Estudio-vida de Efesios, por Witness Lee

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II. QUE NOS BENDIJO

El Dios que bendecimos, nos bendijo a nosotros, y las palabras buenas que dice acerca de nosotros abarcan todo el Nuevo Testamento. En el Nuevo Testamento Dios habla bien de nosotros. Los veintisiete libros del Nuevo Testamento están llenos de palabras agradables que Dios expresó acerca de nosotros. Apocalipsis 22:14 es un ejemplo de esto: “Bienaventurados los que lavan sus vestiduras, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad”. La frase: “Gracia y paz a vosotros” (1:2) también forma parte de las buenas palabras que Dios nos dirige. Si usted quiere oír tales palabras, tiene que leer el Nuevo Testamento y decir amén a todo lo que contiene. Dios nos escogió antes de la fundación del mundo. Amén. El nos escogió para que fuésemos santos y sin mancha. Amén.

Nosotros bendecimos a Dios porque El nos bendijo primero. El habló bien de nosotros, y ahora nosotros hablamos bien de El. Por ejemplo, cuando leemos acerca de la redención de nuestro cuerpo, debemos decir: “Oh Dios, cuánto te agradezco por entrar en mí y saturarme de Ti, y porque un día esta saturación se expresará a través de mi cuerpo. Eso será el día de la redención de mi cuerpo. Dios, ¡cuánto te agradezco por esto!” Hablar de este modo es responder a Sus buenas palabras. Así que, El nos bendice a nosotros, y nosotros lo bendecimos a El. Aprendamos a hablar bien de Dios conforme a Su economía neotestamentaria. Después de escuchar las buenas palabras que Dios nos dirige a nosotros, somos aptos para hablar bien de El.

Somos aptos para bendecir a Dios porque somos Sus criaturas, Sus redimidos y los que El regeneró. Toda bendición, todo beneficio y toda la riqueza que hay en el universo pertenece a una de tres categorías. La primera categoría es la creación; la segunda es la redención; y la tercera es la regeneración. En la creación de Dios disfrutamos de muchas cosas buenas: el aire, el sol, los minerales, la vida animal y la vida vegetal. Todas estas son cosas buenas de la creación de Dios, y nosotros somos aptos para gozar de ellas porque somos criaturas de Dios. Además, por ser los redimidos, disfrutamos el perdón de los pecados, la justificación por fe, la reconciliación en la gracia de Dios y la santificación. Ya que fuimos redimidos, todos los beneficios que pertenecen a la obra redentora de Dios son nuestros. Más aún, por ser regenerados, disfrutamos la vida de Dios, Su naturaleza y Su persona. Estas tres condiciones: ser creados, redimidos y regenerados, nos hacen plenamente aptos para disfrutar de todas las bendiciones del universo, las bendiciones que corresponden a la creación, a la redención y a la regeneración. Aunque los ángeles sean impecables, no son aptos para disfrutar de estas bendiciones. En cambio nosotros, por medio de la sangre de Cristo, disfrutamos el perdón de pecados, el lavamiento por la sangre, la justificación por fe y la paz con Dios. Disfrutamos de todas las bendiciones de la obra redentora de Cristo. Además, también gozamos de los beneficios y dones que nos trae la regeneración; poseemos la vida divina, la naturaleza divina y la Persona divina. ¿Qué puede ser más elevado que esto? Hoy disfrutamos al Creador, al Redentor y al Padre. Este es el segundo aspecto de las bendiciones [que se presentan en Efesios].

(Estudio-vida de Efesios, capítulo 2, por Witness Lee)