EL ESPÍRITU DE EDIFICACIÓN
PARA EL CUERPO DE CRISTO
El Espíritu mora en nuestro interior
para la edificación
En 1 Corintios 3:16 y 17 se nos dice: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios es santo, y eso es lo que sois vosotros”. Decir que este pasaje habla meramente del Espíritu que mora en nosotros es un concepto natural y religioso. No se necesita mucha revelación para decir esto, puesto que el pasaje dice claramente: “El Espíritu de Dios mora en vosotros”.
Los versículos del 9 al 15 dicen: “Nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como sabio arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edifica oro, plata, piedras preciosas, madera, hierba, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego es revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego mismo la probará. Si permanece la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno es consumida, él sufrirá pérdida, pero él mismo será salvo, aunque así como pasado por fuego”.
Después de leer cuidadosamente este pasaje de la Palabra, la impresión principal que recibimos es una de edificación. Somos labranza de Dios para el edificio de Dios. Pablo era un sabio arquitecto que puso el fundamento, y otros edifican encima, pero debemos tener cuidado con qué materiales edificamos. Debemos edificar con oro, plata y piedras preciosas, no con madera, hierba y hojarasca. Finalmente, somos el templo de Dios, y el Espíritu de Dios mora en nosotros, así que debemos tener cuidado de no destruir el templo, el edificio. Si leemos esta porción correctamente, entenderemos que el Espíritu que mora dentro de nosotros no sólo tiene como fin morar en el interior. El Espíritu que mora en el interior es el Espíritu de edificación. Si vemos que el Espíritu revelado en 1 Corintios es el Espíritu de edificación, este libro será un libro nuevo para nosotros. El Espíritu mencionado a través de todo el libro de 1 Corintios es el Espíritu de edificación.
El Espíritu se une a nosotros con miras al edificio
Los versículos del 17 al 20 del capítulo 6 dicen: “Pero el que se une al Señor, es un solo espíritu con Él. Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo”. Lo que dijo Pablo acerca de que el que se une al Señor es un solo espíritu con Él se basa en el ejemplo de cómo un hombre se une a una mujer, como dicen los versículos 15 y 16: “¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Tomaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? ¡De ningún modo! ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque Dios dice: ‘Los dos serán una sola carne’”. Estamos unidos al Señor al igual que una esposa está unida a su marido. Génesis 2:21-23 y Efesios 5:25-32 nos muestran claramente que la esposa representa a la iglesia, el Cuerpo de Cristo, y el marido representa a Cristo, la Cabeza. Así pues, en este pasaje de la Palabra vemos que el Espíritu es para el Cuerpo.
Aunque estos versículos no hablan del Cuerpo de Cristo directamente sino de nuestros propios cuerpos, el versículo 15 dice que nuestros cuerpos son miembros de Cristo. Esto demuestra que el Espíritu que mora en nuestros cuerpos tiene como fin la edificación del Cuerpo de Cristo. De igual manera, el versículo 17 nos dice que el que se une al Señor es un solo espíritu con Él, tal y como una esposa que se une a su marido es un solo cuerpo con él. Como hemos visto, la esposa tipifica a la iglesia, la cual es el Cuerpo. Nosotros somos la esposa que se une al Señor, el Marido, y somos el Cuerpo de Cristo unidos a la Cabeza como un solo espíritu. El hecho de que seamos un solo espíritu con el Señor y que el Espíritu more en nuestros cuerpos es para la edificación del Cuerpo de Cristo. El Espíritu Santo mora en nosotros para hacernos los miembros del Cuerpo de Cristo, nos edifica como el Cuerpo y mora en nosotros para unirnos todos juntos como un solo espíritu con el fin de edificar Su Cuerpo. Por tanto, el Espíritu del que se habla aquí es el Espíritu de edificación, el Espíritu que trabaja para edificar el Cuerpo.
Que estemos unidos al Señor como un solo espíritu no tiene como fin que cada persona individualmente sea uno con el Señor, sino que todos seamos uno con el Señor. Es un asunto corporativo, un asunto del Cuerpo, y no un asunto individual. Así que, una vez más el Espíritu que se menciona en esta parte de la Palabra es el Espíritu para la edificación, el Espíritu de edificación.
(
Cristo como el Espíritu en las Epístolas, capítulo 2, por Witness Lee)