LA MANIFESTACIÓN DEL ESPÍRITU
PARA LA EDIFICACIÓN DEL CUERPO DE CRISTO
En 1 Corintios 12:3 se nos dice: “Os hago saber que nadie que hable en el Espíritu de Dios dice: Jesús es anatema; y nadie puede decir: ¡Jesús es Señor!, sino en el Espíritu Santo”. Esto muestra cómo el Espíritu Santo se relaciona estrechamente con el Señor Jesús. Entonces el versículo 13 dice: “En un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo Cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. Esto nos muestra nuevamente que el Espíritu tiene como fin el Cuerpo; Él es el Espíritu de edificación.
Los versículos del 4 al 7 dicen: “Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios que realiza todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho”. Aquí vemos otro aspecto del Espíritu: la manifestación del Espíritu. Al igual que el Espíritu de vida tiene como fin la filiación divina, así también la manifestación del Espíritu tiene como fin la edificación. Romanos es un libro sobre la filiación, mientras que 1 Corintios es un libro sobre la edificación. El libro de 1 Corintios sigue Romanos para mostrarnos cómo ser edificados. En el Espíritu de edificación fuimos todos bautizados en un solo Cuerpo, y todos los diferentes dones dados por este Espíritu se manifiestan para la edificación del Cuerpo de Cristo.
Es posible que alguien indique que algunos de los dones hallados en este capítulo son los dones sobrenaturales. Sin embargo, para edificar el Cuerpo, lo que más necesitamos es la vida. En algunos casos las personas necesitan de los dones para echar mano a la vida. Sin embargo, los dones por sí mismos nunca pueden edificar el Cuerpo. La vida es la que edifica el Cuerpo.
(
Cristo como el Espíritu en las Epístolas, capítulo 2, por Witness Lee)