque me oyeron decir que sí a un grupo, y que no a otra grupo. Nosotros nunca podemos experimentar esto sin un espíritu de generalidad. Sin tal espíritu, seguramente causaremos división. No será posible que guardemos la unidad.
(Especialidad, la generalidad y el sentido práctico de la vida de la iglesia, La, capítulo 3, por Witness Lee)