VI. LOS DESTINATARIOS
A. Los santos que están en Efeso
En la última parte de 1:1 y en el versículo 2 dice: “A los santos que están en Efeso y que son fieles en Cristo Jesús: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”. Los destinatarios de este libro eran los santos de Efeso. La palabra “santos” se refiere a su posición, o sea, que los santos son aquellos que son hechos santos, que son santificados, que están separados para Dios de todo lo común.
B. Los que son fieles en Cristo Jesús
Los destinatarios son también los fieles en Cristo Jesús. Los fieles son los que son fieles en la fe, como se menciona en 4:13, 2 Timoteo 4:7 y Judas 3. Los destinatarios, los fieles en Cristo, no sólo tienen una posición santificada, sino también un vivir fiel. Ellos viven fielmente en su fe. Debemos reunir estos requisitos y tener esa posición para recibir este libro. Debemos ser los santos y debemos ser los fieles en Cristo Jesús. Es necesario tener una posición santificada y un vivir fiel.
C. Gracia y paz
Entre el autor y los destinatarios había una comunicación de gracia y de paz (1:2). La gracia y la paz fluían del escritor a los destinatarios. Entre ellos no había chismes, críticas, acusaciones ni condenación, sino gracia y paz.
1. La gracia es Dios como nuestro disfrute
La gracia es Dios como nuestro disfrute (Jn. 1:17; 1 Co. 15:10). Cuando Dios llega a ser nuestra porción para que le disfrutemos, lo que recibimos es la gracia. No debemos pensar que la gracia es algo inferior a Dios. La gracia es Dios mismo disfrutado por nosotros de manera práctica como nuestra porción.
2. La paz es una condición
que proviene de la gracia
La paz es una condición que procede de la gracia, es decir, es el resultado de disfrutar a Dios nuestro Padre. Cuando disfrutamos a Dios como la gracia, entramos en una condición de reposo, satisfacción y alegría; esto es la paz. La gracia es una substancia, mientras que la paz es una condición. La substancia de la gracia es Dios mismo, y la condición de la paz es aquello que brota del disfrute que tenemos de Dios como la gracia. Todos podemos testificar de la paz que experimentamos cuando disfrutamos a Dios como gracia. El primer renglón del himno 213 de nuestro himnario dice: “¡Oh, qué vivir! ¡Oh, qué solaz!” La vida es la gracia. Cuando nos deleitamos verdaderamente en Cristo como nuestra vida, participamos de la gracia, y por consiguiente, tenemos paz. ¡Qué vida y qué paz! Ahora también podemos decir: “¡Qué substancia! ¡Qué condición!” Tenemos la substancia divina como nuestro disfrute y tenemos también la condición celestial. Esta es la paz que disfrutamos.
3. Dios es el Creador para nosotros,
Sus criaturas, y nuestro Padre
es el Padre para nosotros, Sus hijos
Esta gracia y esta paz provienen de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Nosotros somos criaturas de Dios e hijos de Dios. Para nosotros como criaturas de Dios, Dios es nuestro Dios; y para nosotros como hijos de Dios, El es nuestro Padre. Por un lado somos criaturas de Dios, y por otro, somos hijos del Padre.
4. El Señor Jesucristo es el Redentor
para nosotros, los redimidos de Dios
Además, la gracia y la paz también vienen a nosotros procedentes del Señor Jesucristo. El es nuestro Redentor, y nosotros somos Sus redimidos; como los redimidos del Señor, le tenemos a El como nuestro Señor.
La gracia y la paz proceden de Dios nuestro Creador, de nuestro Padre y del Señor nuestro Redentor. Por el hecho de haber sido creados, regenerados y redimidos, tenemos la posición adecuada para recibir de El la gracia y la paz. Nosotros tenemos una triple condición: fuimos creados, regenerados y redimidos. Tenemos a Dios como nuestro Creador; tenemos al Padre como nuestro Padre, y tenemos a Jesucristo como nuestro Redentor. Por consiguiente, somos plenamente aptos para recibir la gracia y la paz de parte del Dios Triuno. Estas son las palabras introductorias de este libro.
(
Estudio-vida de Efesios, capítulo 1, por Witness Lee)