UN JACOB TIERNO
Más tarde, José llegó a gobernar la casa de Faraón, el señor de toda la tierra de Egipto. Jacob, por su parte, se enfrentaba al hambre que predominaba en la tierra de Canaán. Al enfrentarse a esta calamidad, envió a sus hijos a Egipto a comprar trigo, mas no dejó ir a Benjamín, su hijo menor. Mientras sus hijos compraban víveres en Egipto, José los reconoció y detuvo intencionalmente a Simeón. Les dijo que lo liberaría sólo si le traían a Benjamín. Cuando ellos volvieron a casa, le contaron a Jacob todo lo que les había acontecido, y éste les dijo: “Me habéis privado de mis hijos; José no parece, ni Simeón tampoco, y a Benjamín le llevaréis; contra mí son todas estas cosas” (Gn. 42:36). He aquí un Jacob tierno; ya no es el Jacob de antes, pues ahora vivía bajo la mano de Dios, y su vida natural se había ido consumiendo día tras día. Delante de Dios, él había sido transformado en una persona tierna y amorosa.
Cuando se acabó el trigo que habían comprado en Egipto, se vieron obligados a volver para comprara más, pero sólo podrían hacerlo si cumplían la condición que les había puesto el gobernador de Egipto: tenían que llevar consigo a Benjamín. Jacob no tuvo otra alternativa y dejó ir a su hijo menor, a quien más quería. La Biblia nos narra: “Entonces Israel su padre les respondió: Pues que así es, hacedlo...” (Gn. 43:11). Aquí la Biblia se refiere a Jacob como Israel. La expresión “pues que así es, hacedlo” indica que ahora él era una persona tierna; ya no era obstinado. Anteriormente, él hacía lo que quería, pero ya no. Sus palabras: “Pues que así es, hacedlo”, indican que ahora Jacob era una persona flexible que podía ceder. “Tomad de lo mejor de la tierra en vuestros sacos, y llevad a aquel varón un presente, un poco de bálsamo, un poco de miel, aromas y mirra, nueces y almendras”. Esto muestra que Jacob, un hombre ya viejo, ahora estaba lleno de bondad. “Y tomad en vuestras manos doble cantidad de dinero, y llevad en vuestra mano el dinero vuelto en las bocas de vuestros costales; quizá fue equivocación” (v. 12). El quería devolver el dinero que habían hallado. Ya no actuó como en el pasado cuando tomaba los bienes de otros como que si fueran suyos. “Tomad también a vuestro hermano, y levantaos, y volved a aquel varón” (v. 13). Jacob consintió en dejar ir a Benjamín, y dijo: “Y el Dios Omnipotente os dé misericordia delante de aquel varón, y os suelte al otro vuestro hermano, y a este Benjamín. Y si he de ser privado de mis hijos, séalo” (v. 14). Este Jacob era totalmente diferente del Jacob de antes. ¡Dios le quitaba a su hijo más querido; su hijo menor, Benjamín, se desprendió de él! A pesar de toda una vida de labor, se había quedado sin nada. Dios lo había despojado. Jacob dijo: “Y si he de ser privado de mis hijos, séalo”. Parecía decir: “Tengo un sólo deseo: que el Dios Omnipotente, el Dios que conocí en Bet-el, os dé misericordia delante de aquel varón, y os suelte al otro hermano vuestro y a Benjamín”. Si uno lee la historia de Jacob como una persona desconocida, es posible que no lo entienda, pero si uno se pone en la situación de él, comprenderá qué clase de persona era él para ese entonces. Anteriormente él era una persona hábil, sagaz y suplantadora, pero ahora había sido transformado en una persona flexible, tierna y amorosa. ¡Cuánto tuvo que haber obrado Dios en él!
(Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, El, capítulo 11, por Watchman Nee)