LA COMPRENSION QUE TUVE DEL HERMANO NEE
POR MEDIO DE MI CONTACTO CON EL
Me gustaría tener comunión con ustedes acerca de la comprensión que tuve del hermano Nee por medio de mi contacto con él. El hermano Nee y yo estábamos muy lejos el uno del otro cuando éramos cristianos jóvenes. El estaba en el sur de China, y yo estaba en el norte de China. El fue salvo en 1920, y yo fui salvo en 1925. Mi madre fue bautizada cuando era adolescente, y se hizo miembro de la denominación Bautista del Sur. Yo fui criado y educado en el cristianismo, aunque no era salvo. Un día oí que una joven predicadora de unos veinticinco años de edad iba a venir a mi pueblo para tener algunas reuniones evangelísticas. Yo tenía como diecinueve años entonces. Tenía curiosidad por ver a esta joven predicar el evangelio.
Una tarde fui a oírla. Desde entonces nunca he visto una persona que predique el evangelio con tanto impacto. Ella estaba predicándole a una multitud de más de mil personas acerca de cómo Satanás ha capturado, poseído e invadido a las personas. Ella usó la historia de Faraón cuando tenía a los hijos de Israel bajo su tiranía. Fui cautivado por el Señor por la predicación de ella. El nombre de aquella hermana era Peace Wang. Ella fue la segunda hermana que llegó a colaborar en la obra, junto con Ruth Lee. Por medio de su predicación yo fui salvo en abril de 1925. En ese entonces yo era un joven muy ambicioso, pero en verdad me volví al Señor.
Yo amaba al Señor, pero no tenía a dónde ir en busca de ayuda. Traté de coleccionar libros acerca de la Biblia para que me ayudaran a entenderla. En mi pueblo había un periódico cristiano llamado La estrella de la mañana. En ese periódico apareció un artículo escrito por el hermano Nee. A mi parecer, fue el mejor artículo de ese periódico, y disfruté su lectura. Hice lo posible por coleccionar todos los ejemplares que tuvieran artículos del hermano Nee. Nunca lo había conocido a él, y por la lectura de sus artículos pensé que él debía de ser un escritor de mucha edad. En uno de los ejemplares había un anuncio para aquellos que quisieran subscribirse a la revista mensual del hermano Nee llamada El cristiano. Yo envié mi hoja de subscripción, y recibí veinticuatro ediciones de El cristiano entre 1925 y 1926.
Durante ese tiempo yo le escribía al hermano Nee. Este fue el principio de mi contacto con él por correspondencia. Principalmente yo le hacía preguntas acerca de la Biblia. En una carta le pedí que me dijera cuál era el mejor libro que me podría ayudar a entender toda la Biblia. El me dijo que hasta donde él sabía, el mejor libro que me podría ayudar a conocer toda la Biblia era Synopsis of the Books of the Bible [Sinopsis de los libros de la Biblia] de J. N. Darby. El dijo que yo tendría que leerlo varias veces para poder entenderlo. Más tarde cuando fui a visitarlo por primera vez, él me dio el juego completo de los cinco volúmenes de esta sinopsis de Darby.
Al leer los escritos del hermano Nee, empecé a darme cuenta de la verdad acerca de lo que es la iglesia y lo que son las equivocaciones del cristianismo. Aunque yo estaba en una denominación, interiormente yo ya había roto con las denominaciones. En mi denominación había un joven que notó que yo era ahora diferente a los demás. Un día él vino a visitarme y me preguntó cómo podía uno saber que era salvo. Le di un folleto del hermano Nee que trataba de la seguridad de la salvación. Después de leerlo él entendió claramente que era salvo. Con el tiempo, nuestro pastor se refería a nosotros dos como Caleb y Josué.
Más adelante la empresa donde este hermano joven trabajaba lo transfirió de Chefoo a Shanghái. Me preguntó dónde se podría reunir en Shanghái. Le dije que el folleto que yo le había dado acerca de la seguridad de la salvación decía algo acerca de dónde había reuniones de cristianos. Le dije que lo mejor era que fuera allí. El fue a esas reuniones de la iglesia en Shanghái. Finalmente, llegó a ser uno de los tres primeros ancianos en Shanghái.
