EL ESPIRITU QUE DA VIDA
Ya hablamos del árbol de la vida, el río de la vida, el aliento de vida y la semilla de la vida. En este capítulo llegamos al último punto, el más elevado: el Espíritu de vida. Hay tres pasajes en el Nuevo Testamento donde al Espíritu se le llama el Espíritu que da vida. Juan 6:63 nos dice que el Espíritu es el que da vida. En 2 Corintios 3:6 dice que la letra mata pero el Espíritu da vida. Finalmente, 1 Corintios 15:45 declara que el postrer Adán llegó a ser Espíritu vivificante. Uno de los principios de la Biblia es que dos es el número del testimonio. Hablar algo la tercera vez es una confirmación de lo que ha sido testificado. Lo que se habla tres veces es algo pronunciado de manera completa. El Nuevo Testamento dice que el Espíritu da vida, lo testifica y también lo confirma. El Espíritu Santo de Dios es el Espíritu vivificante, el Espíritu que da vida.
La expresión “el Espíritu de vida” se menciona sólo una vez en el Nuevo Testamento: Romanos 8:2 se refiere a la “ley del Espíritu de vida ... en Cristo Jesús”. En este versículo hay cuatro puntos: la ley, el Espíritu, la vida y Cristo. La ley es la ley de la vida, el Espíritu es el Espíritu de vida, y Cristo es el Cristo de vida. La ley, el Espíritu y Cristo están relacionados el uno con el otro, y son uno en la vida. Cristo es el Espíritu vivificante, y este Espíritu es el Espíritu de vida. Apocalipsis 11:11 nos dice que el pneúma de vida, el aliento de vida, entra en los dos testigos, quienes fueron asesinados por el anticristo. Esto nos muestra que el Espíritu de vida es simplemente el aliento de vida.
Es muy difícil definir lo que es la vida, pero damos gracias al Señor porque en la Biblia podemos trazar un cuadro de lo que es la vida divina. La vida divina se encuentra en el Espíritu de Dios. El Espíritu de Dios hoy es el Espíritu vivificante, el Espíritu de vida; y este Espíritu de vida es el aliento de vida. Si tenemos el aliento de vida, tenemos al Espíritu de vida y la vida misma. Nos es fácil recibir la vida porque esta vida está en el aliento divino. Simplemente necesitamos inhalar el aliento divino ejercitando nuestro espíritu, el órgano con el cual respiramos.
(Revelación crucial de la vida hallada en las Escrituras, La, capítulo 11, por Witness Lee)