EL VIVIR PRÁCTICO DEL NUEVO HOMBRE
Y LA PROPAGACIÓN DEL EVANGELIO
La revelación que se ve respecto al nuevo hombre en Efesios es elevada, pero lo que Pablo dijo respecto al vivir práctico del nuevo hombre no parece ser tan elevado. Por ejemplo, 4:28 dice: “El que hurta, no hurte más”. Algunos podrían pensar que esta palabra es algo baja. Sin embargo, si nos examinamos a nosotros mismos, reconoceremos que todos hemos hurtado algo. Los esposos muchas veces hurtan a sus esposas y las esposas hurtan a sus esposos con frecuencia. Los estudiantes de escuela primaria hurtan tiza de las escuelas o lápices de sus compañeros de clase. El robo es prevalente en este mundo. Casi todo el mundo ha robado algo. Por esta razón, después de dar una revelación elevada acerca del nuevo hombre, Pablo tuvo que decir: “El que hurta, no hurte más”.
Debido a que hemos sido regenerados, el sentir de nuestra conciencia es elevado y más sensible. La conciencia de un cristiano es más elevada que la de un ser humano común, puesto que la vida divina está en nosotros. Si tenemos el testimonio de expresar la vida divina en nuestro vivir delante de nuestros padres, hermanos y parientes, nuestros padres podrían estar en desacuerdo con que creamos en Jesús; pero con el tiempo ellos comprenderán que hemos cambiado. Nuestros padres incluso darán testimonio de nuestro vivir a nuestros parientes. Esto constituye una predicación del evangelio, la cual no se lleva a cabo con palabras, sino con la expresión del nuevo hombre en nuestro vivir. Tal testimonio es poderoso.
Después que fui salvo, nadie me enseñó cómo comportarme; pero la vida divina que operaba en mí me hizo amar al Señor, leer la Biblia y orar. En aquel tiempo yo tenía diecinueve años de edad, cuatro años más que mi hermano. Anteriormente, nos gustaba jugar y divertirnos. Sin embargo, después que fui salvo, disfrutaba orar y leer la Biblia en vez de jugar. No le aconsejé ni exhorté a mi hermano menor que me siguiera; tampoco le prediqué el evangelio ni le di testimonio alguno. Sin embargo, cuando él vio que yo oraba y leía la Biblia cada día, él comenzó a leer la Biblia también. Como resultado de ello, él también fue salvo. Debido a que yo cambié, él también cambió. Por cosiguiente, mi madre creyó en el Señor. Anteriormente, sin importar cómo ella nos disciplinara, no podía subyugarnos; éramos muchachos jóvenes, fuertes y aficionados a las diversiones. Sin embargo, ella quedó asombrada de que comenzáramos a disfrutar leyendo la Biblia y orando en vez de jugar o causar problemas. Como consecuencia, mi madre también fue salva. Necesitamos tener tal testimonio viviente hoy en día. No sólo deberíamos predicar el evangelio verbalmente; deberíamos mostrar un cambio en nuestro vivir. Tenemos que expresar el nuevo hombre en nuestro diario vivir.
La predicación del evangelio
requiere que el nuevo hombre sea expresado
en nuestro vivir
Efesios revela una visión elevada que nos muestra cómo el Señor creó el nuevo hombre y cómo nos vestimos del nuevo hombre. A esta visión le sigue el asunto crucial de expresar el nuevo hombre en nuestro vivir. Por un lado, el nuevo hombre es universal; por otro, el nuevo hombre ha sido elevado. El viejo hombre es bajo, pero el nuevo hombre es noble. Puesto que somos el nuevo hombre, nuestro vivir tiene que ser más elevado que el vivir de quienes no son parte del nuevo hombre. El vivir del nuevo hombre consiste en despojarnos del viejo hombre y continuamente vestirnos del nuevo hombre. Ya que nos hemos vestido del nuevo hombre, es imprescindible que expresemos el nuevo hombre en nuestro vivir. A fin de que el testimonio del Señor se propague desde Taiwán, necesitamos comenzar a laborar en las escuelas. Taiwán tiene muchas escuelas. Cada escuela es un estanque de peces, y los santos jóvenes que estudian son pescadores. Estos estudiantes deberían aprovechar la buena oportunidad que tienen de pescar y también deberían tener la realidad, el vivir y el testimonio del nuevo hombre. Si cada escuela tiene algunos hermanos y hermanas que se visten del nuevo hombre y expresan el nuevo hombre en su vivir, se manifestará una situación floreciente y gloriosa.
Los santos jóvenes que desempeñan sus respectivos trabajos deberían recibir una carga de ir a los pueblos pequeños y trabajar como maestros de escuela primaria e intermedia al vestirse del nuevo hombre y expresarlo en su vivir. Entonces el evangelio será fácil y ampliamente aceptado por las personas en estos pueblos pequeños. Si los niños en las escuelas aceptan el evangelio, ellos a la vez influenciarán a sus padres. Cuando los padres observen que los santos tienen un carácter, un hablar y una conducta extraordinarios, ellos reconocerán en su interior que los santos son nobles. Sin embargo, si el vivir de los santos que van a predicar el evangelio en los pueblos pequeños es un desorden, y si su vivir, hablar y conducta son peores que los de un joven promedio, entonces nuestro testimonio será anulado.