A fines de 1927 mi denominación me eligió como miembro del comité directivo. Entonces me vi obligado a decirles que no podía permanecer más en esa denominación. Ese fue el año en que dejé esa denominación y empecé a asistir a la asamblea de los Hermanos. Iba a la asamblea de los Hermanos fielmente cada semana. Recibí muchas buenas enseñanzas de ellos acerca de la tipología y la profecía. Años más tarde, en agosto de 1931, el Señor me mostró que yo había recibido mucho conocimiento bíblico, y que sin embargo estaba frío y muerto. Hubo un verdadero arrepentimiento en mí. Gracias al Señor que después de que fui salvo, nunca volví al mundo. Pero en aquel entonces, aunque asistía a tantas reuniones de los Hermanos cada semana, yo estaba frío.
Cuando el Señor me redarguyó acerca de mi frialdad, me levanté temprano el siguiente día. Mi casa estaba cerca de una pequeña montaña. Yo subí a la cima de esa montaña y lloré en arrepentimiento delante del Señor. Yo estaba desesperado. Desde ese día subía allí cada mañana para pasar un tiempo con el Señor. Continué orando de este modo por algunos meses. Durante ese tiempo mientras yo buscaba al Señor, el hermano Nee tuvo unas conferencias de victoria en Shanghái en 1931. Traté de ir a Shanghái a esas conferencias, pero Japón había invadido a Manchuria, y se me advirtió que no fuera. Si hubiera ido, habría corrido el riesgo de ser separado de mi hogar, así que cancelé el viaje. El hermano joven de mi denominación que había ido a Shanghái regresó a Chefoo el siguiente año y me habló de las buenas reuniones que tenían allí.
El y yo fuimos a nuestra antigua denominación y propusimos que ellos debían invitar al hermano Nee a que viniera para hablar allí. Aunque habíamos salido de la denominación, habíamos dejado una buena impresión de nosotros. Ellos todavía nos apreciaban como los jóvenes que éramos. Estuvieron de acuerdo con nuestra propuesta, e invitaron al hermano Nee. Al mismo tiempo el seminario Bautista del Sur, que estaba en un condado cercano a Chefoo, también lo invitó para que hablara allí.
En el verano de 1932, el hermano Nee vino a Chefoo, y yo me uní a aquellos que fueron a su barco a saludarlo. Asistí a todas las reuniones en las que él habló. Fui con él al seminario Bautista del Sur, el cual por aquel entonces estaba conectado con el movimiento pentecostal. En esos años el movimiento pentecostal predominaba en el norte de China. Esta fue la primera vez que yo vi lo que practicaban los pentecostales. En la reunión algunos saltaban, otros rodaban por el piso, otros se reían y otros gritaban. Esto ocurrió durante un rato. Luego el pastor pidió que hicieran orden, y el hermano Nee habló. Después de la reunión, el hermano Nee y yo caminamos juntos. Le mencioné las extrañas prácticas que habían tenido en la reunión. El me dijo: “En el Nuevo Testamento no hay formalismos”. Más tarde él se hospedó en mi casa por dos o tres días. Durante ese tiempo tuvimos largos períodos de comunión. Esto fue en julio de 1932.
En la tarde del día que el hermano Nee se fue, un hermano que era miembro de mi antigua denominación vino a mí. El buscaba ayuda del hermano Nee, pero el hermano Nee ya se había ido. Este hermano y yo compartimos por un largo tiempo esa tarde junto al mar, pues mi casa no estaba lejos de la playa. Llegó a un punto en que dijo: “Usted tiene que bautizarme hoy en el mar”. Le dije que yo no era pastor, ni anciano, ni diácono. El me reprendió diciendo: “Usted me dijo que todos los discípulos de Jesús que estén calificados para predicar el evangelio, están también calificados para bautizar a otros. Usted tiene que bautizarme”. Le pedí que orara conmigo. Luego la palabra de Hechos 8 vino a mí: “Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?” (v. 36). Entonces lo bauticé. Cuando subimos del agua, ambos estábamos en los cielos. El me dijo que desde el siguiente día él no volvería nunca a la denominación, sino que vendría a reunirse conmigo. Yo le dije que desde el siguiente día yo dejaría de ir a las reuniones de los Hermanos y empezaría a reunirme con él. Aquello fue realmente el mover del Señor.
El bautismo de este hermano fue un martes. El jueves de esa semana otros dos vinieron a nosotros y nos pidieron que los bautizáramos, y nosotros lo hicimos. El domingo más hermanos fueron bautizados, el domingo siguiente teníamos once hermanos participando de la mesa del Señor en Chefoo mi pueblo natal. Esto llegó a oídos del hermano Nee en Shanghái. Para fines de ese año éramos ochenta personas las que nos reuníamos.
