Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, El, por Watchman Nee

ABRAHAM ES PROBADO

Después de la llegada de Abraham a Canaán, la Biblia nos dice que él fue probado tres veces con respecto a la tierra de Canaán. Examinemos estas tres pruebas una por una.

La primera prueba: el hambre

Poco después que Abraham llegó a Bet-el, tuvo su primer fracaso. Esto era obra de Dios, y por medio de ella le mostraba que su llamado procedía de la misericordia de Dios y no de su propia bondad. Abraham no era bueno de nacimiento; fracasó igual que todos los demás. Génesis 12:9 dice: “Y Abram partió de allí, caminando y yendo hacia el Neguev [el sur]”. Este fue su fracaso: había sido traído a la casa de Dios, pero no permaneció ahí por mucho tiempo, pues se fue alejando gradualmente hacia el sur. Aunque no se mudó de inmediato a Egipto, viajó al oriente, a la frontera con Egipto.

Cuando se mudó al sur, fue asediado por el hambre. El versículo 10 dice: “Hubo entonces hambre en la tierra, y descendió Abram a Egipto para morar allá; porque era grande el hambre en la tierra”. Abraham había llegado hasta la frontera con Egipto, de donde le sería muy fácil descender a Egipto. Después de llegar a Egipto, comenzó a mentir y fue reprendido por Faraón. Ahí fue avergonzado en extremo (vs. 11-20), y de ahí volvió a Canaán. Esta fue su primera prueba.

¿Cómo comenzó esta prueba? Dios apareció a Abraham en Siquem y le dijo: “A tu descendencia daré esta tierra”. Dios tenía la intención de darle la tierra de Canaán. ¿La quería Abraham? El no era un hombre fuerte. Aunque Dios le prometió darle esta tierra, Abraham no se mantuvo firme en su posición. ¿Qué hizo? Siguió su camino hacia el sur, hasta que llegó a Egipto. Esta fue la causa de la primera prueba. Esta puso a prueba a Abraham para ver si en verdad quería tomar posesión de esta tierra. Abraham no vio lo preciosa que era la tierra. A fin de establecer a Abraham en la tierra, Dios tuvo que probarlo.

Después de fracasar en Egipto, Abraham aprendió una lección: se dio cuenta de la importancia de Canaán y supo que había cometido un error al mentir y engañar. Fue una vergüenza para el pueblo de Dios ser reprendido por los egipcios. ¿Qué hizo entonces? Génesis 13:1-3 dice: “Subió, pues, Abram de Egipto hacia el Neguev, él y su mujer, con todo lo que tenía, y con él Lot. Y Abram era riquísimo en ganado, en plata y en oro. Y volvió por sus jornadas desde el Neguev hacia Bet-el, hasta el lugar donde había estado antes su tienda entre Bet-el y Hai”. El volvió a su antigua posición. Ahora Abraham valoraba la tierra, ya que en ella no tenía necesidad de mentir, ni tenía que sufrir el oprobio de los egipcios. En esta tierra él podía glorificar a Dios.

La segunda prueba: Lot escoge su tierra

Después de regresar a Canaán, Abraham se enfrentó a la segunda prueba. La primera prueba tenía como fin poner en evidencia cuánto apreciaba Abraham la tierra. Después de aprender su lección con la derrota que sufrió en Egipto, comprendió que Canaán era el único lugar de valor, y regresó. Después de regresar, le sería fácil usar sus manos carnales para asirse a Canaán. Por eso, fue necesaria una segunda prueba. Génesis 13:5-7 dice: “También Lot, que andaba con Abram, tenía ovejas, vacas y tiendas. Y la tierra no era suficiente para que habitasen juntos, pues sus posesiones eran muchas, y no podían morar en un mismo lugar. Y hubo contienda entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot; y el cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra”. Dios le mostró a Abraham que aunque había obedecido parte del mandato que Dios le había dado en cuanto a salir de su tierra, de su parentela y de la casa de su padre, todavía no había obedecido la parte restante: no se había separado de Lot. Por tanto, Dios necesitaba disciplinarlo por medio de éste.

