Estudio-vida de Efesios, por Witness Lee

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III. EL LLAMAMIENTO DE DIOS ES LA SUMA TOTAL DE TODAS SUS BENDICIONES

El llamamiento de Dios es la suma de todas las bendiciones enumeradas en los versículos del 3 al 14: la elección y la predestinación efectuadas por Dios el Padre; la redención lograda por Dios el Hijo; y el sellar y el darse en arras llevados a cabo por Dios el Espíritu. Cuando fuimos llamados, participamos de la elección y predestinación efectuadas por el Padre, de la redención realizada por el Hijo, y del sello y las arras del Espíritu.

¿Ha considerado usted que con nuestro llamamiento recibimos todas las bendiciones del Dios Triuno? Pocos cristianos saben esto. No obstante, estas bendiciones son el contenido del llamamiento de Dios. Así vemos que el llamamiento de Dios es grandioso, pues comprende la elección, la predestinación, la redención, el sellado y las arras. Esto significa que Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu participan en el llamamiento de Dios. En este llamamiento recibimos al Dios Triuno como nuestra porción.

Ya mencionamos que el llamamiento de Dios incluye la elección. El Padre también nos predestinó; nos marcó un destino de antemano. Este destino es la filiación. ¡Qué maravilloso destino! Después de ser seleccionados y predestinados por el Padre, fuimos redimidos por el Hijo. Luego el Espíritu vino a nosotros, nos selló y nos dio a Dios en arras. Puesto que tenemos todo esto, ¿qué más podemos desear? Estoy completamente satisfecho y contento con lo que el Dios Triuno es para mí.

(Estudio-vida de Efesios, capítulo 15, por Witness Lee)