COMER Y BEBER:
EL PENSAMIENTO CENTRAL DE LA ECONOMIA DE DIOS
El pensamiento central de la economía de Dios consiste en que comamos y bebamos a Cristo. Este pensamiento se encuentra no sólo en el Antiguo Testamento, sino también en el Nuevo. El concepto de comer y beber empieza al principio de la Biblia en Génesis y continúa hasta el final de la Biblia, en Apocalipsis. En la economía de Dios, El no se nos presenta a Sí mismo como cierta clase de religión, sino como alimento y bebida. Si comprendemos el verdadero significado de los versículos enumerados en la lectura bíblica, veremos que comer y beber constituye el pensamiento central del Nuevo Testamento.
El evangelio es un banquete
En Mateo 22 el Señor Jesús comparó el evangelio de Dios con una boda o una cena de bodas, una gran cena, que un rey preparó para su hijo (vs. 1-14). Así que, el evangelio tiene que ver con el disfrute que uno tiene al comer y beber.
En Lucas 14:16-17 el Señor Jesús comparó de nuevo el evangelio con una gran cena. Dios, como el hombre [de la parábola], envió a Sus esclavos para que dijeran a los convidados: “Venid, que ya todo está preparado” (v. 17). Dios ha preparado Su plena salvación como una gran cena. Nosotros asistimos a la cena no para aprender enseñanzas, sino para participar del comer y del beber. Cuando fuimos salvos, empezamos a experimentar el disfrute que se tiene al comer. Después de que somos salvos, el Señor siempre nos pone un banquete.
Cuando fui salvo, aunque nadie me dijo, sentí que había algo dentro de mí reservado sólo para mi disfrute; me nutría, me daba refrigerio, me traía el agua viva. Yo estaba muy contento en mi espíritu. Pero muy poco después de aquella experiencia inicial, fui conducido a ocuparme de las enseñanzas solamente. Llegué a estar lleno de enseñanzas, pero interiormente estaba vacío. El cristianismo es una religión llena de enseñanzas, pero el Señor quiere recobrar Su evangelio hasta que sea un verdadero banquete. El evangelio es un banquete donde todo está preparado, y nosotros simplemente nos acercamos para comer, beber y disfrutar.
El concepto central del Nuevo Testamento consiste en que comamos y bebamos de Cristo para disfrutar un gran banquete de Cristo. En Lucas 15, cuando el hijo pródigo regresó, el padre dijo a sus esclavos que le vistiesen con el mejor vestido, y que le pusiesen un anillo en la mano y sandalias en sus pies (v. 22). El vestido se le dio para su cuerpo, el anillo para su mano, y las sandalias para sus pies. Estos artículos representan la justificación externa dada por el Padre mediante Cristo. Este vestido externo, empero, no era suficiente para llenar las necesidades del hijo, pues éste se moría de hambre. Interiormente necesitaba el alimento. Primero su padre le adornó para hacerle digno, dándoles así los requisitos para entrar en la casa del padre y cenar con él. Después de darle el adorno exterior, el padre dijo a sus esclavos: “Traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y regocijémonos” (Lc. 15:23).
No solamente necesitamos el adorno externo, sino también el llenar interior. El vestido, el anillo y las sandalias tienen que ver con lo externo, el lado de la justificación traída por la sangre de Cristo. En la observancia de la Pascua, la sangre cubrió la casa (Ex. 12:7). Bajo la protección de la sangre, el pueblo disfrutó la carne del cordero (v. 8). Del mismo modo, bajo la protección del vestido, el hijo pródigo disfrutó con su padre el becerro gordo inmolado. Con esto tenemos el lado interior, el cual representa el disfrute interior que tenemos al experimentar a Cristo como nuestro suministro de vida. Cristo es el vestido y también el becerro gordo. Cristo es nuestra protección exterior y también nuestro llenar interior. Debemos disfrutarle como el becerro gordo diariamente. En la casa del Padre tenemos un banquete, una mesa.
Antes de que el hijo pródigo regresara, se preparó para ser tratado como si fuera un esclavo que laboraba día tras día por su padre (Lc. 15:19). Pero su padre no quería que su hijo laborara por él, sino que disfrutara un banquete con él. Cuando llegamos a la iglesia local, tenemos que abandonar el concepto de laborar. Vamos a la casa del Padre, la iglesia local, para disfrutar un banquete. En la casa del Padre hay una mesa preparada para que nosotros vayamos y cenemos. Simplemente venga para comer y alegrarse (Lc. 15:23). El Señor Jesús estará satisfecho, el Padre estará feliz y nosotros estaremos llenos. Todos necesitamos disfrutar este banquete.
(
Revelación crucial de la vida hallada en las Escrituras, La, capítulo 8, por Witness Lee)