Leemos en los versículos 8 y 9: “Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos. ¿No está toda la tierra delante de mí. Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda”. Abraham se dio cuenta finalmente de que el llamamiento de Dios era sólo para él y no para Lot. Hermanos, debemos comprender que los que han sido llamados a ser ministros no pueden llevar consigo a los que Dios no ha llamado. Abraham vio que Dios lo había llamado para ser ministro, y le dijo a Lot, “Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda”. Abraham no se aferró a la tierra con sus manos carnales; estuvo dispuesto a dejar que Lot escogiera.

Por una parte, Abraham tenía que cumplir el llamamiento de Dios; por otra, Dios tenía que enseñarle la lección de que no había necesidad de usar métodos carnales para asirse a la tierra prometida de Canaán. Debemos aprender bien esta lección. Dios le dio la tierra a Abraham, pero esto no significaba que debía aferrarse a ella de manera carnal. Necesitamos aprender la lección de confiar en que Dios preservará aquello que nos ha prometido. No hay necesidad de procurar preservarlo usando medios carnales o nuestras propias energías.

Esta fue la segunda prueba de Abraham. Al final, él venció y pudo decirle a Lot: “Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda”. Abraham no intentó conservar nada por su propio esfuerzo.

Génesis 13:10-13 dice: “Y alzo Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego ... Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán; y se fue Lot hacia el oriente, y se apartaron el uno del otro. Abram acampó en la tierra de Canaán...” Lot escogió los mejores terrenos, y Abraham permaneció en Canaán. Los que conocen a Dios no defienden sus intereses. Si verdaderamente conocemos a Dios, no necesitamos velar por nosotros mismos. Si Dios nos ha dado a Canaán, no es necesario aferrarnos a ella con nuestras manos carnales. Debemos aprender a creer en Dios, confiar en El y llevar la cruz. A pesar de que al poner la fe en Dios Abraham terminó en un terreno irregular y montañoso; no obstante, permaneció en la tierra de Canaán. Lot escogió la llanura, pero terminó en Sodoma.

Aquí vemos que Abraham había avanzado. Desde entonces, comenzó a brillar. Leemos en los versículos del 14 al 17: “Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se aparto de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada. Levántate, vé por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré”. Una vez más Dios establece a Abraham en la tierra. Desde el punto de vista humano, da la impresión de que Lot había tomado posesión de una porción de la tierra. Pero Dios vino a Abraham y le habló. No era necesario que Abraham estirara sus manos tratando de hacer algo. El Señor le había dado la tierra de Canaán, y por ende, no tenía que tratar de preservarla usando métodos carnales. Nuestra reivindicación viene de poner nuestra confianza en Dios, y no de aferrarnos a algo valiéndonos de medios carnales. Que el Señor tenga misericordia de nosotros y nos libre de nuestras propias manos y de nuestros métodos.

El versículo 18 dice: “Abram, pues, removiendo su tienda, vino y moró en el encinar de Mamre, que está en Hebrón, y edificó allí altar a Jehová”. Al pasar la segunda prueba, Abraham progresó en su experiencia. Luego se movió a Hebrón. Debemos comprender que Dios desea que obtengamos una victoria completa. Es posible que mientras Lot escogía la llanura del Jordán, Abraham vencía exteriormente, pero no interiormente. Quizás por fuera Abraham haya dicho: “Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda”. Pero interiormente puede ser que esperara que Lot obrara según su conciencia y no fuera tan sagaz como para tomar la mejor porción. Sin embargo, Dios lo ayudó a vencer; no sólo exteriormente sino también en su interior. Abraham removió su tienda y moró en Hebrón, por lo cual vemos que verdaderamente había vencido.

(Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, El, capítulo 3, por Watchman Nee)