EL MINISTERIO DEL HERMANO NEE
El ministerio es producido
por revelación y sufrimiento
Ahora que hemos visto algo acerca de las revelaciones que recibió el hermano Nee de parte del Señor, y de sus sufrimientos, queremos ver algo acerca de su ministerio. Después de los sufrimientos viene el ministerio. El ministerio se produce por medio de la revelación más los sufrimientos. Sin revelación, una persona no puede tener ningún ministerio, pues no tiene nada con que ministrar. Pero si una persona tiene revelación sin sufrimiento, tampoco tiene un ministerio. Tal vez tenga el don de enseñar, pero hay una gran diferencia entre un don y un ministerio. El ministerio es algo más elevado, más profundo y más valioso. Un don en sí podría ser superficial, pobre y deficiente.
Si tenemos la revelación, Dios nos pondrá en la caldera, en el horno, para que podamos pasar por los sufrimientos. A través de los sufrimientos, aprendemos las verdaderas lecciones en vida. Sólo entonces tendremos el ministerio. Todos tenemos que ser impresionados profundamente con estas dos cosas: la revelación y el sufrimiento. El ministerio proviene de la revelación y el sufrimiento.
El libro de Hechos y las Epístolas de Pablo nos muestran los sufrimientos de Pablo (Col. 1:24). Sabemos, por los escritos de Pablo, que antes de que él pasara por los sufrimientos, había recibido revelaciones (2 Co. 12:1, 7). El primeramente recibió las revelaciones, pero esto no significa que después de recibir las revelaciones, salió inmediatamente a transmitir con elocuencia ese conocimiento a otros. Si él hubiera hecho esto, aquello no habría sido el ministerio. Lo que hubiera compartido habría sido meramente una enseñanza o el ejercicio de su don, pero no el ministerio. Nosotros sabemos, no obstante, que el apóstol Pablo no fue una persona así. Después de recibir las revelaciones de parte del Señor, el Señor lo metió al horno, al fuego, para que fuera quemado, para que sufriera. En sus escritos vemos la secuencia de las revelaciones primero y luego los sufrimientos. Luego de estos dos se produce el ministerio.
La revelación tiene que ser puesta en nosotros por fuego. Podemos usar el ejemplo de la manera en que se hace cierto tipo de vasijas de porcelana. Un artista pinta un motivo en la vasija, pero luego la vasija tiene que ser quemada. Entonces el motivo queda impreso en la vasija al ser quemado. Después de que el motivo es impreso en la vasija por este método, nunca puede ser borrado porque es uno con la vasija. Que nosotros recibamos la revelación puede compararse con la vasija en la que se hace el dibujo. Pero después de esto, es necesario que la revelación sea imprimida por fuego en nosotros a fin de hacer que la revelación y nosotros seamos uno. Recibir la revelación es una cosa; ser puesto en el fuego con la revelación es otra cosa.
La revelación es impresa en nosotros por medio de los sufrimientos. Ningún ministro genuino de Dios puede evitar los sufrimientos. Eso es imposible. Todos necesitamos los sufrimientos. Cuánta vida y cuánta realidad de las riquezas de Cristo podamos ministrar, depende de dos elementos: cuánta revelación hayamos recibido y cuánto hayamos sufrido por lo que nos ha sido revelado. Los sufrimientos tienen que ser añadidos a la revelación. Entonces tendremos un ministerio.
En todas las Epístolas podemos ver tres cosas: la revelación, los sufrimientos y el ministerio. Después de esto viene la obra. La obra no proviene de la enseñanza ni del don, sino del ministerio. Pablo dijo que él había recibido este ministerio (2 Co. 4:1) y que él fue hecho ministro del nuevo pacto (2 Co. 3:6). Hoy en día la palabra ministro ha sido arruinada por causa de que ha sido usada mal en el cristianismo. Tenemos que entender lo que es un ministro. Un ministro es uno que tiene un ministerio genuino, el cual fue creado de dos cosas: la revelación más el sufrimiento.
(
Historia de la iglesia y las iglesias locales, La, capítulo 8, por Witness Lee)