Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, El, por Watchman Nee

EL DIOS DE ISAAC Y EL DIOS DE JACOB

Necesitamos conocer al Dios de Abraham. Es decir, si queremos avanzar, necesitamos entregarnos al Dios Omnipotente y permitirle que, a su debido tiempo, se nos revele como el Padre. Tenemos que comprender que nada que proceda de nosotros puede satisfacer Su corazón y que todo tiene que provenir de El, porque sólo Dios es el Padre. También necesitamos conocer al Dios de Isaac. Necesitamos reconocer que es Cristo quien todo lo logró y lo seguirá logrando. Lo que se cumplió en El se cumple en nosotros, Su vida es nuestra, y también lo son Sus experiencias y Su poder. Estar en Cristo es una cosa, pero que Cristo esté en nosotros es otra. Ninguno de estos aspectos requiere nuestro esfuerzo. Un día el Señor abrirá nuestros ojos y veremos que todas las cosas son de Cristo, que todo proviene de Dios y que Cristo lo ha logrado todo. Dios es el origen, y Cristo es quien todo lo lleva a cabo.

Después de conocer al Dios de Isaac, necesitamos conocer al Dios de Jacob. ¿Cuál es la diferencia de significado espiritual entre el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Podemos decir que el Dios de Isaac nos muestra que Dios nos impartió a Su Hijo, mientras que el Dios de Jacob presenta la forma en que Dios nos disciplina por medio del Espíritu Santo. El Dios de Isaac nos muestra el don de Dios, y el Dios de Jacob, su obra. El Dios de Isaac nos da el denuedo de testificar: “¡Dios me ha dado una luz nueva y me ha mostrado que Cristo es mi vida! ¡Ya he vencido!” El Dios de Jacob nos hace confesar humildemente: “Dios me ha dejado ver lo que es el yo, y nunca más podré confiar en mí mismo ni jactarme de mi utilidad”. El Dios de Isaac nos hace que proclamemos confiadamente: “¡El pecado está bajo mis pies!” El Dios de Jacob nos hace confesar con temor: “Puedo caer en cualquier momento”. El Dios de Isaac nos muestra a Cristo, mientras que el Dios de Jacob, a nosotros mismos. El conocimiento del Dios de Isaac nos da la confianza de saber que es Cristo quien lo hace todo, no nosotros. Conocer al Dios de Jacob hace que nos conozcamos a nosotros mismos y nos libra de cualquier jactancia. Si estudiamos la Palabra de Dios cuidadosamente, veremos estas dos clases de experiencias.

Podemos decir que el Dios de Jacob complementa la obra del Dios de Isaac. El Dios de Jacob obra en nosotros para abrir el camino al Dios de Isaac a fin de que Cristo se extienda más y más en nuestro interior. Esta misma obra es la que nos hace estar “con debilidad, y temor y mucho temblor” (1 Co. 2:3). Nuestra vida es una paradoja. Tenemos mucha confianza en Cristo, y al mismo tiempo, no tenemos confianza alguna en nosotros mismos. Por una parte, damos testimonio y hablamos confiadamente, pero por otra, tememos abrir la boca y nos sentimos como polvo delante de Dios. Sin la sangre del Señor, no podemos estar delante de Dios. Después de conocer al Dios de Isaac, necesitamos avanzar y conocer al Dios de Jacob. La combinación de estas dos experiencias constituyen la verdadera vida cristiana.

(Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, El, capítulo 8, por Watchman Nee)