A comienzos del año siguiente había como cien hermanos reuniéndose en Chefoo. En abril de ese año, la hermana Peace Wang vino a visitarnos. Fue a través de ella que yo fui salvo. Para entonces en 1933, ella había llegado a ser uno de los colaboradores de más impacto. Luego vino el hermano Nee, y estuvo con nosotros por unos diez días. Después de esto, él fue a Inglaterra a visitar a los Hermanos.
Durante las tres primeras semanas de agosto de 1933 yo tuve una lucha con el Señor acerca de dejar mi trabajo y servirle de tiempo completo. El Señor me estaba llamando interiormente a que le sirviera de esa manera. En ese entonces mi hermano menor y yo teníamos los empleos mejor pagos entre los que estaban en la iglesia, así que muchas de las necesidades de la iglesia eran suplidas secretamente por nosotros. El Señor estaba llamándome a que dejara mi trabajo, pero yo estaba considerando qué ocurriría si lo hacía. Yo estaba ayudando a suplir las necesidades de la iglesia, pero si yo tomaba este camino, otros tendrían que suplir mis necesidades.
De hecho, desde el primer día en que yo fui salvo por medio de la predicación de la hermana Wang, sentí el llamado del Señor a servirle a tiempo completo. Yo sabía que mi destino para toda la vida era servir al Señor de tiempo completo. Desde el 1º hasta el 21 de agosto de 1933 yo estuve luchando con el Señor acerca de este asunto. El miércoles, 21 de agosto, tuve comunión con dos de los líderes después de la reunión de oración. Les expliqué la situación a ellos y les pedí que oraran por mí esa noche. No podía seguir adelante ni un solo día sin tomar una decisión al respecto. Tarde esa noche pasé un tiempo delante del Señor, y me quedó claro que Su voluntad era que aceptara Su llamado. La única cosa que me hacía vacilar era mi incredulidad. Entonces el Señor me mostró que si yo no respondía a Su llamado, El no tendría ya nada más que ver conmigo en lo relacionado con la obra. Le dije al Señor con lágrimas que sí aceptaba Su llamado y que tomaba este camino.
Al siguiente día renuncié a mi trabajo. Después de renunciar, fui a la oficina de correos al día siguiente para recoger una carta enviada de Manchuria. Esta fue la primera carta en la que recibía una invitación a ir a un lugar para hablar por el Señor. Acepté esta invitación y fui a la capital de Manchuria para hablar por los intereses del Señor. Mientras estaba allí, me llegó una carta procedente del administrador general de la empresa donde yo trabajaba, en la que me decía que no quería que dejara mi trabajo. Decía que me ascendería y me aumentaría el salario mensual si me quedaba. Usualmente al final del año, los empleados de esa empresa recibían una jugosa bonificación. Calculé que si trabajaba otros tres meses, recibiría esa bonificación, y luego podría dejar el trabajo.
Cuando regresé de Manchuria a casa, me esperaba allí una carta del hermano Nee. Era una nota corta fechada el 17 de agosto. Esta fue escrita durante el período de tres semanas en el cual estuve luchando con el Señor. Esta nota decía: “Hermano Witness: acerca de tu futuro, me parece que tienes que servirle al Señor de tiempo completo. ¿Qué piensas de esto? Que el Señor te guíe”. Aquella corta nota todavía tiene mucho significado para mí. Ella contrarrestó la carta del administrador general de la compañía donde yo trabajaba. Le dije al Señor que aun si esa empresa me ofreciera el mundo entero, no lo aceptaría. Entonces tomé la decisión de ir a Shanghái para ver al hermano Nee.
Cuando fui a Shanghái, le pregunté al hermano Nee por qué había escrito esa nota del 17 de agosto. El dijo que en esa ocasión él estaba a bordo de un barco en el Mediterráneo de regreso de Europa a China. Estando en su camarote, tuvo la carga de orar por la obra en China. Mientras oraba, el Señor le dijo en su interior: “Tienes que escribirle una nota a Witness Lee diciéndole que consideras que él debe servirme a tiempo completo”. Mientras el hermano Nee estaba navegando por el Mediterráneo, yo estaba luchando con el Señor en China. Estábamos a miles de kilómetros de distancia, y aún así, él recibió una carga del Señor de escribirme esa nota en un tiempo tan crítico. Aquello me convenció totalmente de que él era verdaderamente un hombre de Dios. Me di cuenta de que yo tenía que laborar con él para el mover del Señor. Ese fue el comienzo de nuestra labor juntos.
(
Historia de la iglesia y las iglesias locales, La, capítulo 9, por Witness Lee)