Estudio-vida de Efesios, por Witness Lee

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II. LA GLORIA DE LA GRACIA DE DIOS ES DIOS EXPRESADO EN SU GRACIA

Ahora veamos qué es la gloria de la gracia de Dios. Tal vez usted haya leído el libro de Efesios muchas veces sin haber notado la frase “la gloria de Su gracia”. Hebreos 1:3 declara que Cristo, el Hijo de Dios, es el resplandor de la gloria de Dios. Dios tiene una gloria, y el Hijo es el resplandor, el brillo de esta gloria. Si uno estudia con detenimiento el tema de la gloria en la Biblia, se dará cuenta de que la gloria es Dios expresado. Siempre que Dios se manifiesta, eso es gloria. Podemos usar la electricidad como ejemplo. La electricidad está oculta a nuestra vista, pero cuando se expresa en forma de luz, esa luz es la gloria de la electricidad. Del mismo modo, cuando Dios está escondido, no podemos ver Su gloria, pero cuando El se expresa, Su gloria se hace visible. Por consiguiente, la gloria es Dios expresado. Tan pronto se erigió el tabernáculo, éste se llenó de la gloria de Dios (Ex. 40:34). Dicha gloria era la expresión de Dios. Según este principio, el Hijo de Dios vino como resplandor de la gloria de Dios, lo cual significa que El es la expresión de Dios. A Dios nadie lo ha visto jamás, pero hemos visto la gloria del Hijo unigénito.

La gloria de la gracia de Dios significa que la gracia de Dios, la cual es El mismo como nuestro disfrute, lo expresa a El. Dios es expresado en Su gracia, y El nos predestinó para alabanza de tal expresión. Cuando recibimos la gracia y disfrutamos a Dios, experimentamos una sensación de gloria, aunque muchas veces no encontramos las palabras para expresar lo que sentimos. En algunas ocasiones, después de una excelente reunión, estamos llenos de gracia y decimos: “¡Eso fue glorioso!” Esto es Dios expresado en Su gracia.

Cuando comprendamos que fuimos escogidos para ser santos, que fuimos predestinados para filiación, que poseemos el Espíritu del Hijo, la vida del Hijo y Su posición, que seremos hechos conformes a Su imagen, que participaremos de la plena filiación, la redención de nuestro cuerpo, y que heredaremos la plenitud de dicha filiación, exclamaremos: “¡Qué glorioso!” Debemos meditar sobre los siguientes seis temas con mucha oración: el Espíritu, la vida y la posición del Hijo, la imagen del Hijo, la culminación de la filiación y la herencia de ésta. Si lo hacemos, estaremos en la gloria y alabaremos a Dios por la filiación.

(Estudio-vida de Efesios, capítulo 5, por Witness Lee)