Vida cristiana, La, por Witness Lee

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II. LA VIDA CRISTIANA TAMBIÉN ES LA VIDA EN QUE LOS CRISTIANOS VIVEN A CRISTO Y LE MAGNIFICAN CORPORATIVAMENTE

La vida cristiana también es la vida en que los cristianos viven a Cristo y le magnifican corporativamente en su localidad, como una iglesia local, para ser una expresión local de Cristo como una parte del Cuerpo universal de Cristo. La vida cristiana tiene que ser una vida de iglesia. La vida cristiana no debe ser simplemente una vida cristiana individual; debe ser una vida cristiana corporativa, la vida de iglesia. Dondequiera que usted esté en la tierra, debe participar en la iglesia local que haya allí.

Muchos de los que estamos en el recobro del Señor estamos conscientes de la iglesia. Pero en realidad hay muy pocos cristianos de hoy que toman conciencia de la iglesia. No tienen sensibilidad acerca de la iglesia. Si no hubiera iglesias locales en la tierra, yo no sabría cómo vivir, cómo existir. Todos somos parte de una iglesia local, y toda iglesia local es parte de la iglesia universal, la cual es el Cuerpo de Cristo.

La vida cristiana no consiste meramente en vivir una vida ética con virtudes humanas, como la sal de la tierra y la luz del mundo, para la gloria de Dios (Mt. 5:13-16), sino que consiste en vivir una vida que es Cristo mismo con Sus atributos divinos expresados en Sus virtudes humanas para ser parte de Su Cuerpo orgánico con miras a la consumación universal de la economía eterna de Dios (Ef. 3:8-11). El cristianismo nos enseña que debemos tener virtudes humanas. Debido a que somos cristianos, somos la sal de la tierra y la luz del mundo. El mundo está podrido y corrupto, así que se necesita la sal para matar los gérmenes. El mundo también está oscuro y necesita que la luz lo alumbre. Todo esto es para la gloria de Dios. Ésta es una buena enseñanza, pero debemos comprender que la vida cristiana individual sólo ocupa una parte pequeña de la vida cristiana. La mayor parte de la vida cristiana debe ser la vida de iglesia.

En la vida de iglesia, vivimos una vida que es Cristo mismo con Sus atributos divinos expresados en Sus virtudes humanas. Sus atributos son divinos, mientras que Sus virtudes son humanas. Las virtudes humanas tienen como fin manifestar los atributos divinos, y los atributos divinos han de expresarse en las virtudes humanas. El propósito de esto es que seamos parte de Su Cuerpo orgánico. Nosotros llevamos una vida que es Cristo mismo, no sólo con miras a la vida cristiana individual, sino a la vida del Cuerpo. Nosotros vivimos como partes de Su Cuerpo orgánico para la consumación universal de la economía eterna de Dios.

Recientemente hablé de los conceptos humanos y divinos de Salmos 1 y 2 (véase Estudio-vida de los Salmos, mensaje 1). Vimos que el salmo 1 no se ocupa de la economía de Dios. Éste sólo tiene que ver con el provecho personal del individuo piadoso. Pero el salmo 2 está totalmente centrado en la economía de Dios. Este salmo dice que Dios designó a Cristo como Su Ungido (v. 2). Dios puso a Cristo como Su Rey (v. 6) para heredar todas las naciones y poseer la tierra a fin de obtener un gran reino en la tierra para la economía de Dios (vs. 8-11). Debemos creer en tal Cristo y tomarle como nuestro refugio. También tenemos que amarle y besarle (v. 12). Esto tiene que ver con la economía de Dios. La mayoría de los cristianos solamente piensa en su provecho personal. Para ellos la salvación sólo es un asunto de ir al cielo o perecer en el lago de fuego. No tienen en cuenta la economía de Dios. Pero el salmo 2 revela que Cristo es íntegramente para la economía de Dios. Debemos creer en Él, refugiarnos en Él, y debemos amarle y besarle.

También tenemos que admitir que la mayor parte de nuestras consideraciones se centran en nuestro provecho personal. Tal vez consideremos si vamos a recibir un galardón de Cristo cuando Él regrese o si seremos castigados por Él. No le ponemos mucha atención a la economía de Dios. Todo el libro de Salmos, desde el primer punto hasta el último, revela que Cristo es íntegramente para la economía de Dios. Él murió por nosotros a fin de cumplir la economía de Dios. Él nos salva para llevar a cabo la economía de Dios. Él también vive en nosotros a fin de que vivamos en Él para la economía de Dios. Por esto es que no sólo somos la iglesia, el Cuerpo de Cristo, sino también el reino de Cristo, el reino de Dios. El reino de Dios es el cumplimiento de la economía de Dios. Todos nosotros necesitamos darnos cuenta de que la vida cristiana se vive para la economía de Dios.

(Vida cristiana, La, capítulo 1, por Witness Lee)