Cristo como el Espíritu en las Epístolas, por Witness Lee

El ESPÍRITU QUE TRASMITE PRESENTADO EN 2 CORINTIOS 13:14

Antes de considerar al Espíritu presentado en el libro de Gálatas, haremos un repaso de la revelación acerca del Espíritu hallada en 1 y 2 Corintios. En la conclusión de 1 Corintios, Pablo dice: “La gracia del Señor Jesús esté con vosotros. Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros” (16:23-24). Al final de 2 Corintios, en 13:14, él menciona la gracia y el amor otra vez, pero añade la comunión. Éste es un versículo significativo. Después de todo lo que Pablo dice en 1 y 2 Corintios, él concluye su epístola, diciendo: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. Todos los libros de la Biblia fueron escritos de una manera muy específica y significativa. Ningún otro libro termina de la manera que lo hace 2 Corintios. Lo dicho por Pablo en forma de conclusión indica que la obra de transformación mencionada en las dos epístolas escritas a los corintios requiere la comunión del Espíritu Santo.

Este versículo habla de tres elementos: la gracia de Cristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu. Aquí podemos ver la Trinidad Divina. Dios, Cristo y el Espíritu no son tres que están solos, ni uno que está solo; más bien, son tres en uno. De la misma manera, la gracia, el amor y la comunión son tres elementos en uno. El amor es interno, del corazón, así que necesita ser expresado. Por ejemplo, si un hermano le regala una Biblia a alguien, su amor es expresado por ese regalo. En este sentido, el regalo de la Biblia es una gracia para aquel que la recibe. Mientras que el amor es la fuente interior, la gracia es la expresión exterior. Podemos comparar el amor y la gracia con un objeto que tiene dos extremos. Es un solo objeto, pero el amor que está en uno de los extremos es la gracia que está en el otro extremo. El amor está en Dios el Padre, quien es la fuente, mientras que la gracia está en Dios el Hijo, quien es la expresión. En 1 Juan 4:8 y 16 se nos dice que Dios es amor, y Juan 1:17 dice que la gracia y la realidad vinieron por medio de Jesucristo.

La comunión es la trasmisión del amor y de la gracia. Si amo a un hermano en mi corazón, expresaré este amor por medio de la gracia, pero es por medio de cierta clase de trasmisión que la gracia llega a él. El amor se expresa en la gracia, y la gracia con el amor es la trasmisión, la comunión, del Espíritu Santo. El Espíritu Santo trasmite la gracia de Cristo con el amor de Dios. Por tanto, el Espíritu que transforma, presentado en 1 y 2 Corintios, es el Espíritu que trasmite, Aquel que trasmite la gracia de Cristo con el amor de Dios.

El Espíritu que transforma está transformándonos con cierta sustancia y elemento. Esta sustancia y este elemento son la gracia de Cristo con el amor de Dios. El Espíritu que transforma está transformándonos al trasmitir a nosotros la gracia de Cristo con el amor de Dios.

Aparentemente, el amor es primero y la gracia viene después. Sin embargo, este versículo menciona la gracia primero. Esto se debe a que el tema de 2 Corintios es la gracia de Cristo (1:12; 4:15; 6:1; 8:1, 9; 9:8, 14; 12:9), y nuestra experiencia se basa principalmente en la gracia. Lo que disfrutamos es Cristo como nuestra gracia. Más aún, esta gracia tiene una fuente, la cual es el amor de Dios, y esta gracia necesita ser trasmitida, lo cual es realizado por medio del Espíritu Santo.

El versículo que concluye Gálatas dice: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu, hermanos. Amén” (6:18). Efesios 6:24 dice: “La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo en incorrupción”; y Filipenses concluye con estas palabras: “La gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu (4:23). Todos estos libros concluyen con la gracia, porque la gracia, que es Cristo mismo, es nuestro disfrute. Esta gracia tiene una fuente, que es Dios el Padre como amor, y esta gracia llega a nosotros por medio de la trasmisión, la comunión, del Espíritu Santo. Además, la gracia es trasmitida a nosotros en nuestro espíritu. Todo esto es revelado a nosotros mediante los últimos versículos de estas epístolas.

El Espíritu que transforma y que está en nuestro interior es el Espíritu que trasmite, Aquel que trasmite la gracia de Cristo con el amor de Dios con el fin de transformarnos. Podemos comparar la transformación con una reacción química. Para producir un cambio químico, es necesario poner una sustancia en otra. El Espíritu que transforma trasmite a Cristo juntamente con Dios dentro de nosotros como nuestro elemento nuevo. Esto causa el “cambio químico” con el cual somos transformados.

(Cristo como el Espíritu en las Epístolas, capítulo 4, por Witness Lee)