Quienes vayan a los pueblos pequeños no deberían tener prisa por predicar el evangelio a las personas. En lugar de ello, primero deberían expresar en su vivir la vida del nuevo hombre y permitir que las personas vean que ellos son distintos de otros maestros. Entonces estas personas en el pueblo comprenderán que nuestra diferencia se debe a que Jesús está en nosotros, y serán convencidos. Si predicamos a Jesús sin expresar el nuevo hombre en nuestro vivir, nuestra predicación será inefectiva, y podríamos provocar la antipatía de otros. Éste será el resultado si nuestro vivir es inferior al vivir de quienes van en pos del budismo y del taoísmo. En vez de estar ansiosos por levantar rótulos acerca de Jesús, primero tenemos que vestirnos del nuevo hombre y expresarlo en nuestro vivir.
De manera similar, aquellos de ustedes que sean jóvenes no deberían predicarles a sus padres meramente con palabras. Si ustedes corren al salón de reunión cada día, pero siguen llevando la vida del viejo hombre, no serán exitosos en convencer a otros y además perjudicarán el testimonio del Señor. Si ustedes expresan la vida del nuevo hombre en su vivir, sus padres con el tiempo serán convencidos y percibirán que ustedes han cambiado. Cuando ellos pregunten acerca de la razón por la cual han cambiado, ustedes podrán testificar que su cambio es el resultado de creer en el Señor Jesús. Quizás ellos, por causa de sus tradiciones y costumbres, no puedan aceptar al Señor Jesús de inmediato; tal vez incluso los reprendan. Sin embargo, no hay necesidad de discutir, pues con el tiempo ellos tendrán un cambio de corazón. Al final ustedes ganarán su corazón, y ellos reconocerán que ustedes son nobles puesto que tienen más amor por ellos y son más considerados para con ellos. Sin embargo, esto no es obra de ustedes; es el Señor Jesús quien ha llevado esto a cabo en ustedes. Si tienen tal testimonio, sus padres, hermanos y parientes aceptarán el evangelio uno por uno. Si ustedes tienen tal testimonio, podrán conducir a tres o cinco personas a la salvación cada año y producir racimos de fruto.
Puesto que he viajado a muchos lugares del mundo y he tenido contacto con toda clase de persona, puedo decir que las personas chinas han sido guardadas por el Señor. Pocos chinos son supersticiosos. Aunque muchas personas en Taiwán celebren festivales, no son muy supersticiosos. Los chinos son prácticos. Primero, prestan atención a ganarse la vida, de modo que puedan vivir en paz, vestir cómodamente y habitar de manera segura. Segundo, ellos prestan atención a la educación o a aprender una destreza, de modo que puedan ganarse la vida. Tercero, ellos prestan atención a los parentescos y la ética. Éstas son buenas tradiciones chinas. Si alguien se vuelve rico, pero no honra a sus padres o no es generoso con sus hermanos, será despreciado. Es fácil que los chinos acepten el evangelio, pues tienen una mentalidad muy práctica y se preocupan por ganarse la vida, por la educación y por la ética. Siempre y cuando tengamos un buen testimonio delante de los hombres y ellos vean que somos estudiosos y tenemos una buena conducta, reconocerán que nuestra humanidad es elevada. La manera en que podemos predicar el evangelio en Taiwán es vestirnos del nuevo hombre y expresarlo en nuestro vivir. Nuestros padres, hermanos, parientes, compañeros de clase y vecinos observan nuestra conducta. Si expresamos el nuevo hombre en nuestro vivir, seremos capaces de producir racimos de fruto. Tengo la certeza de que cada joven fácilmente puede conducir a dos o tres personas a la salvación cada semestre. Esto depende de si los jóvenes tienen o no el vivir del nuevo hombre.
Tener comunión constantemente con el Señor y con los santos, amarnos unos a otros y expresar
el testimonio del nuevo hombre en nuestro vivir
Dios ha creado el nuevo hombre, y nosotros podemos vestirnos del nuevo hombre en la iglesia; pero necesitamos la gracia para expresar el nuevo hombre en nuestro vivir. Nuestra voluntad no puede lograr esto, porque el querer el bien está en nosotros, pero no el hacerlo (Ro. 7:18). Por lo tanto, no deberíamos tomar la decisión de expresar el nuevo hombre en nuestro vivir. La gracia del Señor nos basta (2 Co. 12:9). Si tenemos comunión frecuentemente con el Señor y con los hermanos y hermanas, espontáneamente expresaremos en nuestro vivir las virtudes excelentes de Cristo desde nuestro espíritu. En esto consiste el vivir del nuevo hombre. Esto es lo que el Señor busca hoy.
En las escuelas se promueven cuatro aspectos de la educación: la educación moral, la educación intelectual, la educación física y la educación social. Aunque en las escuelas hay un aspecto de la educación social, muchas personas no pueden trabajar en grupo. En la iglesia no necesitamos enseñar cómo trabajar en grupo, pues en Cristo hemos llegado a ser un solo grupo. Cuando los hermanos y las hermanas jóvenes se cuiden unos a otros y se amen unos a otros, sus padres, hermanos, compañeros de clase y amigos serán convencidos al observar las virtudes excelentes que los jóvenes exhiben como grupo. Los santos manifiestan estas virtudes al vestirse del nuevo hombre y expresarlo en su vivir. El nuevo hombre no consiste en muchas personas individuales; más bien, es un hombre corporativo en Cristo. Este nuevo hombre es la iglesia, que es diferente de un vivir social. La sociedad es oscura, pero la iglesia está llena de luz. Éste es el testimonio del nuevo hombre. El nuevo hombre es una lámpara que resplandece en las tinieblas. Muchos de nuestros parientes y amigos están en las tinieblas de la sociedad, pero serán atraídos a esta lámpara que resplandece fuertemente y la iglesia espontáneamente tendrá aumento.
(
Era del nuevo hombre, La, capítulo 7, por Witness Lee)