Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, El, por Watchman Nee

LA NATURALEZA DE JACOB

Comencemos con la primera sección de la historia de Jacob. ¿Cuál era la naturaleza de Jacob? ¿Qué clase de persona era él? Podemos aprender acerca del carácter de Jacob en Génesis 25—27.

Lucha en el vientre de su madre

¿Cómo fue el nacimiento de Jacob? “Y los hijos luchaban dentro de ella” (Gn. 25:22). Ese era Jacob, y así era su carácter. La Palabra de Dios nos muestra que Jacob era totalmente diferente a Isaac. Isaac era un hombre común. Recibió todo en forma disfrutable; todo lo heredó. Pero Jacob era inicuo y astuto; era calculador y audaz, y capaz de hacer cualquier cosa. Poseía tanto la sagacidad como la destreza. Pero Dios pudo hacer de Jacob un vaso con el cual podía cumplir Su meta. Isaac nos muestra cómo uno puede disfrutar la gracia de Dios, mientras que Jacob nos muestra cómo uno sufre bajo la obra de Dios.

En la palabra de Dios vemos que Jacob no sólo estaba equivocado en las cosas que hacía, sino que su misma persona estaba arrada. No sólo deshonró el nombre de Dios con sus acciones, sino también con su misma persona. El fue un problema desde el vientre de su madre, antes de que sus ojos vieran el primer destello de la luz. Su maldad comenzó desde que estaba en el vientre de su madre. Rebeca oró y le pidió a Dios que le dijera qué estaba aconteciendo dentro de su vientre, y Dios le respondió: “Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo; y el mayor servirá al menor” (v. 23). Al dar a luz Rebeca, tuvo gemelos. El primero en salir fue Esaú, y su hermano le siguió, con su mano trabada al calcañar del primero. Por eso le dieron el nombre Jacob, que significa suplantador. Jacob no quería que Esaú se engrandeciera; hubiera deseado que Esaú esperase un poco. Esta es la razón por la cual al nacer estaba asido al calcañar de Esaú. Así fue Jacob desde el comienzo.

A los ojos del hombre, Esaú era un hombre honesto, y estaba mal que Jacob tratara de suplantarlo. ¿Qué utilidad podría tener un hombre así? Este es Jacob visto desde el punto de vista natural. Pero en Romanos 9 vemos que la diferencia crítica entre Esaú y Jacob radicaba en la elección de Dios. Dios dijo: “A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” (v. 13). Dios había escogido a Jacob como Su vaso.

Por lo tanto, debemos aprender a confiar en la elección de Dios. Debemos creer que Dios puede hacer que lleguemos a la perfección. Dios nunca deja las cosas a la mitad, pues El es el Alfa y la Omega; es el principio y el fin. Puesto que El nos escogió e inició Su obra, El mismo la completará. Como El nos escogió, tenemos que aprender a confiarnos en Sus manos. En el momento oportuno, El nos conducirá a la perfección. Tal fue el caso de Jacob. Fue Dios quien escogió a Jacob.

Muchos hermanos y hermanas han dicho: “¡Yo soy un caso difícil!” Los que dicen esto necesitan al Dios de Jacob. Es posible que seamos casos difíciles, pero si Dios pudo disciplinar a Jacob, podrá disciplinarnos a nosotros. Además, debemos comprender que Jacob no buscó a Dios, sino que Dios lo buscó a él. Mientras Jacob todavía estaba en el vientre de su madre, Dios lo eligió. Por tanto, si estamos conscientes de la elección de Dios, podemos reposar en Su seno; podemos entregarnos a El y confiar que nos llevará al punto en que le podremos complacer.

Obtiene la primogenitura a cambio de un plato de lentejas

Un día volvía Esaú de cazar en el campo y estaba exhausto. Le dijo a Jacob: “Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo”. Le respondió Jacob: “Véndeme en este día tu primogenitura”. En ese momento Esaú estaba agotado y contestó descuidadamente: “He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?” Como resultado, Esaú le vendió su primogenitura a Jacob (Gn. 25:29-34). Aunque este incidente revela la astucia de Jacob, muestra que valoraba la primogenitura, lo cual muestra que valoraba la promesa de Dios. Esto era un buen indicio, pero no fue correcto que adquiriera la primogenitura valiéndose de un engaño. Esto muestra que Jacob era una persona que hacía uso de su propia fuerza para obtener lo que Dios quería darle.

(Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, El, capítulo 9, por Watchman Nee)