Estudio-vida de Efesios, por Witness Lee

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IV. PARA ALABANZA DE SU GLORIA

El versículo 14 concluye con las palabras: “para alabanza de Su gloria”. Debemos examinar este asunto una vez más. Esta es la tercera vez que se repite esta frase, y en este caso, como conclusión de esta sección (vs. 3-14), que habla de las bendiciones que Dios nos concede. Los versículos del 3 al 6 revelan lo que Dios el Padre se propuso para nosotros; a saber, que El nos escogió y nos predestinó para filiación, para alabanza de la gloria de Su gracia. Los versículos del 7 al 12 revelan cómo Dios el Hijo realizó lo que Dios el Padre se había propuesto; o sea, que El nos redimió y nos hizo herencia de Dios, para la alabanza de Su gloria. Los versículos del 13 al 14 nos hablan de cómo Dios el Espíritu nos aplica lo que Dios el Hijo realizó; a saber, El nos sella y es la garantía y anticipo de nuestra herencia eterna y divina, para la alabanza de la gloria de Dios. En las bendiciones que Dios nos concede, la gloria del Dios Triuno merece una alabanza triple.

La expresión “para alabanza de Su gloria” se repite tres veces porque la Trinidad está relacionada con la bendición de Dios. Las buenas palabras que se dicen acerca de nosotros tienen una perspectiva triple, y la alabanza que se ofrece al Dios Triuno también es una alabanza triple. El Dios Triuno, la Trinidad Divina, merece una alabanza triple. El no sólo merece nuestra alabanza, sino también la alabanza de los ángeles y de toda la creación. Un día, todo el universo alabará a Dios por lo que se propuso, por lo que realizó y por lo que aplicó. ¡Qué maravilloso es recibir las buenas palabras con las que Dios nos bendice!

Como hemos dicho, los versículos del 3 al 14 relatan las buenas palabras que Dios expresó acerca de nosotros. Como resultado de ellas, todas las cosas positivas del universo alabarán a Dios por las bendiciones que El nos concedió, porque nosotros, los hijos de Dios, seremos Su herencia. Aunque caímos tan bajo, fuimos hechos hijos de Dios, e incluso fuimos designados Su herencia y deleite. Dios ha llegado a ser nuestra herencia, y nosotros lo heredamos a El como nuestro disfrute. El está en nosotros, y nosotros estamos en El. Nosotros estamos en El para ser Su herencia y deleite, y El está en nosotros para ser nuestra herencia y deleite. ¡Aleluya por las buenas palabras que el Dios Triuno expresó acerca de nosotros! Ahora por tener la unción, el sellar y las arras estamos plenamente satisfechos. Lo único que deseamos ahora es recibir más de Dios.

(Estudio-vida de Efesios, capítulo 13, por Witness Lee)